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La moción de censura de Podemos, pura estrategia

Irene Montero, portavoz de Unidos-Podemos en el Congreso, registra la moción de censura, ayer.

Irene Montero, portavoz de Unidos-Podemos en el Congreso, registra la moción de censura, ayer. / EFE / EMILIO NARANJO

Jesús Pichel

Unidos Podemos ya ha presentado en el Congreso de los Diputados su moción de censura que defenderá Iglesias Turrión como aspirante a la presidencia del Gobierno. Pero el propio Iglesias ya ha aclarado a su Consejo Ciudadano Estatal que sabe que no será presidente del Gobierno, que el objetivo de la moción es señalar un futuro distinto, que donde importa ganarla no es en el Parlamento, sino en la calle. Según ha dicho, es una manera de decir que España es mejor que su Parlamento.

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En nuestro sistema político los ciudadanos no elegimos al presidente del Gobierno directamente. Elegimos a los diputados, y es el Congreso quien lo elige. Por eso, la Constitución prevé dos mecanismos para regular las relaciones entre Gobierno y Cortes Generales: la moción de censura, presentada como mínimo por 10% de los diputados, y la cuestión de confianza, que puede presentar el presidente para ratificar su política (ganando de nuevo la confianza que obtuvo al ser investido). La moción de censura necesita de mayoría absoluta para salir adelante; la cuestión de confianza, de mayoría simple.

Es de agradecer que haya explicado con tanta claridad que está utilizando estratégicamente (como hicieron González y Hernández Mancha), un instrumento parlamentario. Quizá por eso no ha tenido reparo en advertir que presentará un programa de gobierno que tiene que ir necesariamente más allá de nosotros mismos. Una forma de decir que lo que presentará no es exactamente su programa de gobierno, sino algo más allá (quizá la transversalidad del desplazado Errejón). A fin de cuentas, sabe que ni tendrá que llevarlo a cabo, ni nadie podrá reprocharle que no lo cumplió. Y, gracias a su exceso de sinceridad, ahora todos sabemos que el programa que presente no es el de verdad.

España es mejor que su Parlamento es un buen titular populista (sustituto de aquel no nos representan que ahora, sentado en su escaño de representante, no puede utilizar) pero ciertamente peligroso porque cuestiona el sistema democrático. Demasiada sinceridad.

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