Educación y familia

Vacaciones con adolescentes: ¿Cuándo decir adiós al verano en familia?

Madres agotadas tras las vacaciones familiares: "Tenía ganas de volver a trabajar"

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Fotograma de la película 'The kings of summer'

Fotograma de la película 'The kings of summer' / E. P.

Olga Pereda

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"Mi padre es un capullo amargado y no quiero parecerme a él, por eso me voy de casa". La frase es de la película 'Los reyes del verano', en la que el director estadounidense Jordan Voigt-Roberts dio la respuesta de su generación a la mítica 'Cuenta conmigo'. Disponible en la plataforma Filmin, 'Los reyes del verano' es ficción, pero su realidad es aplastante: tres adolescentes, hartos de los conflictos con sus padres, huyen de casa en verano. Quieren exprimir su libertad y sus vacaciones. Quieren beberse la vida y, sobre todo, estar lejos de sus familias. Voigt-Roberts, de hecho, también quiso escaparse de casa varias veces, pero no lo hizo. Sabía que no podría sobrevivir ahí fuera. 

Las terapeutas familiares animan a los padres a entender que es normal y saludable que sus hijos necesiten separarse físicamente de ellos

Todos los chavales y chavalas pasan por el mismo proceso. Un año se dan cuenta de que sus padres les empiezan a dar cierta urticaria (metafóricamente hablando, aunque en 'Los reyes del verano' la urticaria del protagonista es real). Suele suceder en verano, la época en la que más tiempo se pasa en familia. Los hijos perciben claramente que ya no quieren pasar las vacaciones con sus padres. Se aburren. Los progenitores también lo notan y piensan: "Este es el último verano que pasamos juntos". ¿Qué hacer?

"Es normal, esperable y saludable que ya no disfruten tanto las vacaciones con nosotros. Sus intereses son otros"

Mercedes Bermejo

No es un rechazo

Lo primero de todo, entender que los hijos no están rechazando a los padres, aunque ellos lo vivan y lo sientan así. "Simplemente, están creciendo y madurando, quieren ser libres y necesitan diferenciarse y separarse. Su cerebro así lo requiere", explica Mercedes Bermejo, psicóloga y directora de la editorial Sentir.

Por más que Anna Freud sentenciara en el siglo pasado que la adolescencia es un divorcio entre padres e hijos, los adolescentes "siguen queriendo y necesitando a sus padres y se benefician de su cercanía durante toda la adolescencia". Así lo explica Terri Apter, psicóloga experta en relaciones familiares y autora de 'Cómo interpretar a los adolescentes' (Sentilibros). "Los adolescentes quieren que sus padres estén a su lado, animándolos y echándoles una mano cuando sufren un tropiezo", añade.

“Los hijos no son de los padres. Ni tampoco están para cumplir nuestras expectativas. Hay que dejar que vuelen"

— Mercedes Bermejo, psicóloga y directora de la editorial Sentir

"La adolescencia es una etapa que está entre la infancia y la vida adulta. Tiene sus propias características. El cerebro no ha terminado de madurar y necesitan trasgredir y cuestionar a sus refrentes primarios, sus padres y madres. Ahora sus referentes son sus iguales, sus amigos y amigas", continúa Bermejo. 

Que los adolescentes sientan la necesidad de despegarse de sus padres "forma parte de su proceso evolutivo", responde la psicóloga y psicoterapeuta infantojuvenil Elisa López. "Es lo que permite evitar la endogamia. Ellos y ellas necesitan la pluralidad y la diversidad. Tienen que ver más allá de sus casas", concluye.

"Que los adolescentes sientan la necesidad de despegarse de sus padres forma parte de su proceso evolutivo"

— Elisa López, psicóloga y terapeuta infantojuvenil

Con 15, 16 o 17 años, la vida social es fundamental. Estar con su pandilla -algo imprescindible en vacaciones- les genera oxitocina en el cerebro (no así estar con sus padres). "Tienen que dejar atrás su infancia para construir la base de su sociedad de adultos, y esta la construyen con sus iguales, no con nosotros", explica el científico especialista en neuroeducación David Bueno en su libro 'El cerebro del adolescente'.

Descanso 'versus' adrenalina

"Es normal, esperable y saludable que ya no disfruten tanto las vacaciones con nosotros. Sus intereses son otros”, añade Bermejo. En verano, tras un extenuante año laboral, los padres y las madres suelen optan por el descanso, la calma y la rutina. Los chavales quieren adrenalina y multiestímulos. El cóctel familiar explota. Pero no es un problema psicológico. Simplemente es una etapa más de la vida familiar.

"Nos ven como dinosaurios. Es completamente normal", añade López, que recuerda perfectamente el verano que pensó que ya no podía seguir yendo de vacciones con sus padres y hermanos. "Acababa de entrar en la universidad y tenía la excusa perfecta: quedarme en casa para estudiar", comenta entre risas. 

Opciones para los chavales

Muchos padres optan por la vía dura y negar a sus hijos unas vacaciones propias hasta que no sean mayores de edad. Los terapeutas familiares lo consideran un error. La mayoría de edad son los 18 años, efectivamente, pero la mayoría de edad sanitaria son los 16. Y a partir de 14, un chaval tiene autonomía para decidir, en el terreno judicial, si quiere vivir con su padre o su madre tras un divorcio. Hay fórmulas para que, con 15 o 16 años, los hijos puedan tener vacaciones independientes. O semi-independientes.

Los expertos consideran un error negar a los hijos vacaciones propias hasta que no tengan 18 años

Bermejo pone unos ejemplos: "Tu hijo puede pasar unas semanas de vacaciones con los padres de algún amigo suyo". Otra opción, es que esté contigo en la casa de vacaciones, pero que tenga libertad suficiente para salir con su pandilla y "saborear la independencia con normas pero sin un férreo control parental", añade.

La directora de Sentir anima a los progenitores a dar estos pasos, tan necesarios para los adolescentes. "Es fundamental para que los chavales adquirieran competencias sociales y habilidades emocionales"”, destaca.

Duelo psicológico para los padres

Consciente del duelo psicológico que supone para muchos padres (sobre todo, madres) ver que su hijo ya no es el mismo de antes (pequeño, cariñoso, achuchable y demandante) y ya no le apetece ir de vacaciones con ellos, Bermejo invita a las familias a asumir con normalidad esta nueva etapa. "Los hijos no son de los padres. Ni tampoco están para cumplir nuestras expectativas. Hay que dejar que vuelen. Cuanto más rechazo noten por nuestra parte, más conflictos habrá en casa", sentencia.

Esta psicóloga insiste en que el hecho de que los hijos quieran volar solos en verano no es ningún problema psicológico. Es parte de la vida, aunque sea complicado para muchos progenitores. Primero, porque tienen que entender a sus hijos. Y segundo, porque el reencuentro de la pareja, una vez que los hijos ya no son tan dependientes, es difícil dado que a veces la convivencia está muy desgastada.

Los terapeutas familiares sí que recomiendan llamar a las puertas de un profesional si el hijo o la hija adolescente duerme y come mal, está sumida en la tristeza o en un estado constante de irritación. También es aconsejable que los progenitores reciban nociones de psicoeducación si se encuentran superados por la adolescencia de sus hijos y lo viven como un rechazo (cuando no lo es).

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