ANÉCDOTAS DEL ENCIERRO

Un Mario que da gracias a Dios y otro que reclama un asado

Los rescatados en mejor estado dan paso a los más enfermos

EL PERIÓDICO

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El festejo por los mineros que subían eufóricos se está trocando ya en la visión de la factura que las duras condiciones de la mina están pasando a la salud de los que han permanecido bajo tierra durante 70 días.

Mario Gómez Heredia, el noveno en subir a la superficie, padece silicosis e hipertensión, por lo que representaba "el desafío más serio" para el equipo médico. Portando una máscarilla especial que le proporcionó aire con una elevada concentración de oxígeno, Gómez llegó a la superficie agitando una bandera chilena firmada por los 33 mineros y se arrodilló para agradecer a Dios haber salido con vida.

Gómez, que tuvo que recibir suplementos de oxígeno y utilizar broncodilatadores desde el exterior, empezó a trabajar en la minería a la edad de 12 años y tenía previsto jubilarse en noviembre próximo.

Mario reclama su asado

Mario Sepúlveda, un electricista de 39 años, el segundo de los rescatados, subió haciendo bromas a diestra y siniestra, y reclamando el asado que le habían prometido. Era una de las formas de expresar la tensión, los nervios y el aguante que han soportado durante 70 días y que ha tenido diversas plasmaciones.

Sepúlveda, que ofició de animador en los vídeos en que los atrapados describían las condiciones de su encierro, durante su ascenso lanzaba desde la cápsula gritos como "Ya pueees", que se escuchaban nítidamente en la superficie.

Ya arriba, antes de abandonar la cápsula, gritó "¡Viva Chile Mierda!", regaló a todos los presentes piedras minerales que sacó de una bolsa que llevaba especialmente preparada.

El rescatado, con una trayectoria de dirigente sindical, tomó la iniciativa en los abrazos, que repartió entre todos los presentes, dejando casi para el final, inadvertidamente, al presidente Sebastián Piñera, a quien finalmente aprisionó tres veces entre sus brazos. A su esposa, Elvira Valdivia que le esperaba junto a sus dos hijos, le dio solo un abrazo, por lo que alguien le dijo, "oiga, abrace también a su esposa", a lo que el minero respondió: "Con la vieja tenemos para toda la vida".

Desde el fondo de la mina, Sepúlveda había pedido en más de una ocasión que lo recibieran con un asado cuando saliera. Una vez instalado en la camilla en que sería trasladado al primer chequeo médico, dijo a los encargados: "Oigan, el asado no se me ha olvidado".

A dieta para caber en la jaula

El séptimo rescatado, José Ojeda, fue el autor de la nota que dio la vuelta al mundo anunciando que los 33 mineros estaban vivos. "Estamos bien en el refugio los 33", fue el mensaje que Ojeda escribió con lápiz rojo sobre un pedazo de papel blanco antes de atarlo al tubo de la sonda que el pasado 22 de agosto devolvió la esperanza a los angustiados familiares de los trabajadores.

Ojeda, de 45 años, viudo y con dos nietos, estaba a cargo de la maquina que perfora la roca para introducir los explosivos cuando el 5 de agosto le sorprendió el derrumbe junto a sus 32 compañeros. Con fama de cariñoso y chistoso, es el más corpulento de los mineros rescatados hasta el momento, todos los cuales siguieron una dieta especial para poder acomodarse en la estrecha cápsula de 54 centímetros de diámetro.

El más joven es padre

El más joven, Jimmy Sánchez, ha subido con una bandera del club de fútbol de sus amores, el Universidad de Chile, con la consigna: "Más que una pasión, un sentimiento". Los jugadores le habían hecho llegar una camiseta firmada. Algunos de los presentes le recibieron con gritos del equipo rival, el Colo-Colo.

Padre de un bebé de tres meses al que apenas alcanzó a conocer, Jimmy quiere casarse con su novia Helen Ávalos, de 17 años, aunque hasta ahora ha topado con la oposición de su padre, Juan Sánchez. "El 5 de agosto estaba perdiendo un hijo, hoy estoy ganando un hombre", comentó el padre mientras esperaba, con una camiseta del mismo club, el rescate de su hijo, de quien aseguró sentirse orgulloso.

El joven, que llevaba cinco meses trabajando en la mina al ocurrir el accidente, cuatro de ellos manejando explosivos, estudia en un colegio nocturno para completar su enseñanza media, el primer paso en su propósito de mejorar sus condiciones de vida.

Arengas en el interior

Juan Illanes, un exmilitar, casado y con dotes de liderazgo, cumplió 52 años durante su encierro, el pasado 19 de septiembre y fue recibido a la salida de la mina por su esposa, Carmen Baeza, quien nerviosa, se abrazaba al presidente chileno, Sebastián Piñera, en los minutos previos.

"¡Vamos Illanes!, ¡Grande Illanes!", animaban los miembros del grupo de rescate al minero en los últimos metros del ascenso. Cuando abandonó la cápsula, se escucharon los acostumbrados gritos de "¡Cheacheí, Chi, Eleé, Lé, Viva Chile!.

En los primeros días tras el derrumbe, Illanes arengó a sus compañeros de que solo con disciplina y organización podrían salir adelante, lo que fue bien acogido por los atrapados, que, sin embargo, prefirieron como líder al topógrafo Luis Urzúa.

Con un hermano en las profundidades

El primero de los rescatados, Florencio Ávalos, solo descansará tranquilo cuando vea a su hermano Renán, atrapado también en la mina, de nuevo junto a él. Renán de 29 años, tiene el número 25 en el turno de salida.

El padre de los Avalos, Alfonso, ha explicado que los 70 días han sido "muy terribles". "Tengo que abrazarlos y decirles que los quiero", señaló emocionado. "Todos los días he pensado en ellos. Gracias a Dios van a salir", añadió.