Más calle, menos consumo

La Pàjara de Terrassa, en plena actuación, este sábado por la noche en la cudad vallesana.

La Pàjara de Terrassa, en plena actuación, este sábado por la noche en la cudad vallesana. / periodico

ELISABETH ROUTA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Terrassa despidió el sábado de Fiesta Mayor con la inconfundible voz de Alaska inundando la Rambla de un electro pop que apasiona a su público, mientras The Pinker Tones llenaban el Vapor Ventalló de una fusión de estilos sorprendente. Fangoria ha sido uno de los conciertos estrella del fin de semana y derrochó su glamour en el mismo escenario donde el viernes actuó el grupo catalán Mishima y dónde lo hará hoy el cantautor Alex Ubago

Música para todos los gustos en un escenario que solía estar ubicado en el extremo sur de la Rambla y en esta ocasión se ha trasladado al Parc dels Catalans. Un cambio aplaudido por el público, que este año dispone de más luz y más espacio para disfrutar de las actuaciones, y una buena noticia para el césped del parque, que evitará se convierta en un vertedero.

La oferta musical se multiplicó en la noche estrella de la Fiesta. Dyango llenó la Plaça Nova y deleitó a un público fiel, mientras la Plaça Vella se transformaba en una pista de baile con el ritmo de la Salseta del Poble Sec. Los míticos cafés y restaurantes del centro se llenaron a lo largo de la tarde, aunque en la mayoría de mesas tan sólo había algunas bebidas y aún quedaban sillas libres en los salones de té que se han puesto de moda en los últimos meses.

Salir de casa implica consumir, pero los bolsillos se resienten y la gente lo sabe. Una horchata mientras paseas, un globo de helio de Hello Kitty, un algodón de azúcar rosado, un ticket de la tómbola, una manzana caramelizada... Consumiciones típicas de Fiesta Mayor que empezaron a frenarse hace un par de años. La vendedora de frascos para hacer pompas de jabón cuenta que tiene a su hija y a su hermano vendiendo globos a cada extremo de la Rambla, pero que este año “no van a vender demasiado”. Se recorta en gastos superfluos y se apuesta por consumir menos y callejear más.

Niños y mayores acudieron al centro de Terrassa para disfrutar de la Cercavila y contagiarse de tradiciones locales que convierten la tarde del sábado en un encuentro cultural de excepción. Los más pequeños del Esbart Egarenc danzaron con sus mejores vestidos y 'espardenyes', pendientes en todo momento de la Papallona de Sant Pere, un simpático bicho que dispara chorros de agua a cualquiera que se le acerque. Las bestias, 'colles', 'diables' y agrupaciones de la ciudad llenaron la Plaça Vella de espíritu festivo. Cascabeles y grallas acompañaron el Ball de Bastons más sorprendente: utilizaron 'sticks' de hockey, un guiño a la fantástica temporada del deporte estrella de la ciudad. Pronto Minyons y Castellers construyeron sus 'castells' de vigília con seguridad e ilusión, tan sólo un preludio de lo que ocurrirá en la Diada del domingo.

Las terrazas no se llenaron hasta la cena y largas colas esperaban conseguir un bocadillo en alguno de los puestos instalados en las calles. La cena del sábado es cita imprescindible para prepararse para el desfile del fuego. Todas las bestias de Terrassa esperaban su momento: el Drac fue el anfitrión de la marcha, seguido de cerca por las chispas de los Diables y el calor indescriptible del fuego. La Pájara de Terrassa exhibió sus encantos y aprovechó cualquier ocasión para escupir fuego: su silueta se dibujaba en las ventanas oscuras del lujoso Hotel Vapor Gran, declarado insolvente hace meses, creando una imagen aún más tenebrosa.

La Fiesta Mayor parece estar reactivando los comercios y restaurantes de esta zona industrial reconvertida en el nuevo centro de Terrassa, aunque lo más probable es que sólo sea un espejismo. El 40% de los locales del complejo comercial siguen vacíos, sólo unos pocos negocios consiguen mantenerse y da la sensación de que las tiendas no consiguen el público que necesitan. Muchos metros cuadrados por llenar, alquileres desorbitados, pocos bancos, un parque infantil diminuto... la zona suele estar casi desértica, así que la Fiesta Mayor podría ser un primer paso para tratar de situar el Vapor Gran en el mapa de la ciudad.

Lea la anterior crónica de Elisabeth Roura aquí Lea más informaciones de Terrassa en la aquí

edición local