Crisis migratoria

Los migrantes rescatados en las Canarias acogidos en Catalunya, sin opciones: "Vine a trabajar y resulta que no puedo"

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Catalunya acoge ya a 2.000 migrantes procedentes de Canarias

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Inmigrantes del África subsahariana realojados en Blanes tras su llegada a España, en una imagen de finales de octubre

Inmigrantes del África subsahariana realojados en Blanes tras su llegada a España, en una imagen de finales de octubre / JORDI COTRINA

Elisenda Colell

Elisenda Colell

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La crisis humanitaria en Canarias, con la llegada masiva de migrantes, llevó a Catalunya a más de 2.000 migrantes dentro de programas de acogida. El tiempo máximo de estancia, con techo y alimentación asegurado, era aproximadamente de un mes. Muchos de ellos ya se han marchado, o bien a otros puntos de España o de Europa, y otros viven de la ayuda de familiares o compatriotas. Lejos queda su sueño de encontrar un empleo con el que ayudar a sus familias. EL PERIÓDICO ha vuelto a contactar con algunos de los migrantes con los que habló a finales de octubre: Pofosu Emanuel, Massou o Nassirou Bance. El primero malvive en Vic. El segundo marchó a Portugal. Y el tercero viajó hacia Andalucía.

EL PERIÓDICO ha vuelto a contactar con algunos de los primeros jóvenes que llegaron a Blanes o a Lloret: algunos siguen aquí, otros se han marchado

"No puedo decir que estoy mal, pero tampoco estoy bien. No puedo trabajar y mi familia me necesita... me siento muy inútil ahora", cuenta Pofosu Emanuel, un hombre ghanés rescatado en las costas canarias este otoño. Él fue uno de los migrantes subsaharianos que pusieron en jaque el sistema de acogida de las islas en su intento de buscar una vida mejor en España. Fue trasladado a un hotel de la costa catalana, como casi un millar de personas. Pero ahora, extinguida la estancia de acogida, vive en una habitación compartida de un piso en Vic (Osona) en casa de una parienta lejana. Otros han probado suerte en otros países europeos o malviven en condiciones insalubres.

El pasado 1 de noviembre, Pofosu Emanuel lamentaba pasarse las horas sin hacer nada en el hotel de acogida que le había ofrecido la Cruz Roja después de una travesía por el Atlántico a bordo de una barcaza que estuvo a punto de naufragar. Lo hacía frente a la playa de Blanes (La Selva). Un hotel de la localidad ofrecía cobijo a él y a unas 300 personas más. También se abrieron dispositivos similares en Lloret y Malgrat de Mar, comandados por entidades sociales que se encargan de la acogida de emergencia de los migrantes en España con convenios con el Gobierno central.

Pofosu Emanuel, migrantes ghanés, el pasado noviembre mientras era alojado en un hotel de Blanes.

Pofosu Emanuel, migrantes ghanés, el pasado noviembre mientras era alojado en un hotel de Blanes. / Jordi Cotrina

Ahora Pofosu se pasa ahora las horas tumbado en un piso de la capital de Osona, preguntándose sobre su futuro. Dos semanas después de la entrevista con EL PERIÓDICO, los responsables del alojamiento le dijeron que debía buscarse una salida. El tiempo de acogida era de un mes. "Acabé llamando a una tía lejana que vive en Vic y me vino a buscar". Ella trabaja de la limpieza y vive en un piso de tres habitaciones. "Me han hecho un hueco en una habitación donde ya dormía otro hombre. Compartimos la cama. No es fácil", explica.

Pofosu Emanuel, que pasó unas semanas en un hotel de Blanes, vive ahora en casa de un familiar en habitación compartida

Agradece a su tía que se haga cargo de todo. De la comida, de la ropa y del calzado. Aún no se ha podido empadronar en la ciudad, y menos aún iniciar los trámites de extranjería. "Me ofrecieron trabajo en un matadero de cerdos pero no me cogieron porque no tengo papeles", lamenta. Fue el gran jarró de agua fría que lo tiene ahora postrado en la cama. "Yo vine a trabajar, y me ofrecen trabajo... pero resulta que no puedo. Mi familia me necesita, vine aquí para ayudarles. Te sientes muy inútil pensando que quieres hacer algo y que encima te tienen que ayudar a ti", insiste.

En aquel hotel de Blanes también vivió Massou. Un músico senegalés que dice escapar de la persecución dentro de su país. "Si me quedo en Senegal me matan", asegura. Hace un mes que tuvo que irse del hotel de la costa catalana. "Me recomendaron que llamara a gente que pudiera conocer aquí y que me pudiera ayudar", explica. Hizo cinco llamadas, sólo contestó uno. Un supuesto amigo que le quería ayudar. Estaba en Lleida. Bajó del tren en la capital del Segrià, mientras muchos de sus compañeros partían hacia Madrid.

