entrevista

Josep Pons: «El paisaje del Berguedà es el que más me llega»

Director musical del Gran Teatre del Liceu, nacido en Puig-reig

Prolífica carrera 8Desde el año pasado Josep Pons dirige la Orquesta Sinfónica del Gran Teatre del Liceu.

Prolífica carrera 8Desde el año pasado Josep Pons dirige la Orquesta Sinfónica del Gran Teatre del Liceu.

CARME ESCALES / Barcelona

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Su batuta, al frente de la Orquesta y el Coro del Gran Teatre del Liceu, abrió el 13 de julio, con el Rèquiem de Verdi, el Festival de Peralada, en el Empordà, donde Josep Pons (Puig-reig, 1957) tiene una segunda residencia. En su comarca natal, el Berguedà, todavía no tiene casa, pero un estimulante proyecto cultural liderado allí por su esposa, la cantante de ópera Victoria Parramon, plantea a la pareja el reto de hacerse un hogar en la tierra de ambos.

-Supondría, en cierto modo, un retorno al Berguedà, un lugar con el que tiene ¿mucho o poco contacto?

 

-Pues más bien poco. Yo nací en Puig-reig, en Cal Curtics, pero a la edad de nueve años ya me fui a Montserrat, como miembro de la Escolania del Monestir. Luego hice mi bachillerato en Manresa, de los 14 a los 18, y a partir de entonces, la música me llevó a Barcelona y otros destinos. Pero siempre pongo en el currículo, sea para Holanda o Australia, «nacido en Puig-reig». No pongo ni Barcelona ni ninguna otra pista.

-Un homenaje y orgullo de ser de donde es. ¿Qué siente por Puig-reig y el Berguedà?

 

-A mi Puig-reig me gusta mucho, es el paisaje de mi infancia. Nosotros tenemos una masía en el Empordà, un lugar con paisajes preciosos, pero a mí el del Berguedà es el que más me llega al interior. Esos árboles bajos, encinas y pinos, sus montañas puigs moderados, el olor a romero y a bosque... En el Empordà, la naturaleza explota en primavera y otoño, en el Berguedà el paisaje es muy parecido todo el año, no hay mucha hoja caduca, es un paisaje benévolo.

-¿En qué consiste el proyecto que contribuirá a fortalecer sus vínculos con el Berguedà?

-Logos Berguedà es un centro multidisciplinar, en L'Ametlla de Merola. Está prevista su apertura este verano y en él habrá una librería especializada en temas bergadanos, diversos espacios para actividades culturales y un restaurante especial, muy atento a la nutrición, con productos de kilómetro cero y cocina mediterránea. Y se harán monográficos dedicados a personas ilustres del Berguedà, como el poeta Mossèn Climent Forner o Pere Casaldàliga. La iniciativa del proyecto, que se explica en  www.logosbergueda.cat cuenta con un reconocimiento europeo.

-Usted, que realiza un centenar de conciertos al año por el mundo, que ha dirigido las orquestas Cambra del Teatre Lliure, Jove Nacional de Catalunya, Ciudad de Granada y Nacional de España, ¿con qué sonidos se queda del Berguedà?

-Con el viento, el agua del riachuelo... Cada espacio tiene sus propios sonidos, hay que saberlos escuchar. También el silencio, el silencio de la montaña y de los bosques. Y, de mi infancia, recuerdo aun el sonido de los telares de las fábricas, el salto del agua en el río para mover la maquinaria de las fábricas, y la sirena que identificaba, en cada colonia, los cambios de turno de los trabajadores. Mi padre era mayordomo de hilaturas en la colonia Pons, que no tienen nada que ver con nosotros.

-De la intensa actividad industrial de la comarca, ¿qué le queda?

 

-Un gran patrimonio fabril, espacios interesantes que se recuperan para el turismo. El Berguedà tuvo sus grandes momentos en la Edad Media y en la época industrial, y creo que ahora tiene mucho qué decir. Es el momento de los emprendedores bergadanos, gente llena de valores, gente de pedra picada.