Tres grandes bajo la luz

Tres grandes bajo la luz_MEDIA_1

Tres grandes bajo la luz_MEDIA_1

DAVID TORRAS
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Hace casi 100 días, 96 días exactamente, el Barça echó a perder lo que todavía hoy cuesta de creer: una Liga en casa. En 90 minutos. Toda una temporada concentrada en una hora y media, y ni siquiera así el equipo de Tata Martino fue capaz de rebelarse contra su caída y  competir frente al ímpetu, el carácter y la motivación que sí mostró el Atlético de Simeone, campeón inesperado ante la renuncia de los dos grandes, que fueron echando a perder un punto detrás de otro en un tramo final vergonzoso. Tan resignado estaba el Camp Nou a la tristeza y la pérdida de identidad que acompañaba a un Barça irreconocible que ni siquiera alzó la voz para pedir cuentas por un gol mal anulado a Messi que valía el título.

«No lo merecíamos, hubiera sido injusto», confesó ayer Alves, en un episodio más de la larga flagelación del vestuario después de meses y meses de hacer la vista gorda, y que hoy pagarán con la condena de ver por televisión la pelea por un título, la Supercopa de España como ya ocurrió hace una semana con la de Europa, que antes acostumbraban a jugar. Y a ganar.

Pocos culés esperan escuchar dentro de un año una frase parecida a la de Alves o las de otros jugadores asumiendo las culpas, ni siquiera en el caso de que el campeón vista de blanco o, quién sabe, si otra vez de rojiblanco. La llegada de Luis Enrique ha enterrado esa sensación de que en Sant Joan Despi reinaba el descontrol y un día día más que disipado que se acabó pagando caro. La consecuencia, después de un año casi en blanco, ha sido la apuesta por un entrenador de un perfil más cercano a Guardiola y a Tito, y muy alejado de la fallida apuesta de Rosell por Tata, y la mayor inversión de los últimos años para reforzar la plantilla (158 millones de euros, 80 descontando los traspasos)  con 8 caras nuevas, entre ellas dos porteros y una pieza obligada en cualquier equipo y que en el Barça parece tabú: el delantero centro. Ha tardado en llegar y cuando lo ha hecho se hará esperar. Hasta octubre. A Messi y a Neymar se les ha unido un tercer tenor: Luis Suárez.

FLORENTINO Y SUS CROMOS/ En el Madrid, ni el final de la larguísima obsesión por la décima, ha aplacado el aire galáctico que nunca ha perdido Florentino. Esta vez, la planificación deportiva que, por supuesto, no corre a cargo de ningún secretario técnico (Pardeza abandonó el cargo, tal vez por falta de trabajo) y se supone que llega como siempre  del ser superior, se ha activado en Brasil. Tres de los mejores cromos del Mundial se los quedó para su álbum: Navas, Kroos, después de que el Barça le rechazara, y James  Rodríguez, un talento que ha comprado a precio de Cristiano y Bale. Antes de empezar, el Madrid parece tener más de lo que necesita, y en ese difícil equilibrio con tanto nombre volverá a navegar Ancelotti, salvado por la campana quién sabe si del despido por un milagroso cabezazo en el minuto 94.

A Simeone y al Atlético, esa terrible desgracia, tal que fuera el Pupas de toda la vida cuando de la mano del Cholo ha dejado de serlo, no parece haberle alterado el alma ni el espíritu que le llevó a ser más grande que los dos grandes. Casi nadie creyó que se mantendrían en pie hasta el final, y lo hicieron, también el último día en el Camp Nou, reaccionando al gol de Alexis tras quedarse sin  Diego Costa y Arda. El cambio de su goleador por Mandzukic y la marcha de Courtois genera dudas. En el fondo, se impone la idea de que esta será una Liga de dos. Como siempre. Como la pasada temporada. Pero el campeón no es ninguno de los dos.