Yo qué sé...

Recuerdos de Ernest Lluch

XAVIER SARDÀ

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Ernest Lluchcolaboraba semanalmente en el programaLa ventanaque hacíamos y se hace en la SER. Cuando le era posible viajaba con nosotros a distintas ciudades españolas. Nos esperaba un teatro lleno de público que disfrutaba y nos hacía disfrutar de la radio en directo.

Recupero algunos recuerdos. Esperábamos para embarcar en un avión,periódicos en mano, y surgió uno de los temas de los que tantísimo sabía: la Iglesia y Catalunya. Tras un breve silencio soltó: «En la vida hay que tener paciencia con dos tipos de pesados, los pesados que dicen que Dios existe y los pesados que dicen que Dios no existe». Tomé nota.

Un día, el programa se hacía en un auditorio de Sierra Nevada. Lo teníamos todo preparado y antes de comerLluch me dice que quiere subirse al remonte para ver las vistas. El frío era brutal. Le recuerdo ahora con americana, corbata y zapatos de calle, rodeado de gente con indumentaria polar. Se sentó tan tranquilo y desapareció niebla arriba. Al rato bajó con la nariz enrojecida y un entusiasmo envidiable. Es precisamente el entusiasmo por lo cotidiano lo que le convirtió en sabio. Su estupefacta mirada hacia la vida le hizo grande.

Cuando fue ministro de Sanidad no perdió contacto con su amigo elSenyor Casamajor, mi compañero inseparable (sic) de la radio. Le escribió una carta manuscrita con membrete del ministerio:

«Benvolgut senyor Casamajor.

Segueixo sempre que puc els seus mals, la tos i el seu to general. Em dona la impressió que hauria de creure més als metges. Ara hem llençat la Cartilla Sanitaria de la tercera edad.Tal com veurà es molt interessant de que l´empleni tota, sobretot per si alguna vegada li passa alguna cosa fora de casa».

Pasaron los años, y estábamos preparando una de tantas ediciones deCrónicas marcianas. Faltaba poco más de media hora para el directo cuando veo salir aFuentesde su camerino con los ojos enrojecidos de rabia y me lo suelta: «Han matat al Lluch». El horror en una frase y el cabreo contrarreloj. Del show al shock que es una forma estúpida de decir de la risa al llanto.

En una reunión que no duró más de cinco minutos lo cambiamos todo y nos lanzamos a un directo marcado por la noticia. Era lo que procedía, pero dolió. Fue una larga noche en la que las palabras de sus amigos, y de la clase política le dieron contenido al programa. Al día siguiente el frío índice de audiencia que todo lo mide fue altísimo. Fue el peor éxito de audiencia que tuvimos, junto al de la noche de las bombas de Atocha. La noche del¿Quién ha sido?

Saber poco más

Hace diez años que asesinaron aErnest Lluchy todavía hoy me indigna que les resultase tan fácil hacerlo. Dicen que los que le asesinaron solo sabían que era exministro y poco más. Ese es el problema, saber algo y poco más. Pensar algo, y poco más. Disparar un arma y poco más.Lluch, que sepas que has ganado y que tu familia ha heredado tu calidad humana. Yo qué sé.