TÚ Y YO SOMOS TRES
Mis manos en tus mejillas... ¡ahh!
Dos Mercedes, un Lexus, un Audi y un taxi. Los presidenciables iban llegando. La heroína de esos instantes fue María Casado, presidenta de la Academia de TV. Hacía un frío que pelaba. Carlos Franganillo (TVE-1) hasta llevaba bufanda. Y María, juncal, atlética, bien fibrada, desafiaba al relente con un traje sin mangas. A todos les dio dos besos cuando se iban apeando de los cochazos. Pero solo a tres les dio el plus de la caricia en la cara: a Sánchez, a Iglesias y a Casado. Les cogía las mejillas con las manos. Reinventaba aquella dulce canción, Mis manos en tu cintura, (en tus mejillas en este caso), de Salvatore Adamo.
La realización dejó mucho que desear. Discutible iluminación. Planos aquejados de un estrabismo raro. Al diseñador de los atriles deberían mandarle de aprendiz a la Bauhaus. Construyó unos artefactos con un frontis elevado, un repechón, que les tapaba hasta más arriba del plexo solar. Sufrían los más bajitos, como Casado. Parecía un colegial sacando la cabecita detrás de un pupitre escolar. A Rivera le tenían preparado un alzador, un pedestal. Pero lo retiraron. Bien retirado. O pedestales para todos o para nadie. Sánchez, con su altura natural, dominaba el panorama. No es culpa suya ser alto.
Correctos los moderadores Vicente Vallés y Ana Blanco. Solo un instante discutible, cuando Casado apremiaba a Sánchez («¿Pactará con independentistas y con Bildu? Conteste, ¿sí o no?»). ¡Ah! Se produjo entonces un amago de silencio, uno de esos silencios que pueden llegar a ser tremendos, pero intervino rapidísima Ana Blanco («El señor Rivera habia pedido la palabra»), salvando la incomodidad del presidenciable. No sé si es función de un moderador salir en socorro de nadie.
Deliciosos los intentos de aproximación de Iglesias hacia Sánchez («¡Unamos nuestra valentía con su experiencia, unámoslas!» le decía ilusionado). ¡Ah! Cuentan que una vez Einstein le dijo a Marilyn: «Usted y yo deberíamos tener un hijo: heredaría mi inteligencia y su encanto». Es una cita muy buena, pero creo que es falsa.
Y Abascal metiendo miedo a todo trapo («¡Elegid: o autonomías o pensiones!»), y rematando con frase lapidaria: «Solo los ricos se pueden permitir el lujo de no tener pátria». Ni siquiera es suya, es del fundador de la Falange Española de las JONS, Ramiro Ledesma Ramos.
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