El infierno en un piso sobreocupado

Lo que se encontró fue horrible: "La casa estaba sobreocupada, aquello era un infierno", cuenta en francés. En un piso de tres habitaciones vivían 11 personas, 12 contándole a él. Había colchones por todos lados y sólo un inodoro. "El problema no es no poder dormir, el problema es que nadie tenía dinero. Los que habíamos llegado nuevos a ese piso no teníamos papeles, ni trabajo".

El drama de Massou: "Lo peor es que estás aquí para ayudar a tu familia en Senegal y resulta que les has de llamar para pedirles dinero"

Al igual que Pofosu, él también ha intentado buscar trabajo, y ha topado con el mismo muro administrativo de los papeles. No tienen permiso de residencia ni trabajo en España, a menos que consigan un contrato de un año de 40 horas semanales y que éste sea validado por el Estado.

Inmigrantes del África subsahariana realojados en Blanes tras su llegada a España, en una imagen de finales de octubre

Inmigrantes del África subsahariana realojados en Blanes tras su llegada a España, en una imagen de finales de octubre / JORDI COTRINA

Massou aguantó un mes en el infierno leridano. "No podía más y llamé a mi hermano en Senegal para que me diera algo de dinero", sigue. "Es lo peor, porque tú estas aquí para ayudar a tu familia y resulta que son ellos los que te tienen que ayudar a ti". Dos autobuses y dos trenes después, en un trayecto de casi 20 horas, llegó hasta Lisboa donde una oenegé de ayuda a los inmigrantes lo ha rescatado. Llegó el pasado martes. "Estoy bien, tengo una cama para mí, nos dan comida y nos ayudan", dice satisfecho. "Me han prometido que me ayudarán para obtener la documentación y poder trabajar", sigue.

Samba, un joven burkinés de 20 años que ha sido rescatado de una patera en Las Canarias, este viernes en una ciudad metropolitana.

Samba, un joven burkinés de 20 años que ha sido rescatado de una patera en Las Canarias, este viernes en una ciudad metropolitana. / Ana Puit

También marchó de Catalunya Nassirou Bance, un chico de Malí al que a los pocos días de llegar a un hogar de acogida en Badalona, se le activó un cronómetro. Temía la fecha del 5 de noviembre, cuando se cumplía el plazo máximo de acogida en el que podía tener techo y comida garantizada. Se pasaba los días llamando inútilmente al servicio de extranjería para pedir cita y tramitar una solicitud de asilo, puesto que su país vive inmerso en un conflicto armado. El 30 de octubre, junto a otros compatriotas, tomó un autobús en dirección a Almería. "Dicen que allí hay más trabajo, que nos pueden ayudar".

"Estoy cansado de no poder hacer nada", cuenta Nassirou Bance, que vive en un colchón en el suelo del comedor en casa de unos conocidos

La realidad ha vuelto a ser una jarra de agua fría. Responde al teléfono con la voz muy apagada. "Estoy cansado de esperar, estoy cansado de no poder hacer nada", cuenta. Vive en un colchón tirado en el suelo en un comedor en casa de unos conocidos. Y el tiempo se le escapa. "Es una situación temporal y ya me preguntan cuánto tiempo voy a estar aquí, que si puedo ayudar con los gastos... ¿qué puedo hacer?", relata implorando un trabajo o alguna fuente de ingresos. Sigue sin conseguir cita para tramitar el asilo y conseguir el estado de refugiado que le abriría una oportunidad a la que tiene derecho. Por el momento, solo reza para poder trabajar en algún invernadero, sin contrato y en condiciones infralegales.

Inmigrantes del África subsahariana realojados en Blanes tras su llegada a España, en una imagen de finales de octubre

Inmigrantes del África subsahariana realojados en Blanes tras su llegada a España, en una imagen de finales de octubre / JORDI COTRINA

Las oenegés que colaboran con el sistema de acogida estatal confirman a este diario que a finales de mes termina todo el dispositivo de emergencia que se montó en Catalunya para los migrantes rescatados en las Canarias. De las más de 2.000 plazas habilitadas, hoy quedan poco más de 200, según informa la Generalitat. Los grandes hoteles, hace semanas que han vuelto a su actividad turística. Aunque fuentes de las entidades precisan que, a su cierre, quien no tenía ningún sitio fue trasladado a los macrodispositivos que el Ministerio de Migraciones habilitó en Madrid, Extremadura y Murcia.

La llegada de senegaleses a Guissona ha colapsado los servicios sociales del municipio leridano

Plataformas sociales de atención a los migrantes, como la Coordinadora Obrim Fronteres, llevan semanas denunciando que algunos de estos migrantes se han quedado en la calle sin ningún recurso una vez termina el plazo de acogida. Un ejemplo más es lo ocurrido en Guissona (Segarra, Lleida) en las últimas semanas. El alcalde, Jaume Ars, ya ha pedido ayuda al Estado y a la Generalitat ante la llegada de 60 migrantes senegaleses sin papeles que buscan familiares que les acojan y que han colapsado los servicios sociales de la localidad.

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