El domingo, en La Sexta

Gonzo, en 'Salvados': “Fue raro contar una historia de abusos que es la tuya también”

El periodista gallego Gonzo, responsable de 'Salvados'

El periodista gallego Gonzo, responsable de 'Salvados' / LA SEXTA

Inés Álvarez

Inés Álvarez

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Gonzo (Fernándo González, Vigo, 1976) se enfrenta este domingo (La Sexta, 21.30 horas) a su programa más personal, ya que aborda los casos de abusos físicos (castigos y agresiones sexuales) y emocionales sufridos en su colegio de Vigo a manos de sacerdotes jesuitas. Además de con el responsable de la Compañía de Jesús en España para los 68 centros que tiene en el país, el periodista habla con algunos excompañeros sobre sus experiencias (incluidas las propias). Y también con algún profesor y con sus propios padres, para intentar entender el silencio encubridor de unos y otros que permitía que estas situaciones se perpetuaran.

Un periodista debe evitar el protagonismo. Pero, en este caso, era necesaria tal implicación, ¿cierto? 

Sí. Fue rara esa sensación de contar una historia que es tu historia también. Pero si lo afrontas, lo haces con todas las consecuencias. Sería ridículo contarla como otras. Y, de hecho, le da cierto valor. Ser el protagonista no es que periodísticamente sea algo habitual o lo ideal. Pero cumplo más una función como protagonista que presenta a otras personas y acerca ciertas historias. Durante años he intentado convencer a pesonas para que se sentasen conmigo y hablasen de cosas no muy agradables. Un compañero me dijo: "Esta vez esa llamada te la debes hacer a ti. Si crees que lo que tienes que contar va a ser útil para algunos y para que esta historia se conozca, sácate del prisma de la primera persona". Y esto es lo que hemos conseguido: que ese protagonismo sirviera para animar a otros a que participaran en el programa.

Como a algunos de sus excompañeros.

Hemos hablado horas y horas en una cafetería enfrente del colegio. No tendría sentido hacerlo en una silla y en un contraplano. Una relación de confianza se nota en lo que hablas, cómo hablas, el lugar y, al tratarse de un programa de televisión, dónde pones la cámara.

Parece que ahora nuestros niños se enfrenten a muchos peligros, pero en otras épocas tampoco se quedaban cortos.

Había una normalización de situaciones que no son normales y que afectan a todo. Ponemos en la picota a la gente adulta, pero cuando tu ves de niño el insulto; la bofetada, que iba más allá de la bofetada... Porque algunos castigos físicos rozaban lo sádico. Que te den con un cartabón en la cabeza, que se coloquen un anillo para hacerte daño, que te insulten, no era normal. Y como tus superiores tenían todo el derecho del mundo a decirte que eras basura, tus iguales se sentían habilitados y pasabas a la clasificación del compañero al que le puedo putear, reírme de él, acosar y pegar. Con lo que fuimos personas que crecimos pensando que eso era lo habitual.

Triste enseñanza.

Así lo crees. Hasta que sales de ese lugar y conoces a otras personas. Y cuando lo cuentas de modo alegre, te dicen: "Pero tú, ¿en qué sitio estudiabas?". Y si pasas a los abusos sexuales, todo salta. Aunque estos no dejan de ser la concreción y máxima expresión de un ambiente o de un sistema de educación que había aquellos años en los que si un alumno no era como el profesor quería, era un auténtico pelele al que se podía hacer cualquier daño físico o emocional.

Cuenta con un testimonio durísimo de abuso sexual.

Es muy duro, sí. Aún arrastra las consecuencias. Y esta entrevista impacta tanto porque no lo dice desde el rencor, sino de la falta de comprensión de por qué tuvo que pasar por aquello. Y cuenta que sus padres no quieren que hable, pero ha superado el miedo y ha dicho: lo voy a contar. Con 50 y pico años y una vida plena como la que tiene este amigo, que aún tenga que pensar si tiene que contar algo que te pasó cuando tenía 7 u 8 años... Es muy sintomático del poso que te queda cuando has pasado situaciones así.

