La lacra de las agresiones sexuales

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El profesor de batería de Quart durante el juicio, este martes.

El profesor de batería de Quart durante el juicio, este martes. / David Borrat / Efe

Ariadna Sala

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Una de las víctimas tenía ocho años cuando empezó a recibir clases de batería del prestigioso profesor que este martes ha escuchado, desde detrás de una mampara y como acusado, cómo el exalumno relataba abusos que habría sufrido durante una década.

Después de que en febrero tuviera que suspenderse por la huelga de letrados, el juicio que sienta en el banquillo de los acusados al profesor de batería de Quart (Girona) que se enfrenta a 48 años de cárcel por abusar presuntamente de cinco alumnos entre 2009 y 2020 ha empezado hoy en la Audiencia de Girona. Un centenar de personas se han concentrado ante el órgano judicial para apoyar a las víctimas, e increpado al procesado cuando llegó al edificio.

El acusado era un músico reconocido en comarcas gerundenses y gozaba de cierto prestigio, según indicaron los tres exalumnos que hoy explicaron sus vivencias ante el tribunal de la sección tercera. Desde el primer día que pusieron un pie en su casa (las clases se hacían en un garaje habilitado donde había una zona con instrumentos y otra con sofás y almohadas), empezaron a recibir muestras de cariño del profesor. "El primer día ya me dio dos besos, me dio un recibimiento muy cercano y eso me pareció chulo pero extraño", ha relatado una de las víctimas. Otro joven ha dicho que "los besos eran obligatorios", y que era una persona que buscaba el contacto físico.

Y es que a los tres les hacía sentir especiales: les decía cosas como podían llegar muy lejos y se aprovechaba de la admiración que tenían hacia él para establecer un vínculo de confianza. "Me hacía sentir una sensación de seguridad y le contaba cosas que no contaba a mis padres", ha manifestado uno de los jóvenes. Además, les ofrecía clases gratuitas a cambio de que se dejaran masajear, les hacía comentarios sexuales y llegó a enseñarles vídeos pornográficos. Una de las víctimas ha asegurado que también daban clases grupales y que había visto cómo el acusado hacía tocamientos a otros alumnos.

Así, el procesado conseguía que las víctimas le tuvieran "en un pedestal", y poco a poco los primeros acercamientos físicos, que inicialmente eran besos en las mejillas, abrazos y masajes en la espalda, pasaron a ser tocamientos en los genitales, masturbaciones y en algún caso, felaciones. En algún caso, proponía un masaje y a partir de ahí iniciaba tocamientos, y en otros, directamente abusaba del alumno y le aseguraba que "era normal" y que también lo hacía "con alumnos mayores". "Sentía que no podía decir que no a una persona que era tan respetada, mayor que yo y que sabía mucho de música, y eso fue la normalidad durante sus clases", ha explicado una de las víctimas.

Lluvia de denuncias

Fue una de las víctimas que sufrió abusos entre el 2006 y el 2009 (tenía entre 18 y 22 años) quien dio el paso para poner la primera denuncia a los Mossos d'Esquadra en el 2019. En su caso, gran parte de los hechos han prescrito y solo puede reclamarle responsabilidades penales por un episodio de tocamientos ocurrido en noviembre de 2009.

Unos tres años antes de tomar la decisión fue cuando empezó a asimilar lo ocurrido. Le envió un mensaje al procesado haciéndole saber cómo se sentía y que se había sentido abusado sexualmente por él, lo que este le negó. Esto permitió que más víctimas, al leer la noticia en los medios de comunicación, se sintieran reflejados en aquella situación y decidieran dar el paso. Otra de las víctimas le envió una carta donde le reprochaba su comportamiento.

Cinco de las víctimas pudieron ejercer acusación, pero otras cinco no pudieron participar del procedimiento porque los hechos que denunciaron prescribieron.

La fiscalía y la acusación particular le piden 46 y 48 años respectivamente de prisión por seis delitos de abusos sexuales continuados, de los que cuatro con acceso carnal y uno a un menor de edad, y tres delitos de exhibicionismo y provocación sexual. También piden indemnizaciones de más de 148.000 euros. Por su parte, la defensa pide su absolución. El juicio durará tres días y está previsto que el procesado declare a su fin.