Gestión del agua

Las asignaturas pendientes de Catalunya 13 años después de la última gran sequía

Govern y oposición estudian una moratoria de las sanciones contra la sequía

El embalse de Darnius Boadella y el río Muga bajo los efectos de la sequía

El embalse de Darnius Boadella y el río Muga bajo los efectos de la sequía / DAVID APARICIO

Guillem Costa

Guillem Costa

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En la última gran sequía en Catalunya, en 2008, la situación fue tan extrema que se planificó el trasvase del Segre (afluente del Ebro) y el puerto de Barcelona se preparó para recibir barcos cargados con tanques llenos de agua potable. Las lluvias abundantes llegaron y estas operaciones quedaron en suspenso. Ahora, el escenario también es complicado, pero ninguna de estas dos opciones están sobre la mesa para el Govern. Sin embargo, varios expertos en la gestión del agua consultados por EL PERIÓDICO coinciden en que, entre aquella sequía y la actual, han quedado muchos deberes por hacer.

"El agua se tiene que gestionar siempre como si hubiera sequía"

Tras el periodo de 2008, la Agència Catalana de l'Aigua (ACA) diseñó una estrategia de actuaciones que tenía que servir para prevenir futuras sequías. Pero de 2010 a 2017, no se ejecutó ni una sola inversión. ¿El motivo? "El déficit acumulado que tenía la agencia. Los responsables (bajo gobiernos de CiU y Junts pel Sí) decidieron utilizar lo recaudado con el canon del agua para enjugar el déficit", detalla Narcís Prat, catedrático de Ecología de la Universitat de Barcelona (UB).

Hasta 2017, no se empezaron a sacar adelante proyectos como ampliaciones de plantas potabilizadoras o construcciones de nuevas desalinizadoras. Tampoco se pusieron a disposición de los ayuntamientos las subvenciones necesarias para evitar fugas en los circuitos municipales o mejorar el estado de pozos y acuíferos.

Varias personas observan los trabajos de los pescadores.

Varias personas observan los trabajos de los pescadores, estos días en Sau. / Oriol Clavera

A fecha de hoy, y tras las inyecciones de dinero iniciadas en 2017, algunos de las obras están terminadas o en marcha. Sin embargo, los expertos reprochan a las administraciones no haber aprendido lo suficiente de la sequía de 2008. Analizan por qué se llega tarde ahora y qué asignaturas se han suspendido:

Estudiar para el examen a última hora

"La sequía empezó hace muchos meses, y tanto las primeras medidas de ahorro de agua como la pedagogía a la ciudadanía podían haber llegado mucho antes", explica Òscar Saladié, investigador sobre cambio climático y turismo en la Universitat Rovira i Virgili (URV). Considera que lo principal ahora es reducir el consumo de agua e insiste en que hemos tardado demasiado en concienciar a la gente de la gravedad de la situación. "Habrá afectaciones importantes. Los ciudadanos lo tienen que saber", advierte, por su parte, Annelies Broekman, investigadora sobre agua y cambio global del CREAF.

Ríos descuidados

"Una sequía es mucho más dura cuando los ríos y los acuíferos no están en el mejor estado", señala la investigadora del CREAF. Narcís Prat remarca que una gran mayoría de los ríos no cumplen con el estado ecológico requerido. Según Broekman, el modelo de desarrollo de los últimos años, tras la última gran sequía, ha obviado el gasto de agua y ha dejado de lado los ríos, cuando se tendrían que haber recuperado.

Competencia municipal

Los ayuntamientos son los responsables de cumplir con las restricciones que impone la ACA. Por lo que también se encargan de evitar fugas en sus sistemas, garantizar la calidad de sus pozos o robotizar al máximo lo que se consume en cada edificio. En la mayoría de casos, esta digitalización en el seguimiento del ciclo del agua no se ha alcanzado. Los trabajos para resolver todas estas cuestiones implican dinero y de momento, no se han gastado la totalidad de las ayudas que ofrece la ACA. Algunos consistorios lo achacan a un único motivo: la subvención no cubre el total del coste. El ecólogo de la UB critica el hecho de que el agua, en muchos casos, sea un negocio: "No se trata como un bien, se trata como un negocio, por lo que muchas veces no sale a cuenta hacer según qué inversión costosa para mejorar la infraestructura".

