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Guía para entender a los adolescentes

Padres y madres tienen la sensación de que, a partir de una edad, sus hijos e hijas no les hablan, pero sí que lo hacen. Con gestos.

Caras de adolescente     David Castro

Caras de adolescente David Castro / David Castro

Olga Pereda

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Miedo, ira, tristeza, alegría, asco… Estamos en el siglo de las emociones. Identificarlas y saber regularlas es básico para controlar la frustración y no caer en la agresividad. "Si tu hijo no identifica qué emoción está sintiendo en un momento específico, lo normal es que se frustre porque ni él mismo se puede entender", recuerda el orientador familiar Alejandro Rodrigo en 'Cómo prevenir conflictos en adolescentes' (Plataforma Actual). Si las emociones son básicas en todas las etapas de la vida, no digamos en la preadolescencia y la adolescencia, que en los últimos años se ha estirado en el tiempo y ya no se sabe muy bien a qué edad termina. Abarque los años que abarque, la adolescencia es un cóctel emocional en toda regla que convierte a nuestros hijos en seres que no nos hablan. No es cierto. Sí que nos hablan, pero de otra manera.

Nos hablan con gestos, silencios, miradas y tonos de voz. "El lenguaje no verbal es el lenguaje de las emociones", explica la periodista Susana Fuster, experta en comportamiento no verbal, profesora universitaria y autora de 'Hijos que callan, gestos que hablan' (Espasa). La cara es el principal indicador emocional de nuestros hijos, pero, advierte Fuster, los padres no tenemos superpoderes, así que es imposible meterse en la cabeza de los hijos. Lo que sí podemos hacer es tratar de entender algunas claves no verbales para ayudar y acompañar a nuestra prole. No hay manuales generales y cada chaval es un mundo, pero la persona que mejor conoce a un preadolescente o un adolescente es su padre o su madre.

"El lenguaje no verbal es el lenguaje de las emociones. Los adolescentes hablan con gestos, silencios, miradas y tonos de voz"

— Susana Fuster. Experta en comunicación no verbal

Ni los brazos cruzados son sinónimo de alejamiento ni tocarse la nariz significa que una persona mienta. En líneas generales, si un progenitor quiere saber cómo se encuentra de verdad su hijo deberá fijarse no tanto en su expresiones faciales sino en las microexpresiones. Cuando la emoción que expresa es verdadera, sus músculos faciales tienden a trabajar por igual en ambos lados de la cara, destaca Fuster. Y pone un par de ejemplos: la sonrisa asimétrica es un indicador muy fiable de falsedad, lo mismo que otras expresiones faciales que duran más de diez segundos.

La sonrisa asimétrica es un indicador muy fiable de falsedad, lo mismo que otras expresiones faciales que duran más de diez segundos

El rostro es el principal vehículo de comunicación emocional y nos puede dar pistas sobre lo que se comunica y lo que se oculta. Pero también hay que fijarse en las manos. Barak Obama puso de moda el 'fist bump', un choque de puños, una manera coloquial de saludarse sin palabras que denota complicidad y pertenencia al mismo grupo. Si tu hijo esconde las manos al hablar, lo que te está transmitiendo es una falta de implicación. Si gesticula por encima de los hombros trasmite descontrol y nerviosismo. Si camina con los puños cerrados lo más probable es que esté preocupado. Si te habla mostrando las palmas, proyecta honestidad y confianza. Los pies y las piernas también 'hablan'. Si estás conversando con tu hijo y ves que se aprieta las rodillas o cruza las piernas y mantiene el pie flotante y lo menea ya sabes que está o intranquilo y se quiere marchar. 

Gestos faciales que expresan ira

Gestos faciales que expresan ira / David Castro

'Hijos que callan, gestos que hablan' recuerda a los padres que cuando quieran entablar una conversación con sus hijos no lo deben hacer de punta a punta de la casa sino buscar un espacio común y mirar bien a los ojos y sin intimidar. “No señales con el dedo, no hables alto y no te ocultes detrás de una mesa”, recomienda su autora. A la hora de escuchar a tu hijo, "nunca le interrumpas, pon atención a su lenguaje corporal, no alces el mentón y, sobre todo, aprovecha para tocarle y abrazarle si se ha producido un acercamiento entre vosotros".

Fuster recalca que, a pesar de la gestualidad, el lenguaje verbal sigue siendo muy importante. Insta a los padres a ver la diferencia entre frases como "no quiero que vuelvas tan tarde" y "regresa antes de las once". Las dos implican lo mismo, pero ¿cuál es mejor? La segunda. Lo mismo pasa con otro ejemplo: "Eres un desastre" o "estás muy desorganizado últimamente". Evidentemente, la segunda es más eficaz.

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