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"Los ciclistas somos el último escalón en la calzada"

Flores, velas y una ’estelada’ en el lugar donde atropellaron a Muriel Casals, esta mañana, en la confluencia entre las calles Urgell y Provença.

Flores, velas y una ’estelada’ en el lugar donde atropellaron a Muriel Casals, esta mañana, en la confluencia entre las calles Urgell y Provença. / IOSU DE LA TORRE

Esta mañana me he sumado como espontánea en una discusión de tráfico. Un motorista, en una maniobra irrespetuosa, ha derribado a un muchacho en bicicleta y para su asombro, además de los insultos e imprecaciones del joven caído, por la retaguardia se ha sumado una señora de más de 50 años que ha prolongado la discusión incluso después de que el joven se hubiera marchado… Esa “loca” era yo.

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Diré, por coquetería que tengo más de 50 años y un fuerte vinculo emocional con mi fémur y me he incorporado, por convicción y porque tengo una profesión muy sedentaria, al batallón de ciclistas variopinto de la ciudad, desde jovencitos temerarios, como son los jovencitos lleven el vehículo que lleven, a mamás, niños, señoras de más de 50, personas mayores, ejecutivos y miles de muchachitas de faldas floreadas.

Me he asombrado al oír del motorista la queja “es que hacéis lo que queréis…”, y si no fuera porque había un chico en el suelo hubiera sido para echarse a reír al oír las mismas quejas que profieren tradicionalmente los automovilistas respecto a las motos en boca del motorista…sin hablar de que los mismos automovilistas a veces “hacen lo que quieren”.

Somos el último escalón en un ejercicio de ciudadanía y de cultura que nos ha permitido pasar de las leyes naturales donde el fuerte se come al débil, al intento de regular con leyes la convivencia. Aunque más allá de eso, en esta ciudad, donde tanto coches como motos, taxistas y ciclistas a veces no somos tan rigurosos como deberíamos con las normas de circulación, me gustaría recordar las palabras de Aristóteles: “Un Estado es gobernado mejor por un hombre bueno que por una buena ley”.

Así que apelo a los conductores para que recuerden que sobre la frágil bicicleta que les molesta y a la que avasallan circula alguien delicado, que puede romperse si lo tratan sin cuidado, que lo cuiden mas allá de la ley, como lo haría un hombre bueno, porque a veces todos circulamos mal pero procuremos no hacernos daño.

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