Varios de los consultados critican que no se hayan aplicado normativas como por ejemplo obligar a que los edificios de nueva construcción incluyan un depósito de aguas grises. "Si existiera, se podría reaprovechar el agua que de la ducha para tirar de la cadena, para que nos entendamos", concreta Saladié.

Poca regeneración

El mismo Prat opina que la regeneración de agua es una solución importante, pero que ha llegado tarde. Se ha empezado a usar entre los pasados diciembre y enero. "La gente tiene miedo al agua regenerada, y no hay nada que temer", apunta este experto. El agua que sale de la depuradora de El Prat de Llobregat se traslada hasta más arriba y se vierte sobre el Llobregat. Una vez se mezcla con el caudal del río, se extrae para potabilizarla. "Esto se tendría que aplicar en más lugares costeros", exige el experto. José Luis Gallego, divulgador ambiental y consultor en sostenibilidad, también sostiene que la apuesta por la regeneración ha llegado tarde. "Además, todavía enviamos gran cantidad de agua que sale de las depuradoras directamente al mar. Esto no tiene sentido", argumenta.

El pantano de Riudecanyes, tan solo al 9% de capacidad a causa de la sequía.

El pantano de Riudecanyes, tan solo al 9% de capacidad a causa de la sequía. / ARNAU MARTÍNEZ / ACN

Desalinizadoras, ¿sí o no?

"En 14 años, solo se han construido dos nuevas desalinizadoras, impulsadas a última hora cuando ya estábamos al límite", denuncia Gallego. Desde el punto de vista de Broekman, las desalinizadoras tendrían que ser un complemento: "No se puede depender de una planta que consuma tanta energía". El Govern ha anunciado la creación de nuevas plantas. A Saladié, estos proyectos le generan dudas: "¿Con qué fuente de energía funcionarán? Y en caso de que sean eficientes y se pongan en marcha con energía renovable, ¿la existencia de desalinizadoras nos inducirá a consumir más agua?".

Ahorro en tiempos de abundancia

En esto punto los cuatro especialistas ponen un suspenso a las administraciones. "El agua se tiene que gestionar siempre como si hubiera sequía", pide Broekman. Las previsiones climáticas dibujan sequías cada vez más largas, por lo que las políticas de ahorro tendrían que ser las protagonistas habituales. Saladié sostiene que la eficiencia en los usos es el gran desafío y lo que permitirá usar menos cantidad de agua. "Planificamos sin tener en cuenta que todo lo que hacemos (aumento del turismo incluido) supone un consumo de agua importante", advierte Broekman. Prat está de acuerdo: "El último plan metropolitano ni habla de agua. Con la energía, ya nos empezamos a preguntar de dónde la sacamos. Con el agua, no".

Equilibrios políticos

"Las decisiones políticas y el diálogo entre administraciones siempre han repercutido en la gestión del agua", se lamenta Gallego. Prat coincide en que el ritmo de la política no siempre ha tratado el agua como si fuera un bien común: "Un buen ejemplo es el parón en inversiones entre 2010 y 2017".

El interrogante ahora es saber si estas asignaturas pendientes se ejecutarán a lo largo de estos próximos años, incluido este 2023, para evitar que se vuelva a llegar tarde a la próxima sequía. Los expertos son conscientes de que la ACA trabaja en ello, pero algunos son pesimistas: "Los recursos nunca serán suficientes si seguimos con el actual consumo insostenible". Este es el reto para el Govern, que no solo tiene que salvar la actual sequía sino que tiene que conseguir una Catalunya más resiliente de cara al siguiente episodio de escasez de lluvias.

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