Elecciones en Catalunya

ERC y PSC se disputan el flanco 'convergente' que reniega de Puigdemont

Así fichó Illa a Trapero: tres años de relación con Sàmper y Parlon como enlaces

Aragonès exhibe el apoyo del exconseller Mas-Colell

Así están las encuestas de las elecciones en Catalunya 2024

El líder y candidato del PSC, Salvador Illa, con Miquel Roca, fundador de Convergència

El líder y candidato del PSC, Salvador Illa, con Miquel Roca, fundador de Convergència / PSC

Sara González
Quim Bertomeu
Carlota Camps
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Pescar entre los indecisos y, también, entre los desamparados. Cualquier bolsa de votantes cuenta en la recta final de una contienda electoral, más aún si la apelación es a cuenta del rival político. Eso es lo que están haciendo en los últimos días de campaña tanto ERC como el PSC, conscientes de que existe una bolsa de ciudadanos que simpatizaban con la extinta CiU que continúa sintiéndose huérfana cuando miran a Carles Puigdemont, por más que tanto Jordi Pujol como Artur Mas hayan exhibido su apoyo. El pastel existe, así que Pere Aragonès y Salvador Illa aspiran a llevarse un trozo. El protagonismo de Carles Campuzano o de Josep Lluís Trapero responde a esta lógica.

Eso explica los manifiestos, anuncios, artículos y fotografías que han circulado recientemente. Por ejemplo, ERC empezó en la precampaña reclutando el apoyo del exconseller de Economía, Andreu Mas-Colell, pieza clave de los gabinetes de Mas entre 2010 y 2015. Fue un apoyo inequívoco que le llevó a afirmar que la Generalitat debe mantener a un presidente con el "talante" de Aragonès.

No ha sido el único guiño de ERC a ese votante convergente. Otro movimiento fue incorporar en un puesto destacado de la candidatura, el séptimo por Barcelona, a Campuzano, que durante dos décadas fue diputado de CiU en el Congreso. Este, a su vez, ha reclutado a varias personalidades del entorno convergente para que impulsaran una declaración de apoyo al actual Govern, con nombres como el de Montserrat Candini -exalcaldesa de Calella y exdiputada de CiU-; Antoni Bayona -letrado del Parlament-, David Font -alcalde de Gironella-, y Maria Victòria Forns -exdiputada de CiU-.

El pasado miércoles, ERC organizó un acto para reivindicar su transversalidad como partido acogiendo a miembros de la extinta CiU y también de otros espacios políticos como el PSC -Joan Ignasi Elena y Quim Nadal- y la órbita de ICV y Podemos -Elisenda Alamany-. En primera fila estaba Campuzano. También acudió el periodista Francesc-Marc Álvaro, fichado en las pasadas elecciones generales con el mismo objetivo: seducir al electorado convergente.

PSC, de Espadaler a Sàmper

Por su parte, el PSC ya cuenta con una alianza consolidada con Units per Avançar, partido acunado por dirigentes de la extinta Unió y liderado por Ramon Espadaler. El pasado martes, Illa hizo pública una fotografía paseando con Miquel Roca, uno de los padres de la Constitución y fundador de Convergència. Y por la noche, en el debate de TV3, dejó caer a plomo rozando la medianoche que si él era presidente restituiría a Josep Lluís Trapero y lo situaría como director general de los Mossos. Este fichaje tiene detrás una relación cultivada durante tres años con también el exconseller Miquel Sàmper, que rompió el carnet de Junts cuando Puigdemont dio la orden de votar en contra en el primer 'round' en el Congreso de la ley de amnistía.

Este miércoles, el propio Sàmper se sumaba al manifiesto a favor de Illa promovido por un centenar de miembros de la sociedad civil, así como el exconseller Santi Vila, que ya hace años que flirtea con la actual cúpula socialista. Ambos ya acudieron a la conferencia en Drassanes que hizo el candidato del PSC justo antes del inicio de la campaña y a la que también se apuntaron la exconsellera Meritxell Ruiz, así como el exdiputado Jordi Xuclà y el presidente del PDECat, David Bonvehí, todos procedentes de las filas convergentes.

Por si fuera poco, Illa reivindica en sus mítines la primera gran transformación de Catalunya con Pujol al frente de la Generalitat. Poco le importa que el expresident haya anunciado su voto a favor de Puigdemont. Para el candidato del PSC, es útil evocar ese legado para lograr su objetivo: que ese votante moderado apueste por él como garante de la estabilidad en un nuevo ciclo sin 'procés', dentro del carril de la legalidad y con la gestión y la financiación por bandera. Todos ellos pilares de la CiU de antaño, que incluso encuentra más que guiños en el programa electoral de los socialistas con el apoyo explícito a grandes infraestructuras como la ampliación del aeropuerto y el cuarto cinturón.

Junts entra en la competición

Un legado, el de Pujol, que tras años renegando de él para desvincularse de la losa de la corrupción, Junts tampoco está dispuesto a perder. Más allá de recabar el apoyo explícito del expresident para la candidatura de Puigdemont, los posconvergentes -denominación que también han maldecido los últimos tiempos- han llegado a reivindicar su obra de Govern durante esta campaña.

Quien lo hizo de manera más explícita fue la número diez de la candidatura, Glòria Freixa, y uno de los puntales del grupo parlamentario en la pasada legislatura, en un acto en Argelers la semana pasada. Declaró haber tenido la suerte de ser "de la generación de Pujol", a quien definió como un president "que tenía el país en la cabeza y en el corazón". Además, le reivindicó como el creador de la escuela catalana, del cuerpo de Mossos d'Esquadra y de TV3.

Un día después, a preguntas de los periodistas, también el propio Puigdemont afirmó sentirse "representado" por lo que hizo Pujol para "levantar este país". También el expresident aprovechó el momento para celebrar que el expresidente Mas, que en las últimas elecciones catalanas apoyó al PDECat -partido que consiguió 70.000 votos y ahora ya disuelto-, volvía a estar en sus filas.

En la recta final de la campaña, y en medio de esta competición de apoyos del espacio exconvergente, Junts exhibió este miércoles en el mitin final de la provincia de Tarragona en Argelers la presencia de Joan Miquel Nadal, figura destacada de la antigua Convergència y durante 18 años alcalde de Tarragona.

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