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El velo islámico no debería ser un motivo de preocupación

Cuatro mujeres vestidas con velo islámico, sentadas en un banco de Cunit (Baix Penedès) la semana pasada.

Cuatro mujeres vestidas con velo islámico, sentadas en un banco de Cunit (Baix Penedès) la semana pasada. / XAVI MOLINER

Vuelve el mismo tema actual de siempre, el velo islámico y las salidas profesionales. No hay suficientes problemas mundiales que debemos preocuparnos por las mujeres musulmanas y su opresión y sumisión al velo.

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No nos interesan ni los recortes, ni las elecciones, ni la victoria de Rajoy después de ser votado por este pueblo que al mismo tiempo se quejaba de su forma de dirigir el país. No nos preocupa la pobreza, la educación y la crisis laboral que está sufriendo España, ni tampoco las guerras actuales que están siendo provocadas por todo el mundo gracias a los intereses políticos que hay detrás. No, nada de esto. Nos preocupa el velo islámico, aquel 'trapo' que utiliza la mujer musulmana sintiéndose feliz y orgullosa de llevarlo.

Ese es el problema actual mundial. Y a esto, gracias a ello, y a su fama, el mundo avanza tan rápidamente que nos dejamos llevar por la atracción y las ganas de llevarnos mal con los demás y hacernos superiores a la raza diferente a la nuestra. Esas ganas de infravalorar a los demás por ser diferentes.

Y yo me pregunto, como mujer española/catalana con orígenes marroquís y musulmana ante todo, ¿hay algún llamamiento de las mujeres musulmanas? ¿Algún escrito? ¿Algo que os permita defender esa ‘postura’ de que la mujer es oprimida por el velo que lleva? ¿No queréis entender que somos felices con lo que llevamos y que es cuestión propia?

No hay suficientes problemas como las violencias de género que hay, las violaciones, la pedofilia, los robos políticos, el impago de la hacienda por algún jugador, la crisis nerviosa y psicológica de aquellos que se quedaron sin trabajo.

No nos interesa eso, pero sí la mujer musulmana. Debería sentirme orgullosa que por lo menos estén luchando a mi nombre sin yo haberlo perdido. Vaya hombre, gracias por preocuparos por mi opresión social y religiosa.

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