Infracciones al volante

160 multas al día: estos son los dos radares que más sancionan en Catalunya

Estas son las 'trampas' del radar que más multas pone de España: 79.200 al año

Trànsit pone una multa por exceso de velocidad en Catalunya cada 42 segundos

Radar en la C-31 a la altura de Castell d'Aro (Baix Empordà)

Radar en la C-31 a la altura de Castell d'Aro (Baix Empordà). / FOTO Y VÍDEO: XAVIER PI / ACN

EL PERIÓDICO / ACN

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El Servei Català de Trànsit (SCT) interpuso 758.659 multas por exceso de velocidad en toda Catalunya durante el 2022, es decir, una media de una sanción cada 42 segundos. El importe reclamado por la autoridad a los infractores sumó 83 millones de euros. Las cifras son similares a la media de los últimos diez años, según datos del SCT obtenidos por la agencia ACN.

El radar de tramo de la AP-7 entre Ulldecona y Amposta y el de la C-31 en Castell d'Aro son los que más multan a Catalunya

En declaraciones a EL PERIÓDICO, el coordinador de Seguretat Vial del SCT, Òscar Llatje, ha recordado que los radares comenzaron a instalarse en Catalunya en 2003. Fue una decisión que se tomó inspirándose en la estrategia implantada anteriormente en otros países europeos. Y el resultado ha sido positivo. "Al principio, la crítica de que se colocaban para recaudar fue un clamor, pero ahora esa interpretación es minoritaria", razona.

Trànsit asegura que los 200 radares han permitido reducir los accidentes graves entre un 60% y un 80%

Llatje asegura que los 200 radares en funcionamiento han provocado una reducción de accidentes graves que oscila entre el 60% y el 80%. Si se observa que un radar no evita los siniestros, se replantea su ubicación, mantiene. El coordinador subraya asimismo que la decisión de instalar un radar se toma siempre después de constatar que en un punto de la carretera hay ciudadanos que están muriendo o sufriendo graves lesiones. "La gente comprende que, por seguridad, la velocidad debe limitarse".

Radar en el tramo de la AP-7 entre Ulldecona y Amposta (Montsià)

Radar en el tramo de la AP-7 entre Ulldecona y Amposta (Montsià). /

Los más activos

El radar de tramo de la AP-7 entre Ulldecona y Amposta (Montsià) y el de la C-31 en Castell d'Aro (Baix Empordà) son los que más multan a Catalunya. Según los mismos datos, cada uno de estos radares cazó a casi 60.000 conductores el año pasado, lo que se ha traducido en multas que, en global, superan los 13 millones de euros (MEUR). De media, cada día tanto un radar como otro llegan a fotografiar a unos 160 vehículos que superan los límites de velocidad.

El radar de tramo de la autopista en las Terres de l'Ebre es, de hecho, el que más multó de toda Catalunya. Situado en sentido norte, puso hasta 59.036 sanciones durante 2022, que traducidas en cifras suman un importe de 6,6 millones de euros.

Por detrás de éste, el otro radar que más multa ya se ha convertido en todo un clásico. Es el que se encuentra en la C-31 en sentido norte, justo después de la salida que lleva hacia s'Agaró y Castell d'Aro. Aquí, el límite de velocidad es de 80 km/h y, durante el 2022, puso 57.927 sanciones (que trasladadas en euros suman 6,52 millones de euros). Y, de hecho, si se mira al histórico, las multas de velocidad en este punto del Baix Empordà no han parado de crecer en los últimos cinco años. En 2021, con ese radar se interpusieron 44.293 sanciones. En 2020, en plena pandemia, la cifra fue de 27.349; en 2019, de 22.434; y en 2018, de 16.401.

Conductores ocasionales

El de la AP-7, en dirección Barcelona, y el de la C-31, en dirección a Palamós, son los que han detectado más infractores en el conjunto de los últimos diez años, entre 2013 y 2022, con 469.281 y 368.490 sanciones, respectivamente.

El coordinador de Seguretat Vial del SCT, Òscar Llatje, justifica la incidencia. Son "autopistas, vías muy rectas", con una "conducción muy cómoda", lo que hace que baje la sensación de estar conduciendo a mucha velocidad. En el caso del de la AP-7, entre los kilómetros 343 y 325, se añade que existe un cartel de inicio de radar tramo, pero no uno final. Esta circunstancia, que está "hecha expresamente", según Llatje, provoca un "cierto componente de relajación" al cabo de unos kilómetros de entrar, lo que lleva a la infracción a algunos conductores.

200 muertes, 400 menos que en 2000

Llatje defiende la utilidad de los cinemómetros en estos puntos, argumentando que el de la AP-7 ha reducido un 79,5% los accidentes con muertes o heridos graves en los 18 kilómetros del tramo, mientras que en los tres kilómetros que rodean al de la C-31, la reducción es del 93,5%

De hecho, cree que las acusaciones de afán recaudatorio son ya "residuales" y que la reducción de la siniestralidad donde hay radares puede subir al 80% "si el radar está puesto bien". En conjunto, recuerda que en el 2000 se registraban unos 600 muertos al año por accidentes de tráfico, y ahora las cifras se mueven en las 200.

El podio de radares más sancionadores en el 2022 lo completa el antiguo cinemómetro de la C-17 en Centelles, en sentido Barcelona, con 36.099 multas y 3,8 millones en sanciones. En Osona, también destaca otro, situado en la misma carretera a la altura de Seva -en este caso, en sentido Vic- que el pasado año cazó 21.656 infractores, con multas por valor global de 2,24 millones de euros.

