Entrevista

"No negocies todo con tus hijos, márcales límites"

La psicóloga infantil y juvenil Elisa López recomienda a los padres y las madres que no sean excesivamente permisivos y que dicten normas muy claras en casa

Niña escondida en un juguete

Niña escondida en un juguete / Tanaphong Toochinda |Unsplash

Olga Pereda

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Psicóloga especializada en infancia, adolescencia y juventud, madre de dos hijas y responsable de la web de divulgación ‘10 en conducta’, Elisa López considera que los padres y las madres deben marcar normas claras a sus hijos y huir del modelo pedagógico que invita a negociar todo en casa. La psicóloga considera que escuchar música a todo volumen con los altavoces inalámbricos -un fenómeno que azota las playas este verano- es algo "muy propio" de la adolescencia, una etapa en la que se rechaza la autoridad y en la que es vital la pertenencia al grupo. Pero los chavales, recuerda, "no están solos" en el mundo.

¿Qué reflexión podemos hacer desde la psicología para analizar el fenómeno de los grupos de jóvenes que ponen música a todo volumen en la calle o en la playa, a pesar de ser un incordio para el resto de personas?

Esa actitud implica crear una conexión entre ellos y, al mismo tiempo, aislarse del resto del mundo. Esto es algo muy propio de la adolescencia, una etapa en la que es importantísima la pertenencia al grupo. Además, necesitan sentirse únicos, especiales y diferentes a las generaciones anteriores. Ellos y ellas se desmarcan de los niños, que no escuchan música, y de los adultos, que tienen otras preferencias culturales. No nos olvidemos que en la adolescencia aumenta su sentido crítico y rechazan a la autoridad: no les gusta lo que hay, les gusta su mundo.

La empatía es una de las palabras que más se escucha en los coles y en cualquier taller sobre educación. ¿En qué hemos fallado?

Le enseñamos mucha teoría en educación emocional, pero no cómo llevarla a la práctica. Les explicamos las emociones, les decimos que nos pongan caritas para que nos digan cómo se encuentran y les pedimos que nos describan la nostalgia y la empatía. Pero no vamos más allá. Las generaciones jóvenes tienen otros valores. Sobre todo, el individualismo: yo puedo conseguir lo que quiera, yo tengo derecho, yo me lo merezco y yo lo valgo.

Van a tener problemas cuando sean adultos.

Creo que sí. Todos tenemos derecho a todo es algo que está muy bien en el sentido de la libertad. Pero se nos olvida el componente social de esos derechos. Tú no vives solo en el mundo. Tú tienes derecho a escuchar música, claro, pero tu libertad termina donde empieza la de los demás. Eso suena muy antiguo y no está bien visto, pero es verdad. Lo mismo se aplica a gente e cualquier edad que hace una fiesta descomunal en casa sin importarle los vecinos.

¿La falta de empatía puede derivar en problemas psicológicos? ¿Es algo que usted está viendo en consulta? 

No tanto eso. Lo que sí observo es una ausencia de tolerancia a la frustración. Es decir, niños y jóvenes que no pueden soportar el malestar que les produce algo, lo que sea. Se frustran y no son capaces de ver soluciones. Estas se encuentran cuando uno está calmado. No nacemos con esa habilidad, se practica. Así que deberíamos comprender el malestar de nuestros hijos e hijas, pero también enseñarles a que hay cosas que no les gustan y que para encontrar soluciones y que la vida no sea tan negativa es fundamental estar calmado.

En todo caso, no estamos delante de una generación más egoísta o más vaga que otra, ¿verdad?

Claro. Nosotros también fuimos jóvenes, con las mismas motivaciones que en la época de Platón. Eso sí, ahora tienen más tecnología e información. Pero los que hemos cambiado hemos sido nosotros. Procedemos de una educación muy rígida y nos hemos pasado de permisividad y flexibilidad. Buscar el punto medio es complicado. El mejor estilo educativo es el democrático, pero ahora veo exceso de democracia en muchas casas. Hay niños a los que no les puedes dar tanta democracia. ¿Llega un momento en el que todo es negociable? Pues no. La habilidad de negociar les será muy útil en el futuro, pero en el día a día de los padres y las madres es agotador. Negociar cada decisión…

Pero ordenar hacer algo “porque yo lo digo” es contraproducente.

Efectivamente, ni un extremo ni otro. Hay normas que tienen que ser rígidas y tener una razón. Y si no eres capaz de explicarle a tus hijos la razón, a lo mejor es que esa norma no es tan importante. Por ejemplo, qué ropa se pone o si come pasta o arroz. Sin embargo, hay cosas que no son negociables. Comer fruta en lugar de dulces, por ejemplo. Nos pasamos de democráticos. Los niños tienen que tener claro hasta dónde llegan ellos y hasta dónde llegamos nosotros.

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