El futuro de un icono

La obra actual y la ampliación de la Sagrada Família, en un limbo legal

XABIER BARRENA / Barcelona

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Aquellos redactores de guías de viaje que gustan de estirar los tópicos tienen un campo enorme por explorar con la Sagrada Família. Es difícil de hallar otro ejemplo más latino, mediterráneo, ibérico, español o catalán (escójase una y bórrense las otras) que el del templo expiatorio. El icono de Barcelona, el edificio más conocido de España allende las fronteras, el más visitado por los turista propios y extranjeros, se asienta sobre un montón de irregularidades urbanísticas, algunas de hace 125 años que hacen dudar de si se trata de unas obras legales o alegales. Es decir, se hallan en el limbo.

La principal irregularidad del conjunto, hoy en día, son las propias obras de ampliación que se están llevando a cabo. La Sagrada Família es un Bien Cultural de Interés Nacional, una catalogación que gestiona la Generalitat de Catalunya con la supervisión del Ministerio de Cultura. Cualquier obra que modifique ese monumento, como es el caso de los trabajos en curso, precisa de la aprobación de la comisión de Patrimoni de la dirección general homónima de la Conselleria de Cultura. La no existencia de ese permiso podría llevar, cuando quisiera la

Administración, a la paralización de los trabajos. La ampliación del templo nunca ha pasado por la comisión de Patrimoni.

Es decir, el principal problema no lo tiene el templo con el ayuntamiento sino con la Generalitat, subsidiaria del Estado. En cuanto a los permisos municipales, la única licencia con la que cuenta el templo es la que el antiguo Ayuntamiento de Sant Martí de Provençals extendió a un proyecto que no iba firmado por Antoni Gaudí. Las obras por encargo de la Associació Espiritual de Devots de Sant Josep se iniciaron en 1882 con un proyecto del arquitecto Francisco de Paula del Villar. En 1883 se hizo cargo Gaudí, que no solo introdujo modificaciones sino que construyó sin pensar siquiera en la licencia concedida.

A PIE DE OBRA / Gaudí era de esos arquitectos que iban decidiendo sobre la marcha, y en la misma obra qué solución constructiva adoptar para resolver un determinado problema. La consecuencia de todo ello es que no existe ningún plano ejecutivo que consultar. Algo que hubiera sido ciertamente útil para la construcción del túnel del AVE.

Tras la licencia municipal de la extinta villa de Sant Martí, el templo no ha vuelto a pasar por el ayuntamiento. Ni tan solo para regularizar esas columnas que pisan la calle de Mallorca y sobre las que hay una discusión milimétrica sobre si invaden o no el espacio público. En cualquier caso, la renovación de esa antigua licencia pasaría, obligatoriamente, por la existencia del anteriormente citado visto bueno de Patrimoni.

El lío urbanístico relacionado con el templo no finaliza en lo que hoy ya está construido sino que se extiende hacia el futuro. En 1976, los redactores del Plan General Metropolitano calificaron las manzanas entre las dos islas que están delimitadas por las calles de Marina y Sardenya y Mallorca y Aragó de manera que fuera posible, en su día, construir una magna entrada al templo que se iniciaría en la avenida de la Diagonal.

FUTURA ZONA VERDE / El plan califica una amplia franja de 60 metros de anchura que ocupa la parte central de la manzana como de «a transformar en zona verde». Es decir, la palabra «transformar» sugiere que en 1976 aquello no era un erial, sino que había ya un tejido urbano consolidado.

Por si fuera poco, una de las últimas licencias que se dieron en Barcelona antes de la aprobación definitiva del PGM, fue, justamente, la del solar que queda frente a la fachada de la Glòria, adquirido por Núñez y Navarro. Una vez concedida la licencia, se calificó como de futura zona verde. Pero claro, con la obligación de indemnizar, cuando llegue el caso, a los que compraron el piso, los actuales vecinos.

La calificación de «a transformar a zona verde», que en términos urbanísticos recibe el código 17/6 ocupa solo la franja mencionada de 60 metros. En los extremos de las dos manzanas afectadas, las que dan fachada a las calles de Marina y de Sardenya, también ya construidas en 1976, recibieron el código 14a, es decir, zona a la espera de un plan especial.

Una calificación propia de solares aún vírgenes y que, en este contexto, algunos entienden que debe atender a una voluntad de reordenar la volumetría de los edificios con el fin de dar una imagen armónica al conjunto que rodearía al gran paseo.

EL PASO ELEVADO / Queda un último aspecto. El paso elevado sobre la calle de Mallorca. Ese nuevo vial peatonal podría solucionarse con otro plan de mejora, según fuentes urbanísticas consultadas por este diario.