El cambio de límite de velocidad de los 100 km/h a los 80 km/h cogió a muchos desprevenidos

Precisamente, a principios del año pasado, el cambio de límite de velocidad de los 100 km/h a los 80 km/h cogió a muchos conductores desprevenidos y se tradujo en numerosas quejas por el alud de multas que les llegaron. En este punto, entre Aiguafreda y Tagamanent, Trànsit activó en verano un nuevo radar de tramo. Contando uno y otro sentido, aquí las cámaras instaladas en los pórticos que cruzan la calzada pusieron 13.680 multas (por valor de 1,39 millones de euros).

Otros cuatro suman 20.000 multas

Aparte de estos radares, hay otros cuatro en Catalunya que el año pasado superaron la raya de las 20.000 multas. Son los de la AP-2 en el Albi (Les Garrigues) con 22.994 sanciones por importe de 2,68 MEUR; el de la C-31 en Calonge (Baix Empordà), situado precisamente a pocos kilómetros del de Castell d'Aro en el mismo sentido, que sumó 22.948 multas por valor de 2,6 millones de euros, el de la autopista AP-7 en L'Ametlla de Mar (Baix Ebre), con 20.822 sanciones de velocidad y 2,49 MEUR de importe global, y el de la C-31 en Badalona (Barcelonès), en sentido norte, con 20.636 multas y 2,32 MEUR exigidos.

Los radares que menos multan estan en la C-66, la N-260 y la B-124

Por el contrario, al otro lado de la balanza se sitúan esos radares que menos multan del país. Según recoge la estadística, durante el 2022 hubo tres cinemómetros que no alcanzaron las cien sanciones anuales. Son el radar de tramo de la C-66 en Sant Joan de Mollet (Gironès) en sentido Corçà (Baix Empordà) con 52 multas; el de la N-260 en El Pont de Bar (Alt Urgell) con 69 sanciones, y el de la B-124 en Castellar del Vallès (Vallès Occidental) con tan sólo 10 multas.

En el conjunto de los 10 años entre 2013 y 2022, el de la AP-7 a la altura de Amposta encabeza el ranking, (469.281 multas), seguido del de la C-31 en Castell d'Aro (368.490), el de la C-31 en Badalona (207.170), uno en la AP-7 a la altura de Ulldecona dirección Valencia (203.933) y el de la AP-2 en el Albi (173.857).

40% de importes sin cobrar

Sin embargo, el proceso para cobrar las sanciones depende de diferentes factores. De entrada, la multa se notifica al titular del vehículo (que no siempre es quien iba al volante). Se abre entonces un plazo que se alarga hasta los 45 días antes de que se entre en fase ejecutiva, que puede acabar en embargo. Si la sanción se paga dentro de los 20 primeros, existe un descuento del 50%. Laje concreta que existen varias circunstancias que ralentizan o acaban impidiendo abonar las cantidades correspondientes, como los recursos, que pueden resultar ganadores, "una tramitación lenta", la muerte del infractor o bien "multas que prescriben". Además, cuando se llega a la fase ejecutiva se ocupa Economía y no computa a la estadística de Tráfico como cobrado.

También debe tenerse en cuenta si el conductor es extranjero o no, lo que puede alargar el procedimiento y acabar en nada. Llatje comenta que, desde hace años, una empresa externa contratada por la Generalitat es quien se centra en conseguir que los residentes en otros países de la UE abonen los cargos derivados de las infracciones, aunque lleva "entre uno y dos años" que el concurso está pendiente de adjudicación.

Según concretó el Gobierno a raíz de una pregunta parlamentaria el pasado junio, con independencia del año en que se abrió el expediente, durante el 2022 el importe que se recaudó por multas de velocidad ha sido de 59.442.796 euros. Sin embargo, según muestran los datos de Tráfico, a fecha de este agosto, la suma pagada por los conductores en concepto de infracciones de 2022 hasta el momento es de 25 MEUR, lejos de los 83,2 MEUR impuestos, y se consideran como pendientes 32,1 millones de euros (38,6%). Actualmente, la autoridad de la red viaria catalana también está a la espera de cobrar un 31,9% del importe de expedientes de 2021, un 26% referentes a 2020, y entre un 13% y un 21% por el respecto a los años 2013 a 2019. En total, se han reclamado 841,7 MEUR por las 7.603.871 multas impuestas en toda la década, siendo el importe pendiente del 21,3%.

Control dinámico de la velocidad, el futuro

Por otra parte, Òscar Llatje expresa que cada año existe el proyecto de añadir más radares, "a cinco o seis ubicaciones", pero a veces esto no es posible con la eficiencia que quisieran por los "procesos administrativos" que comporta y el abastecimiento de electricidad para el aparato, que se ubica a menudo en lugares "remotos". Con todo, deja claro que no es un problema de fondo, ya que "el dinero de los radares va a poner nuevos radares", entre otras iniciativas de seguridad vial. También destaca que tanto en el presente como en los próximos años, el "control dinámico" tomará fuerza, es decir, detección de excesos de velocidad de una forma más flexible que los radares fijos. Por ejemplo, con la policía, "medios aéreos como drones o helicópteros", o radares móviles sin necesidad de que haya agentes. A su juicio, hace falta "pedagogía" para que los conductores sepan que "deben cumplir siempre", y no sólo cuando hay un cinemómetro. "Parece que fuera del radar, es un 'haz lo que quieras'", añade.