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Carta al Urbano que fue un héroe en el aeropuerto de Estambul

Víctimas, policías y personal sanitario, en el exterior del aeropuerto Atatürk de Estambul.

Víctimas, policías y personal sanitario, en el exterior del aeropuerto Atatürk de Estambul. / REUTERS / ISMAIL COSKUN

Marta Juanes

A pesar del reciente atentado en el aeropuerto de Atatürk, no pensé que fuera a pasar nada cuando el día 15 de julio hice escala allí. Cuando me marché aquella mañana de casa con ganas de empezar mis vacaciones, no sabía el horror que iba a vivir durante las siguientes horas. Nunca olvidaré el terror de ver tanques a unos metros de mí o el pánico absoluto al escuchar disparos y buscar, desesperada, un hueco debajo de los asientos de la terminal. Hay otra cosa que tampoco olvidaré: al joven policía que fue un héroe. Cuando empezaron los problemas en el aeropuerto y todo el mundo empezó a correr y a lanzarse al suelo, él no se escondió. Saltó encima de la chica que iba a su lado para protegerla con su cuerpo de cualquier posible impacto y, cuando todo pasó, desapareció unos minutos para volver acompañado de españoles asustados que había ido localizando por el aeropuerto.

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Miles de personas irrumpieron dentro de la terminal, armadas con palos y pistolas, ondeando banderas de Turquía. Todos perdimos el control, todos nos escondimos cada vez que un sonido inesperado rasgaba el silencio y temblábamos deseando que aquello acabara. Todos menos él. Cada vez que el sonido de un disparo resonaba en la noche y la gente se peleaba por encontrar un lugar en el que esconderse, él se aseguraba de que su chica estuviera protegida y, a continuación, se quedaba al descubierto cubriendo a niños y ancianos con el equipaje que había en el suelo.

No hablé con él hasta un rato más tarde, cuando me preguntó si estaba bien. Me ofreció que me quedara con ellos hasta que todo pasara y le felicité por su sangre fría. Me dijo con humildad que era su deber, y me explicó que era guardia urbano en Barcelona. En medio de tanto miedo, entendí algo que antes no entendía: quizás no todos los policías habrían actuado como él, pero gracias a los que sí, podemos vivir con calidad. Gracias a esos héroes anónimos que se enfrentan a peligros que ni sabemos que existen, vivimos sin terror.

Donde estés, gracias.

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