Animales

El verano colapsa los centros de fauna: "A diario llegan cientos de crías que saltan del nido por el calor"

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Guillem Costa

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Cuando llega el calor, algunos animales sufren. Pero también padecen los efectos de las altas temperaturas los trabajadores de los centros de recuperación de fauna de la Generalitat. “Se nota muchísimo, ya llevamos más ingresos que en años anteriores y estamos desbordados”, dice Albert Porté, responsable del centro de Vallcalent, en Lleida. Los pacientes estrella, estos días, son polluelos de pájaros huérfanos. Les llaman así no porque hayan muerto sus padres sino porque se han quedado sin su protección.

El caso más paradigmático es el de los vencejos. Los rayos de sol convierten sus nidos, construidos a menudo en tubos o orificios de edificios, en auténticos hornos. Tanto se cuecen los polluelos ahí dentro que se aventuran a saltar del nido antes de tiempo, sin estar preparados para volar. Como son un ave protegida, si los vecinos los encuentran y llaman a los agentes rurales, acaban en estos centros de fauna, donde los alimentan, los recuperan y los liberan.

Los pacientes estrella, estos días, son polluelos de pájaros huérfanos

En estos momentos, en Vallcalent están entrando unos 100 vencejos al día: “En verano siempre tenemos a más gente contratada, pero nos hemos visto obligados a pedir voluntarios por redes sociales para que vengan a ayudarnos a dar las tomas de alimento. Nos faltaban manos para cebar las crías de vencejo más o menos cada hora y media, lo que significa no parar”. Les proporcionan grillos y gusanos, que compran a empresas especializadas. “Cada vez a precio más alto”, puntualiza Porté.

El verano tensiona los centros de fauna

Rehabilitación de una cigüeña blanca. / JORDI V. POU

¿Cuántos de ellos se recuperan? “Depende de si se han encontrado justo después de que cayeran del nido. En este caso hay muchas posibilidades. En cambio, si llevan muchas horas deshidratados bajo el sol, lo tienen más complicado. En general, más de la mitad salen adelante cuando ingresan en un centro de recuperación.

¿Se nota la sequía?

Además de vencejos, también son habituales en estos espacios golondrinas, aviones, cernícalos, mochuelos, cigüeñas o gorriones. De hecho, el 80% de animales que se recuperan en un centro de fauna son pájaros, aunque también reciben erizos, ardillas, murciélagos o pequeños mamíferos carnívoros.

Solo admiten animales que estén protegidos según la ley, los que se deben preservar para no mantener la biodiversidad. Los demás se envían a otros centros que no son públicos. En el caso de los ciervos, los jabalís o los corzos, especies consideradas cinegéticas, acaban en santuarios para ungulados.

“Nos faltaban manos y tuvimos que pedir voluntarios para que viniese gente a ayudarnos a dar las tomas de alimento”

— Albert Porté

Con la sequía, a lo contrario de lo que se podría pensar, se redujo el número de ingresos. “Varias especies, por ejemplo la lechuza, ante la falta de alimento, ponen menos huevos”, cuenta Porté. Como la reproducción era más difícil, se encontraban menos polluelos desamparados. En cambio, el calor extremo lo complica todo.

En total, en 2022 entraron en los centros de fauna 23.458 animales protegidos. De todos estos, la mayoría (unos 17.000) ingresaron en Torreferrussa. En Vallcalent atendieron a más de 4.600. “Si este verano se baten récords de temperaturas, es probable que las cifras aumenten”, afirma Ricard Casanovas, responsable del servicio de Fauna y Flora de la Generalitat.

Aun así, en estos lugares no solo reciben animales huérfanos. Es habitual que trabajen para recuperar ejemplares heridos, por ejemplo afectados por una electrocutación con los cables de alta tensión o capturados vivos ilegalmente por cazadores furtivos. “En estos casos, se intenta rehabilitar al individuo para reintroducirlo en el medio natural. En caso de que no sea posible, si el animal sobrevive se queda en el centro y puede, por ejemplo, formar parte de los programas de educación ambiental o cría en cautividad”, detalla Casanovas.

Salvar de la extinción

En los centros también practican necropsias a cadáveres de animales protegidos para conocer las causas de la muerte. Además, se encaran de la vigilancia sanitaria sobre la fauna salvaje. Suelen hacer pruebas para detectar posibles brotes de gripe aviar, tuberculosis u otras enfermedades. Un buen ejemplo de las tareas de investigación es el último descubrimiento que han hecho: han diagnosticado una nueva enfermedad en anfibios que hasta ahora no se había detectado en Catalunya. “Esto es importante para entender qué ocurre con las poblaciones de ciertas especies”, argumenta el responsable de Fauna y Flora de la Generalitat.

El verano tensiona los centros de fauna

Alimentación de un alcaudón chico en Vallcalent. / JORDI V. POU

En Vallcalent, también se dedican a la cría en cautividad de una especie que está a punto de desaparecer de España, si no lo ha hecho ya. El alcaudón chico, un pájaro grisáceo de vientre rosado, es el vertebrado más amenazado de la península Ibérica. El programa empezó en 2006 con dos objetivos claros: tener una reserva genética que permita reintroducir a la especie y reforzar la maltrecha población existente.

Este año, están alimentando a 40 polluelos de alcaudón chico. Los liberarán en una zona de secano de las comarcas de Lleida con la esperanza de que tengan éxito en su migración hacia África. Un viaje que dibujan en forma de lazo, pasando por Grecia y el valle del Riff. Lo ideal es que al cabo de un año, después de la hibernación, estos mismos animales, por instinto, vuelvan a la misma zona para criar. Es algo que no ocurre cada primavera. En España no hay ningún otro lugar en el que se suela reproducir esta ave. Por este motivo, el trabajo del centro de fauna de Vallcalent es esencial. Estos días, a sus tareas de investigación y cría en cautividad, se añade el estrés total de los trabajadores, exigidos por los polluelos de vencejo, golondrina y avión, que gritan sin cesar pidiendo otra toma de alimento.  

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