BARCELONEANDO

La herencia del rey Wamba

Los fanáticos de las 'zapas' consolidan su feria en la Estació del Nord: Lover Sneakers

Asistentes a la Lover Sneaker curiosean entre cientos de modelos de bambas, el sábado, en la Estació del Nord.

Asistentes a la Lover Sneaker curiosean entre cientos de modelos de bambas, el sábado, en la Estació del Nord.

ELOY Carrasco

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Wamba era un rey pero solo ha tenido el mundo a sus pies 14 siglos después de su muerte. Fue uno de los últimos visigodos de la famosa lista y, teniendo en cuenta cómo las gastaban en la época y a pesar de ser víctima de alguna que otra conspiracioncilla, no acabó mal del todo (murió en la cama). Su figura floreció de verdad al cabo de más de un milenio, cuando una empresa riojana decidió llamar con su nombre a un tipo de calzado. De ahí a las bambas ya solo hubo un paso ortográfico, que ni siquiera fonético. Wamba mantiene la sede en Calahorra, está cumpliendo su centenario precisamente este año y cualquiera -no disimulen- habrá lucido alguna vez en su vida unas pantuflas de cuadros: son esas (y muchas otras).

Si exceptuamos a la reina de Inglaterra y tal vez al pequeño Nicolás, que para que la gente se los crea no pueden permitirse prendas del pueblo llano, hoy bambas lleva todo el mundo, son la 'prenda urbana' por antonomasia y, ahí vamos, mueven un negociazo fabuloso. Más allá de las colosales ventas de las grandes marcas, las bambas son objeto de culto y, desde hace mucho tiempo, empeño de coleccionistas. El pasado fin de semana se reunieron en la Estació del Nord unos cuantos devotos del ramo en la Lover Sneakers, segunda edición en Barcelona pero cita ya veterana en otros países. Para empezar, un asunto de nomenclatura. Ellos las llaman sobre todo "zapas", aclara Noureddine Chkat, uno de los responsables de la organización, pero en función de la geografía hispanocatalana también oiremos decir: bambas, tenis, playeras, deportivas, keds (localismo de Lleida) o maripis (localismo de Aragón).

Air Jordan, el Santo Grial

"Yo tengo unos 60 pares, pero eso es poco", explica Noreddine, que conoce a gente que atesora "200 o 300". "Hay un americano que tiene creaciones originales que ni siquiera la propia Nike conserva, y están autentificadas". En el mundo de las 'zapas', unas Air Jordan equivalen al Santo Grial. Han ido saliendo muchos modelos y siguen siendo las más codiciadas. Hay un 'pack' en un estand del Lover Sneakers. Dos pares de Nike Air, los modelos 1 y 22, por 300 euros. "Las tengo regaladas", afirma el joven barbudo que regenta el puesto. "En eBay no bajarían de 800 dólares". O sea, 730 euros.

A los radares mediáticos a veces se les cuelan cosas sensacionales. Hace unos meses salieron a la venta las Adidas Yeezy 750, disponibles solo en Barcelona y Madrid, en sendas tiendas Sivasdescalzo. Once pares en cada una, 350 euros del ala cada par. Y una advertencia que colgaron en su Facebook: "Rogamos a aquellos que decidáis hacer cola durante más de un día que se respete el descanso de los vecinos y no se dé lugar a ningún altercado". También hubo atasco "de días" en Barcelona, dice Noureddine, cuando salió al mercado una edición limitada de unas botas Adidas de Leo Messi. Los tenaces compradores saben que esa mercancía tan escasa valdrá mucho más dentro de nada.

En la Estació del Nord no se apiña ningún gentío y los curiosos husmean por los estantes, tranquilamente, entre los cientos de modelos disponibles. Se respira una atmósfera ochentera, con camisetas-faldón de la NBA y un rincón de máquinas de marcianos como el Pacman. Suena hip hop y en el centro del recinto un peluquero recorta barbas y cogotes. Hay tanto 'hipster' que es la gente inclasificable la que debería ser considerada una tribu urbana. Eloy Guerra quizá no sea un 'hipster', pero sí es un artista bastante singular. Ha venido desde Tarragona con su galeón en forma de zapatilla Nike construido de madera. Su padre había heredado las piezas y estaban por casa, desatendidas, hasta que Guerra las convirtió en una obra única que vende por 800 euros. También fabrica lámparas con bambas hechas con cartón de embalar.

El reino de Wamba, cómo ha cambiado en unos siglos.