Laicidad y república van de la mano

El 18 de julio de 1936, un golpe de Estado comenzó una guerra civil en España, con consecuencias genocidas durante la guerra y después . Más de 80 años después, muchos de las víctimas, defensores de un poder establecido democráticamente como era la Segunda República, todavía están en las cunetas y no han recibido una sepultura digna, pese a la existencia de una ley de Memoria Histórica, y ello, con el beneplácito de algunos gobernantes. Mientras, este mismo mes de julio, en pleno siglo XXI, se han realizado homenajes a los "torturadores". Y lo peor es que en estos homenajes se conmemora, por parte de algunos, pese a la ley de Memoria Histórica aprobada por el Parlamento, la perdida de derechos y libertades que aún no hemos recuperado y que están provocando desigualdades que con la República se habían conseguido (o se estaba en proceso de conseguir). 

Entre esos derechos y libertades estaba la laicidad, y con ello un Estado laico que la República defendía. Y es que el laicismo viene de la palabra 'laico',  que significa decisión de todo el pueblo. De ahí que la laicidad sea la fuente del republicalismo, puesto que el objetivo primordial de la República es defender y potenciar la voluntad y decisiones que el pueblo decide y propone.

Un Estado es más repúblicano cuanto más laico es. Solo los enemigos del laicismo, y con ello del concepto de república, quieren trocear la universalidad de los servicios públicos y su privatización o mercantilización. De ahí que laicidad y republicalismo vayan de la mano.