Emma Stone, la pelirroja de Woody Allen

La actriz, que repite a las órdenes de Woody Allen, estrena 'Irrational man', una película en la que vive un romance imposible con Joaquim Phoenix

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NANDO SALVÀ

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Le debe su éxito a la enfermedad. Suena chocante, pero es así. En primer lugar, si Emma Stone (Scottsdale, Arizona, 1988) posee una de las voces más sugerentes de Hollywood, un timbre de hondura infinita que sugiere secretos íntimos y que ha llevado a algunos a compararla con Lauren Bacall, es por culpa de un cólico infantil que le dañó las cuerdas vocales. "Tuve que hacer terapia para aprender a hablar en un registro más alto, pero obviamente no se me dio bien", protesta la actriz en el primero de los momentos de autocrítica que protagonizará durante esta conversación.

Los intentos de disculpa son lógicos. Después de todo, Emma Stone confiesa que ha sido fan de Woody Allen desde que vio 'Annie Hall' (1977) a los 14 años, e incluso tenía un perro llamado Alvy en honor al protagonista de esa película: Alvy Singer. Y, como suele decirse, de lo que se come se cría. "Me temo que soy una chica complicada y autoconscientemente intelectual. Supongo que habría que culpar de eso a la falta de educación universitaria", dice. Y se explica: "Hasta hace poco tenía la sensación de que no haber ido a la universidad significaba que no era inteligente, y por tanto he leído un montón de libros gordos para compensarlo. Ahora, de todas formas, me doy cuenta de que trabajar en todas estas películas me ha dado la mejor preparación posible".

Una buena trayectoria profesional

Revisando su trayectoria no se detectan motivos para pensar lo contrario. Cerca de los 27 años, Stone lo ha hecho hasta ahora todo bien. Por ejemplo, convertir un papel prácticamente inexistente en su primera película, la comedia adolescente 'Supersalidos' (2007), en su rutilante tarjeta de presentación. O combinar ingenio y angustia para seducir a Ryan Gosling en 'Crazy, stupid, love' (2011). O salir airosa de dos películas dando vida a la novia del hombre araña. O hacernos olvidar las connotaciones racistas de su personaje en 'Criadas y señoras' (2011), una heroína blanca en lo que debería haber sido una historia de heroínas negras. O, por supuesto, ser nominada al Oscar por 'Birdman' (2014), donde mostró tintes dramáticos hasta entonces desconocidos.

En el proceso, aclara, su filosofía de vida se ha mantenido inalterable: "Siempre he intentado tomarme mi trabajo muy en serio y a mí misma muy a guasa". La estrategia ha conquistado no solo a crítica y público sino también a sus compañeros de profesión. Sirva para demostrarlo ese vídeo colgado en YouTube en el que el actor Jim Carrey, un tipo que casi la dobla en edad, proclama entre sudores marranos su deseo de darle a Stone unos cuantos "bebés regordetes".

¿Sórdido? Solo para quienes le den importancia, y ella no lo hace, más que nada porque en general no se la da a ninguno de los efectos que su indudable atractivo físico puedan causar. Las intérpretes en las que se mira nunca hicieron carrera por su atractivo físico. "Fíjese en Diane Keaton. Es mi modelo a seguir, y posiblemente es la actriz que menos carne ha enseñado de toda la historia del cine", apunta.

Le incomoda hablar de su físico

"Nunca le di valor a la belleza externa, supongo que porque siempre me consideré un patito feo", recuerda, antes de matizar que es más bien hablar con la prensa en general lo que le resulta embarazoso. "No sé por qué mi opinión sobre cualquier tema iba a valer para algo". Tras cada entrevista, asegura, vuelve a casa y no deja de pensar en lo que ha dicho, en cómo lo ha dicho y en lo que debería haberse callado. "Y luego todo eso se imprime y queda registrado en las hemerotecas. Resulta aterrador", asegura.

Sin duda el asunto del que más reacia se muestra a hablar es su relación con el actor Andrew Garfield, motivo de ferviente especulación por parte de los tabloides desde que ambos se conocieron en la primera entrega de 'The amazing Spider-Man' (2012). "Detesto ser el tipo de actriz que dice frases tan odiosas como: 'De mi vida privada no hablo', porque de niña yo misma disfrutaba leyendo cotilleos sobre mis ídolos, pero hay cosas sobre mí que no quiero ver convertidas en titulares que el resto del mundo pueda leer y comentar".

La pareja se ha pasado los últimos años jugando permanentemente al despiste con la prensa, en ocasiones de forma creativa: cubriendo sus rostros a la salida de un restaurante con una lista de causas caritativas garabateadas sobre un papel. Confía en que, con el tiempo, la prensa dirigirá sus atención hacia otro lado. "Tarde o temprano, habrá otra joven pelirroja a la que prefieran seguir, y no hay nada que yo pueda, ni que quiera, hacer al respecto".

De hecho, podría decirse que ella misma le quitó el puesto de joven pelirroja oficial de Hollywood a Lindsay Lohan de no ser porque Lohan se quitó de en medio ella sola. "Y yo en realidad tengo el pelo rubio. Este color que ve es falso", puntualiza para distanciarse de uno de los más recientes juguetes rotos del cine americano.

No tiene nada en contra de los tintes, en todo caso. La parte de su cuerpo de la que se siente más orgullosa es un tatuaje que tiene en común con el resto de miembros de su familia: son un par de huellas de pájaro que diseñó el mismísimo Paul McCartney a petición de la actriz –'Blackbird', de McCartney, es su canción favorita— después de que su madre superara un cáncer de mama.

Apoyo incondicional desde la infancia

El rostro de Stone pierde todo rastro de tensión cuando habla de su infancia junto a sus padres en Arizona. De cómo, a los 12 años, los convenció para que la dejaran abandonar el colegio y recibir a cambio clases particulares, de modo que pudiera asistir a las pruebas de casting. Y de cómo, a los 14, preparó un PowerPoint para convencerles de que debía mudarse a Los Ángeles y seguir así un camino que en realidad tenía señalado desde el principio. "Con el tiempo he llegado a comprender que siempre, incluso antes de subirme por primera vez a un escenario, he querido ser actriz. De niña salía del cine convencida de ser uno de los héroes que acababa de ver en pantalla, y cuando luego me miraba en el espejo del baño de casa me sentía defraudada, y me prometía que algún día sería todos esos personajes. Pues bien, en esas estoy".