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"El maquinista se bajó del tren y se fue. Resultado: 30 minutos de retraso"

Un tren de Rodalies, en una imagen de archivo.

Un tren de Rodalies, en una imagen de archivo. / ALBERT BERTRAN

Lunes, 12 de abril de 2016. Estación ADIF de Paseo de Gràcia de Barcelona. 19:29: hora prevista de llegada del tren de Rodalies Catalunya-Renfe procedente de Estació de França y con destino San Vicenç de Calders. El tren llega con media hora de retraso, a pesar de que el origen del tren, Estació de França, es la estación anterior. Un día más, una vez más.

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Parada en la estación de Bellvitge: parada no prevista por causa de fuerza mayor. Ha habido que desalojar a una pasajera del tren por indisposición, que ha sido trasladada a una ambulancia. Lamentablemente, el retraso aumenta 5 minutos más. Aumento de retraso, en este caso, más que justificado. Parada en la estación de Cunit: el maquinista abandona el tren y a sus pasajeros. Justifica su acción comunicando a los viajeros que su jornada laboral ha finalizado. El recorrido del tren finalizaba tres estaciones más allá, unos 10 kilómetros más. Los pasajeros no tienen más remedio que esperar al siguiente tren: 30 minutos más de retraso. Un día más, una vez más.

Ante la normativa europea que obliga la liberalización del sector ferroviario, separando la gestión del transporte de la gestión de la infraestructura, ahora, aparecen más interlocutores: Renfe, Rodalies Catalunya, ADIF... y demás. Con todo ello el pasajero muchas veces no sabe donde debe pedir información, reclamar los daños y perjuicios de retrasos injustificados y exponer la impotencia por la falta de responsabilidad y profesionalidad ante acciones como las de este maquinista. Además, todas estas empresas, no será la primera vez, se excusan de su inoperancia, achacando la culpa de unas a otras, y el sufrido pasajero entre medio, cual pelota de una partida de pimpón. Antes, los sufridos pasajeros solamente debíamos reclamar ante una sola empresa: Renfe, aunque muchas veces sólo teníamos derecho al pataleo, y a rezongar el famoso y popular: “Rogamos Empujen Nuestros Ferrocarriles Estropeados” (RENFE). 

Como nieto y sobrino de antiguos ferroviarios de la Compañía de lo Ferrocarriles de España --luego integrada en RENFE-- realmente añoro la profesionalidad de los ferroviarios en los tiempos del vapor, no tan lejanos, que sentían orgullo de su labor, y a los que nunca se les ocurrirían acciones como la de este maquinista, llevando el tren hasta su destino final aunque su jornada laboral hubiese ya finalizado, acción seguramente justificada por el SEMAF. Actualmente, esta despersonalización del servicio, esta pérdida de orgullo de ser ferroviario, y esta separación de la gestión del servicio por diferentes empresas, no está produciendo más que quejas de los pasajeros y mala imagen, de este mal llamado, servicio público.

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