Gonzo, con una víctima de abusos sexuales, en 'Salvados'

Gonzo, con una víctima de abusos sexuales, en 'Salvados'. / Atresmedia

Se pone sobre la mesa que el desconocimiento o el silencio por parte de padres y otros profesores contribuyó a que se perpetuaran.

Por supuesto. La impunidad permite un encubrimiento que no es legítimo ni correcto. Pero aquí, además, había protección. Ese es el problema. Y tenía que ser algo muy grave para que se tomara cartas en el asunto, que era cambiarlo de centro para separar a la víctima de su abusador. Pero a quien estás protegiendo es a este, porque lo pones ante otras víctimas, con el expediente limpio. Me gustaría que lo viera gente joven. Si pasas por algo así, callártelo es peor. Lo que hay que hacer es hablarlo y buscar apoyo, porque la víctima no es la responsable.

Duele, sobre todo, el papel de los padres. Y eso lo aborda en primera persona. 

Imagina lo complicado que fue para mí que empezáramos por casa. Porque era un viaje al pasado escolar y hablarlo con las personas que decidieron que fuese allí. Y que se entendiese por qué unos padres de una familia de clase obrera, en el año 82, en una ciudad como Vigo, quisieron que su hijo fuese a un colegio que quedaba en la otra punta de la ciudad y que más bien era un centro para chavales de otro origen familiar y social. Una de las cosas que escuchas es: pues no haberlo llevado a un colegio de curas. Esa capacidad de juzgar sin entender los porqués me gustaba poderla tratar con mis padres. Ver también cómo con el paso de los años, sabiendo que ha pasado algo, a veces prefieres no enterarte. Lo que acaba diciendo mi padre es: "Con lo que sabemos hasta ahora, sí te hubiéramos vuelto a mandar ahí. Ahora queremos ver si hay alguna sorpresa más". El programa más del colegio va de las personas que convivimos allí y de cómo 30 años después vuelves a hablar de las historias como si las estuvieras viviendo: con precaución y algún grado de sentirte responsable de algo de lo que pasó. Es tremendo que una señora de 70 pico y yo, con 40 y pico, tengamos dudas de qué se puede decir y qué no. 

A Jordi Évole se lo intentan decir. Algunos periodistas opinan que no debería haberle dado voz a Josu Ternera. ¿Hay que hacerlo, aunque incomode?

Para mí ejercer periodismo es dar voz. Y eso no significa comprar el discurso de la persona. Al contrario, muchas veces das voz a alguien para que se caiga un mito. Quién es nadie para decirle a quién puede entrevistar o no. Yo le agradezco mucho a Jordi que le haya hecho esa entrevista. Porque los mitos y las leyendas se caen cuando te acercas a ellos. Y Jordi consigue en 'No me llames Ternera' que cuando escuchas a alguien que tiene esa aureola de violento, de persona fría e inteligente que ha puesto todo su talento al servicio de una causa deleznable, pienses: ¿y este era el listo de esa banda de asesinos? Lo ha dicho Carlos Herrera, ni más ni menos: "En absoluto esto es blanquear a ETA". Es acojonante cómo se intenta condicionar a la gente antes de haberla visto. Para mí, con esta entrevista se ha desmontado el mito, la leyenda, del asesino Josu Ternera.

Aunque un periodista sabe que no se equivoca, cuando recibe críticas de uno y otro lado.

Algo bien habré hecho, solemos decir. Aunque a nadie le gusta recibir. Los que nos dedicamos al periodismo somos conscientes de que esto algo te va a llegar. Si una de las sensibilidades dice que bien y otra, que mal, algo habrá pasado ahí. Pero cualquier periodista se sentiría bien cuando desde un lado y de otro las críticas sean razonadas, argumentadas y, sobre todo, en base a los que has visto. Porque es muy desagradable que cuando has hecho un esfuerzo tremendo, haya gente que diga que no hay que verlo. Ahora, si una vez visto, una parte y otra dice me ha gustado por esto o no me ha gustado por esto, eso da elementos para que se pueda valorar y opinar. En ese sentido, bienvenidas sean todas las opiniones. Pero argumentadas.