Crisis hídrica

"Registros desérticos": Catalunya cierra un año pluviométrico seco y de récord

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Tendencia estable: los embalses siguen bajo mínimos pese a la DANA

Sequía en Catalunya.

Sequía en Catalunya.

Guillem Costa

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En agosto termina el llamado año pluviométrico o hidrológico. Esto es, el periodo que se abre en septiembre, con el inicio del otoño, y que finaliza en verano del año siguiente. Como era de esperar tras las pocas lluvias, del 1 de septiembre de 2022 al 31 de agosto de 2023, en Catalunya se han vivido 12 meses especialmente secos, con menos lluvias de lo que era habitual.

Los datos de algunos puntos, sobre todo del litoral y prelitoral central, son propios del clima desértico

Los datos registrados por el Servei Meteorològic de Catalunya, en algunos puntos, son propios del clima desértico, sobre todo en las zonas del litoral y el prelitoral central. Casi la mitad de la superficie de Catalunya no ha llegado a recibir 400 mm de lluvia en los últimos 12 meses. En Sitges (Garraf), por ejemplo, han caído 143,2 mm en un año. El caso de Sitges es llamativo porque es el único lugar donde se han recogido menos de 150 mm, algo absolutamente inusual. Pero hay otros casos preocupantes.

mapa del porcentaje de precipitación que ha caido en Catalunya en 2022-2023 respecto a la media

En el observatorio del embalse de Riba-Roja d'Ebre (Ribera d'Ebre), 164 mm. Y en Cunit (Baix Penedès), 175,5. Estos son tan solo algunos ejemplos de lo poco que ha llovido a lo largo de este año pluviométrico. Un periodo con menos de 250 mm de agua corresponde a un balance propio de un clima desértico, aseguran desde el Meteocat. Y esto es precisamente lo que ha sucedido en múltiples observatorios catalanes.

Déficit acumulado

En la mayoría de estas zonas, ya se acumulaba un déficit de lluvias importante. Es decir, hacía tiempo que llovía menos de lo que es habitual. Pese a esta situación, las reservas de agua todavía no han descendido tanto como sí lo hicieron durante la sequía de 2008, ya que se han activado medidas de restricción y recursos alternativos como el agua desalinizada o regenerada. Sin embargo, si nos fijamos solo en los registros de lluvias, esta sequía está siendo mucho más intensa que aquella.

La mitad de Catalunya se sitúa en valores que no llegan al 70% de lo que llovía de media

Las regiones de alta montaña, en el norte de Catalunya, son las únicas que se salvan de un año de escasez extrema y que presentan datos comparables con los de otros años. En Canejan (Vall d'Aran), las precipitaciones han dejado más de 1.000 mm, mientras que en Ulldeter (Ripollès) o Bagergue (Vall d'Aran) se ha rozado esta cifra. Por el resto, dejando de lado estas excepciones montañosas, el déficit es general e inédito, ya que la mitad de Catalunya se sitúa en valores que representan menos de un 70% de lo que llovía de media entre 1991 y 2020.

Los peores casos están en el Garraf, el Penedès, el Baix Llobregat y el Barcelonès, unas comarcas que han recogido menos del 40% del agua que solía llegar a través de las lluvias, que no solo son importantes para reforzar los embalses sino también para aliviar a los acuíferos y los bosques. En el Observatori Fabra de Barcelona, se ha constatado que ha terminado el año más seco de los últimos 110 años, lo mismo que ha ocurrido en Figueres, Granollers o Tivissa. El resto de Catalunya quedaría entre los 5 años pluviométricos más secos de los últimos 20.

Poca nieve

Llama la atención lo seco que ha sido el año en el conjunto de las cuatro estaciones. En verano y en invierno se han registrado pocas precipitaciones, pero en otoño y primavera, las dos estaciones habitualmente más lluviosas, se han observado menos precipitaciones, y menos abundantes, de lo normal.

Con todo esto, el manto de nieve que ha cubierto las montañas pirenaicas ha sido también más escaso. En otoño nevó poco y en invierno, la nieve solo cayó en la vertiente norte. En primavera el escenario se complicó todavía más y gran parte de la nieve se había fundido en marzo, unos datos insólitos, ya que es en esta época cuando se registran los mayores gruesos.

Ahora empieza un nuevo año hidrológico y se abre la ventana ideal para que la región mediterránea reciba lluvias cuantiosas. Con el déficit acumulado, es clave que esto ocurra para suavizar la sequía, que tras dos años de registros áridos, se mantiene en Catalunya.