La Cofradía del Clavo Ardiendo hace sangrar la herida infligida por el PSG

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

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Emilio Pérez de Rozas

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Conozco el paño. Sé de qué va la historia. Y usted, también. Todos los culés, empezando por Joan Laporta y acabando por Xavi Hernández, contenían la respiración hasta anoche a las 23.56 horas. Creían, ingenuos ellos ¿es qué no conocen de dónde surgió la Cofradía del Clavo Ardiendo?, que podrían respirar algo más tranquilos con la eliminación del Real Madrid de la Champions. Y, encima, a manos de Pep Guardiola. Ya saben “del Madrid m’en cuido jo”.

Así que tras 120 minutos de fútbol (bueno, a fútbol solo jugó el MCity), una sencilla tanda de penalties, 33 disparos contra 8, 919 pases contra 458, 18 saques de esquina contra 1 y 68% de posesión contra 32%, el Real Madrid como (casi) siempre accedió a las semifinales de su Copa de Europa. Y, claro, la herida, a la que simplemente le pusimos una tirita esperando que el cirujano de Santpedor la curara, ha vuelto a sangrar ¡y de qué manera!

Contigo empezó todo

Fiarlo todo a los otros tiene estas cosas. El problema es que (casi) todo lo que dependió del Barça, en Montjuïc, en el partido de vuelta ante un vulgar PSG y un desaparecido Mbappé, que igual anuncia que es nuevo jugador merengue la misma noche que le birla la Champions al Real Madrid, fue un desbarajuste. Todo.

Porque con tanto árbitro (y no hubo, no, para tanto), todos olvidan que esto empezó con victoria azulgrana 2-3 en París y siguió con triunfo culé en el Olímpico (1-0), pero, luego, se les fue la cabeza a muchos, a un montón y el equipo, inmaduro, inexperto, poco preparado para una situación tan tensa y privilegiada como esa, volvió a venirse abajo en el peor momento.

Claro que todo empezó con hinchas culés apedreando el autobús de su equipo, por error. Siguió por otro error (de cálculo, de ímpetu mal entendido) de Araujo, continuó por el desquiciamiento, de nuevo y van mil, de Xavi, siguió por el viaje a la Luna del veterano Joao Cancelo y terminó con todo el equipo contagiado del histerismo del técnico de Terrassa, que en la única noche que debía mantener la calma volvió a convertirse en un volcán en erupción y dejó a sus jugadores en manos de su hermano Òscar, que, poseedor de un récord que también caducó, recibió una herencia demasiado desquiciada.

El técnico del FC Barcelona, Xavi Hernández, protesta a uno de los asistentes.

El técnico del FC Barcelona, Xavi Hernández, protesta a uno de los asistentes. / EFE/Alberto Estevez

Las horas siguientes a este presagiado desastre demostraron que, en efecto, todo estaba cogido con pinzas. Que la familia que componen, según Xavi, unos técnicos y unos jugadores maravillosos, únicos, cómplices, ha empezado a tirarse las ollas a la cabeza. Y, de nuevo, vaya, tuvo que ser Gündogan quien le enmendase la plana a su entrenador y al metepatas de Araujo. Y Koundé quien le mandase callar. Ya se sabe que Dios dijo hermanos, no primos.

Y lo peor está por llegar. Porque, repito, conocemos el paño y esto no lo arregla ni un 0-5, el domingo, en el Bernabéu donde, tal vez, jueguen Lunin, Lucas Vázquez y nueve del Castilla. Laporta no sabe qué hacer; Yuste no sabe qué decir; Echevarría no ha sido capaz de convencer a Xavi para que siga; Deco está esperando la orden de Jorge Mendes o el consejo de Pini Zahevi, que disfrutaron de sus asientos de lujo en el palco de Montjuïc; Masip anda desaparecido en combate y Manana espera órdenes. Alguien le ha pedido una lona, un eslogan, al bueno de Lluís Carrasco y se lo está pensando. Algo saldrá.

Calienta Márquez

Algunos escribimos ¿se acuerdan? que la decisión y anuncio de Xavi era una bomba de relojería en el bolsillo de la americana desabrochada de Laporta, que ha vivido todos estos meses creyéndose, no ya que accederían a las semifinales de la Champions o remontarían en LaLiga, sino que alguien, él mismo, el cuñadísimo, cualquiera (no Masip, desde luego) convencería a Xavi para que siguiera.

Y, de la misma manera que cuando ganaron las elecciones se dieron cuenta que no tenían plan alguno, ahora, hundido el proyecto, ni tienen dinero (bueno, sí, lo gastaron inadecuadamente, pero dinero tenían) ni entrenador.

Y, de pronto, vuelve a emerger el nombre de Rafa Márquez, el técnico del filial, sí, sí, el de la ‘photo opportunity’ de Palamós (equivocada, dicen). Márquez, aquel que fue descartado, el 8 de febrero de este año, por el propio Deco cuando dijo, en diversas entrevistas, que estaba haciendo un gran trabaja en el B “pero solo sería entrenador en caso de emergencia”. ¿Qué mayor emergencia, digo, que el lunes después de perder en el Bernabéu y tras caer en Champions?

Sería curioso que el técnico que debió ser ascendido el mismo día que Xavi anunció, por sorpresa, su dimisión diferida (“no, perdona, no te vas el 30 de junio, te vas hoy y mañana Rafa Márquez se hará cargo del equipo”), tenga, meses después, su oportunidad porque todo ha terminado fatal. O porque no hay otro plan. Ni proyecto. Ni lona. Ni eslogan.

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