Tenis

50 años de la batalla de los sexos que ganó Billie Jean King

La número 1 mundial derrotó a Bobby Riggs en un histórico partido en el que reivindicó la igualdad de las mujeres en el deporte y la credibilidad del tenis femenino profesional.

Billie Jean KIng y Bobby Riggs

Billie Jean KIng y Bobby Riggs / BOSTON GLOBE

Jaume Pujol-Galceran

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Astódromo de Houston, martes, 20 de septiembre de 1973. A un lado de la red, Bobby Rigss, 55 años, campeón de Wimbledon en 1939, tan fanfarrón como bocazas; al otro Billie Jean King, 29 años, número 1 mundial del naciente circuito femenino. En las gradas más de 30.472 personas y 90 millones de telespectadores para asistir en directo a la “batalla de los sexos”, mucho más que un partido de tenis entre un hombre y una mujer.

En juego 100.000 dólares como premio al vencedor, aunque lo único importante para King era la responsabilidad de afrontar un duelo en el que la tenista sentía que defendía a todo un sexo. “Creo que si pierdo ese partido, será como retroceder 50 años”, había dicho la tenista en una de las pocas declaraciones que hizo antes de saltar a la pista.

King aceptaba el reto lanzado por Riggs ante de la petición de las tenistas profesionales que pedían igualdad de premios en los torneos. Ganar el título en Wimbledon, en el inicio de la era Open (1968), le supuso a Rod Laver un premio de 2.000 libras esterlinas (unos 40.000 euros en la actualidad), mientras King tuvo que conformarse con 750 (13.000) como campeona femenina. Una diferencia que en otros torneos que no fueran los Grand Slam era aún mucho mayor.

Contrato por un dólar

Ante esa situación injusta King y otras ocho tenistas (‘Las 9 de Houston’, se las llamó) firmaron un primer contrato profesional por solo un dólar para crear el circuito profesional Virginia Slims, cuyo primer torneo se celebró en Houston en 1970, con el apoyo mediático de Gladys Heldman, editora de la revista World Tennis, y el económico de Joe Cullman, alto ejecutivo de la empresa tabaquera Philip Morris. Una aventura tan valiente como criticada por los estamentos tenísticos oficiales de entonces que la veían abocada al fracaso. 

Cuatro meses antes de ese partido, el 13 de mayo de 1973, en el día de la madre en Estados Unidos, Riggs, que no conseguía enfrentarse a King, disputó una exhibición ante la australiana Margareth Court a la que se impuso por un contundente 6-2 y 6-1, en poco más de una hora. La campeona de 24 Grand Slams, de 31 años, lejos de su mejor forma aceptó jugar, pero sin liderar ningún tipo de reivindicación como hacía King, con la que mantenía un pulso fuera de las pistas en la defensa de las tradiciones y las diferencias entre hombres y mujeres con declaraciones homófobas y racistas a lo largo de su vida en las que se mostró a favor del Apartheid en Sudáfrica, declarar que el tenis está "lleno de lesbianas" o que los niños transgénero son "obra del diablo".

Insultos sexistas

Tras su contundente victoria ante Court, Riggs lanzó de nuevo el guante a King que, hasta entonces, se había negado a formar parte de aquel despreciable show. “Las tenistas no tienen estabilidad emocional para ser deportistas y deberían restringir su actividad a la cama y a la cocina, llegó a decir públicamente Riggs ante un auditorio que entonces reía sus gracias.“Quiero a Billie Jean King”, insistió. “Jugaré con ella donde quiera. En tierra, hierba, cemento…con patines si hace falta, si lo cree óptimo”.

King, finalmente, aceptó jugar contra Riggs para poner fin a la polémica a pesar de que no tenía nada que ganar y consciente de que una derrota habría sido un duro golpe a la credibilidad del tenis femenino profesional. El partido se convirtió en un plebiscito sobre la legitimidad de las mujeres para practicar deportes de competición y, en general, sobre sus derechos sociales.

Un cerdo de regalo

King entró en la pista como si fuera la emperatriz Cleopatra, montada en una litera adornada con plumas llevada por cuatro hombres musculosos con el torso desnudo vestidos al estilo de los antiguos esclavos. Riggs lo siguió en un carro tirado por un grupo de modelos. Riggs le regaló a King una piruleta gigante de la marca de caramelos Sugar Daddy, y ella le respondió ofreciéndole un pequeño cerdo. Entre los invitados en el palco estaba el pintor Salvador Dalí y el cheque del premio lo entregó George Foreman, entonces campeón mundial de los pesos pesados.

Riggs había recibido 50.000 dólares (335.000 euros de hoy) por usar una chaqueta amarilla de Sugar Daddy durante el partido, pero que se quitó después de tres juegos y no pudo hacer nada. King lo arrolló sin contemplación por 6-4, 6-3 y 6-3. Días antes los organizadores del Abierto de Estados Unidos habían anunciado la igualdad de los premios de hombres y mujeres en el Grand Slam que entonces se disputaba en Forest Hills.

“Era importante ganar, si queríamos que la gente se tomase el tenis femenino y a las mujeres en serio”, explicaría King, cuando la película de ‘La Batalla de los sexos”, se presentó en el cine en 2017. ““Sé que el combate contra Riggs tocó el corazón y la mente de la gente porque todos los días desde ese combate alguien ha mencionado el tema. Les dio a las mujeres confianza en sí mismas para pedir lo que quieren y necesitan porque nos enseñan a no hacerlo. Muchas mujeres me han contado cómo cambió sus vidas o la vida de su abuela o quien sea", ha destacado Kibg en una entrevista a la revista People, estos días.

"Justicia social"

La ex tenista estadounidense considera un ejemplo de “justicia social” que Coco Gauff ganara este año el US Open. "Fue simplemente fantástico. Cuando la veo, ella es la razón por la que luchamos tan duro hace 50 años. Va a ser realmente fantástica para nuestro deporte y creo que es una gran fuerza".

Pero 50 años después de aquel 21 de septiembre de 1973, las diferencias económicas siguen latentes en el circuito femenino y masculino como demuestran los premios para los campeones en las Finales de la ATP y la WTA, donde participan los ocho mejores del año y donde Novak Djokovic recibió el año pasado en Turín un cheque de 4.470.000 dólares por el título y la francesa Caroline Garcia 1.680.000 dólares, en Guadalajara (México).

La igualdad de los premios solo se ha conseguido hasta el momento en los Grand Slam y en los Masters 1.000 de Indian Wells, Miami y Madrid, aunque la WTA ha lanzado un plan para conseguirlo en su circuito fijado en 2033.