Nuevas restricciones

Sequía en Cataluña: claves de un "escenario catastrófico"

Las zonas más afectadas entran en "fase de excepcionalidad", que puede implicar nuevas medidas en la agricultura o el riego de jardines

Girona y Barcelona son las provincias con las reservas de agua más bajas

El embalse de Rialb, en la Noguera, este último verano.

El embalse de Rialb, en la Noguera, este último verano. / Jordi V. Pou

Guillem Costa
Júlia Regué
Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La Generalitat activa nuevas medidas para luchar contra la sequía en Catalunya. Según ha podido saber EL PERIÓDICO, el plan del Govern para hacer frente al actual escenario extremo pasa por cambiar de fase, a la de excepcionalidad, y tratar de contener así las predicciones de los expertos ante la falta de lluvias. En concreto, las zonas más afectadas pasarán de la fase de 'alerta' -la luz amarilla- a la de 'excepcionalidad' -la luz ámbar-, hecho que puede implicar restricciones en el riego agrícola o de jardines y zonas verdes de las ciudades, así como en el consumo industrial. Las medidas concretas se anunciarán a mediodía tras el Consell Executiu.

El Govern aprobará en esta reunión un decreto en el que se regulará la afectación de las medidas después de un encuentro de la Comissió Interdepartamental de la Sequera que encabezará el 'president' Pere Aragonès. La comisión se creó en agosto del año pasado para abordar la falta de lluvias acumuladas.

Las nuevas restricciones llegan después de la decisión que trascendió este fin de semana sobre que el agua del pantano de Sau (al 15% de su capacidad) se traslade al de Susqueda para garantizar su calidad y evitar que se pudra al mezclarse con el barro del fondo. La situación de Sau evidencia hasta qué punto el panorama es crítico. Estas son las claves del escenario de sequía.

Zonas afectadas

La sequía empezó por el litoral y prelitoral de Barcelona, pero ha crecido y ahora mismo abarca casi todas las comarcas de Barcelona y Girona. "Son zonas catastróficas de sequía y hace falta mucha lluvia para darle la vuelta", advierte Vicent Altava, experto en investigación y modelos del Servei Meteorològic de Catalunya.

Las cabeceras de los ríos Ter y Muga, por ejemplo, no han tenido ningún gran temporal en el último año y acumulan los mayores déficits de lluvia: solo ha llovido aproximadamente el 70% de lo que era habitual. En el Ter es precisamente donde se encuentra el pantano de Sau, en el que se anunciará este vaciado exprés de agua.

El último verano llovió mucho en parte de la cuenca hidrográfica del Ter. El agua, sin embargo, cayó únicamente en el Ripollès, y "lo que se necesita es lluvia extensa y cuantiosa, si no, poco se va a resolver", sentencia Altava.

Reservas al límite

Los embalses están de media al 28% de su capacidad. A finales de febrero de 2021 superaban el 86%. En dos años, la falta de lluvia constante ha dejado imágenes que hacía tiempo que no se veían en Catalunya: los curiosos vuelven a pasear entre las ruinas del antiguo pueblo de Sant Romà de Sau y se acercan a su campanario.

"A menos agua, más posibilidades de que se pudra", remarca Vicent Altava. Tenían la esperanza de que llegara un temporal intenso porque algunos modelos daban unos 150mm en las cuencas del Ter y el Llobregat, pero finalmente el temporal va a pasar de largo y caerá sobre el mar.

En los últimos meses, los acuíferos y pantanos de la mitad norte de Catalunya han pasado a la fase de alerta y ahora encaran el escenario de excepcionalidad. Los que están en mejores condiciones son los de las comarcas de Tarragona.

Agricultores preocupados

"Estamos inquietos porque hay poca agua y esto complica mucho nuestro trabajo", reconoce Josep Cuscó, responsable de agua del sindicato Unió de Pagesos. Son uno de los primeros colectivos afectados por la sequía: "Si la excepcionalidad se decreta en la cuenca de la Muga, la situación se puede sostener porque básicamente hay árboles frutales, pero, si llega también al Llobregat, tendremos problemas".

En el Ebre y el Segre, la situación no es tan grave. Sin embargo, según cuenta Cuscó, algunos campesinos de la zona han dejado de plantar maíz para cosechar forraje, que exige menos agua. También sufren por si las consecuencias perjudican a los ganaderos: "A los animales no les pueden dejar morir".

La película se repite

La última gran sequía en Catalunya se remonta al 2008 (duró de 2007 a 2009). En aquel momento, las reservas bajaron hasta el 20%, cifra que cada vez está más cerca porque las previsiones del Servei Català de Meteorologia no esperan lluvias contundentes ni en las próximas semanas ni a lo largo de marzo. Eso sí, no hay que descartar que estos modelos cambien de repente.

El actual plan de sequía contempla unos escenarios -normalidad, prealerta, alerta, excepcionalidad, emergencia- que no existían con los mismos nombres en el episodio de 2008. Pero fuentes de la Agència Catalana de l'Aigua (ACA) aseguran que el equivalente a la fase de excepcionalidad no se activaba desde aquel momento, hace ya 15 años.

Entonces, cuenta Altava, "la situación global era peor que la actual, pero los puntos más críticos ahora mismo están más al límite".

Escenario futuro

"Nuestras previsiones son claras: nos tenemos que acostumbrar a ver menos lluvias y temperaturas más altas". Esto es lo que tendremos en un futuro, según el Servei Català de Meteorologia, que se basa en sus propios modelos y en otros datos mundiales. Este pasado 2022, sin ir más lejos, ha sido el año más cálido en Catalunya desde que hay datos, con una temperatura que superó la media en 2,5 grados -en Barcelona la media sobrepasó los 19 grados.

Altava destaca que, cuanto más calor, más rápidamente se evapora el agua, algo que dificulta todavía más la lucha contra la sequía. "Tendremos que cambiar la forma en la que gestionamos los recursos hídricos -avisa-, en un futuro no podemos mantener el actual consumo, es como si una familia que vivía con 2.000 euros al mes ahora ingresa 1.500 y quiere seguir gastando lo mismo: es imposible".

Nos esperan primaveras y otoños menos lluviosos y un futuro más seco en general: "Habrá que ver qué estamos dispuestos a sacrificar para mantener (o reducir) nuestro consumo hídrico", plantea Vicent Altava.

Suscríbete para seguir leyendo