39.910 personas migrantes han llegado a las costas españolas por Canarias en 2023 siguiendo la ruta atlántica (Cifras del Ministerio del Interior a 30 de diciembre).

Son el 71,7% de los 55.618 inmigrantes arribados a España por vía marítima el año pasado. Tal afluencia nutre la mayor crisis migratoria registrada en las islas, superando en número de llegadas a las 31.000 que noquearon al Gobierno en 2006.

Desde Senegal son 1.000 millas de travesía, 333 de las viejas leguas en busca de Europa por la ruta más peligrosa del mundo.

Se tiene constancia de 634 fallecidos (o desaparecidos) en el trayecto marítimo en lo que va de año, según datos de la Organización Internacional de Migraciones.

La cifra de 2023 supera a la de 2022 y es el tercer peor registro desde 2014. En 2021 se contaron 1.126 muertos y desaparecidos y 877 en 2020.

Cuando llega a la costa española un cayuco repleto de migrantes a bordo, se desencadena toda una coreografía de operaciones de dos tipos: las de seguridad e identificación y las de atención y solidaridad. Pero hay también una dramaturgia política acuñada en la crisis. La del enfrentamiento entre el gobierno central y el canario, con el ministerio del Interior en pleno campo de batalla

Hay además otra danza en la pista, la de la ultraderecha lanzando bulos sobre el peligro que representan los recién llegados, “todos en edad militar”, o sobre que en realidad no hacen todo el viaje en su precaria embarcación.

Un ejemplo de las narrativas ultras y xenófobas de amplia difusión se ve en estas imágenes:

Zarandeados por las olas

Las reglas no escritas del viaje

A bordo va un 94% de varones de entre 18 y 40 años. Un porcentaje aún no cerrado de ellos huye de la violencia política en Senegal. Cada uno, según la época del año y la demanda, paga entre 1.500 y 3.000 euros por el pasaje saliendo de Senegal, y entre 600 y 900 si el punto de partida es Nuadibú, en Mauritania.

La embarcación en la que se lanzarán al océano, el cayuco, suele llevar entre 150 y 250 personas.

En algunos cayucos, si hay grada interior se establecen dos categorías de viajero: unos van dentro y otros en un flanco superior, por encima, asomados en la borda.

Según sean las mareas en el punto partida (Senegal, Gambia o Mauritania) la hora de zarpar estará entre las 4:30 y las 6:30 de la mañana, con la última oscuridad de la madrugada.

La travesía se prolongará, de media, entre cinco y ocho días. La duración es muy importante porque:

- A más tiempo en el mar, más posibilidades de que la meteorología cambie a peor.

- A más tiempo en el mar, más fatiga y más muertos.

Si quieres verlo en toda su dimensión, pon tu móvil en posición horizontal

Los organizadores del viaje imponen una muy severa advertencia de guardar el orden, que pesa sobre los viajeros. A bordo, todo comportamiento en viaje se resume en cuatro reglas no escritas:

El comportamiento a bordo del cayuco

1

El pasajero llevará la mínima carga consigo: como mucho una mochila pequeña para documentación y el móvil, todo ello envuelto en plástico. Nada de mudas, mantas u otros objetos. El móvil solo se activará si es necesario pedir ayuda… y hay cobertura.

2

No se permitirá la más mínima alteración que extienda el pánico o desestabilice la embarcación.

3

Una vez iniciada la travesía, el sitio que le toca a uno no se puede cambiar.

4

Los movimientos a bordo se reducirán al mínimo, incluso si hay que orinar o defecar.

Los cayucos no suelen llegar a Canarias con muertos a bordo. Quien fallece en la travesía (salvo si es un niño) es arrojado al mar.

CÓMO ES LA ARRIBADA

Director de emergencias de Cruz Roja

Director de emergencias de Cruz Roja

Al comienzo del fenómeno de la travesía atlántica africana, la totalidad de los migrantes que llegaban a tocar muelle en Canarias lo hacían por sus medios en el cayuco. Ahora, los servicios de salvamento y los radares y patrullas marítimas permiten intercepciones a hasta 80 millas de la costa insular

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Estado del migrante tras viajar en cayuco

Hay una variada casuística sanitaria entre este tipo de migrantes al llegar, pero también hay una norma inexorable: “Cuanto más tiempo pasen en la travesía, en peor estado llegan”, explica Íñigo Vila, director de emergencias de Cruz Roja Española.

Director de emergencias de Cruz Roja

Director de emergencias de Cruz Roja

Habitualmente, tras una travesía que puede durar entre 5 y 8 días, y en la que habrá soportado prolongadas exposiciones al sol o a la humedad y las salpicaduras de agua salada, en la que habrá pasado miedo y agotamiento, con muy poco sueño, agua y comida, el pasajero del cayuco suele presentar:

QUÉ NECESITAN Y CÓMO SE LES ATIENDE

A pesar de todos estos daños, “son hombres jóvenes, de entre 18 y 40 años, con buena resistencia física. Este año solo ha habido que evacuar a un hospital al 1,8% de los desembarcados”, explica Vila.

El agotamiento y la actitud de los migrantes explican un dato significativo: en 44.000 casos evaluados por Cruz Roja en sus más de 2.000 intervenciones por arribo de embarcaciones, el número de incidentes de seguridad es cero. Recuperándose del viaje, podrán esperar su desvío a la península.


Una vez asentados en la península, una parte de estos migrantes serán devueltos por el Estado a sus países de origen en vuelos que se empezaron a organizar ya el pasado verano. Otros se irán al norte, buscando otros países de Europa donde tienen familiares o algún tipo de red que les pueda proporcionar arraigo.

Ese será el fin de su viaje, al cabo de muchas más de las 333 leguas en las que pusieron su vida en juego entre las olas.

Un reportaje de El Periódico

Textos: Juan José Fernández
Vídeo: José Luis Roca
Ilustraciones: Andrea Hermida-Carro
Coordinación: Rafa Julve