Educación social

"Mi madre me pega con un palo": el maltrato infantil aflora en los 'casals' para niños vulnerables

'Casals' de entrada libre: el refugio en verano para los niños de la calle

El verano deja sin ayuda alimentaria al 95% de los niños en situación de pobreza

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A1-177601177.jpg / JORDI OTIX

Elisenda Colell

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"Mi madre me pega con el palo de una escoba". Esta es una de las revelaciones de maltrato que un niño verbalizó a un educador de L'Hospitalet de Llobregat el pasado verano. Lo dijo después de varias semanas participando en el programa 'Espais Oberts per un Estiu Enriquit', que desde hace tres años organiza el ayuntamiento a través de la asociación educativa Ítaca. A diferencia del resto de 'casals' de verano, aquí no hay que tramitar ni una inscripción ni tampoco solicitar becas. Se trata de actividades gratuitas y de entrada libre en las que los participantes suelen ser niños y adolescentes que, ante el cierre escolar, se pasan el verano deambulando por las calles.

"El problema que tenemos en verano es que las escuelas cierran y se puede entrar en una dinámica de desatención a la infancia más vulnerable", cuenta Arantxa Lozano, coordinadora del proyecto. "Necesitamos crear proyectos de mirada amplia para los niños que están más en los márgenes del sistema", insiste Lozano, consciente de que, además, en verano suele registrarse un aumento de las violencias: hace más calor y más miembros de la familia están en casa, lo que genera un mayor estrés.

Un grupo de niños juegan a fútbol en la pista del parque de La Granada de l'Hospitalet de Llobregat, en el marco de el proyecto 'Espais Oberts per un Estiu Enriquit'.

Niños juegan a fútbol en la pista del parque de La Granada de L'Hospitalet de Llobregat, en el marco del proyecto 'Espais Oberts per un Estiu Enriquit'. / JORDI OTIX

Es por este motivo que el proyecto cuenta con profesionales formados. "No podemos tener monitores aquí, necesitamos a gente muy preparada", explica Lidia González. Entre el equipo de trabajadores se cuentan psicólogos, trabajadores sociales o maestros que, además, han cursado másteres en gestión de conflictos. Unas condiciones que también se ven correspondidas con el salario, en un sector donde no abundan las ofertas bien pagadas. "Es esencial que cuando se hacen revelaciones de maltrato infantil la gente conozca el protocolo y las formas de proceder", cuenta Lozano. En algunos casos, cuando los niños verbalizan haber visto en casa episodios de violencia de género o maltrato que los exponen a situaciones de peligro, se ha llegado a activar a los Mossos d'Esquadra. En otros, la alerta se lleva hasta servicios sociales. "En algunos momentos del año, especialmente en agosto, es más complicado porque muchos de los servicios están cerrados", sigue la coordinadora.

"Me fui a robar la cena"

En este proyecto de ocio universal las alertas saltan en cualquier momento. Las situaciones más graves afloran cuando los niños ya llevan varios meses participando en el espacio y la relación de confianza con los educadores es más fuerte. Pero este año, con tan solo dos semanas de funcionamiento, los profesionales ya están empezando a detectar casos graves. "Un niño de 10 años me contó que en casa, una noche, solo tenían natillas de arroz para cenar, y me lo dijo tal cual: 'Me fui a robar la cena". Lo cuenta Judith Calvo, pedagoga que trabaja en un patio en La Florida.

Niños en la calle en verano

Unos niños juegan a ping-pong en la escuela Pau Casals, en un proyecto gratuïto y universal para los niños del barrio de la Florida, en L'Hospitalet de Llobregat. / JORDI OTIX

A los mismos niños, sigue la educadora, se les hizo la boca agua cuando vieron un bocata una de las tardes participando en esta iniciativa. "Se pelearon por la migas de unas barritas de pan, esto es grave porque aquí vemos menores con graves carencias alimentarias", sigue. A ella no le sorprende esta realidad. El año pasado, en el barrio de La Marina, obligó a unos niños a volver a su casa porque, a las cinco de la tarde, aún no habían comido. "Les dije que hasta que no comieran no podían entrar. Hay familias que parece que no se acuerdan de que tienen unos niños y que necesitan comer", explica.

Relaciones tóxicas a los 14 años

Calvo también ha empezado a detectar, y a intervenir, en relaciones tóxicas entre adolescentes. "Las niñas se suelen sentar en las gradas y nos ponemos a charlar. Una niña de 13 años me contó que el niño que era su novio la ignoraba a ratos, y en otras ocasiones la asediaba por las redes sociales", explica. Ella intervino de forma sibilina. "Le intenté hacer ver lo que le gusta y lo que no. Depende de cómo te pongas se van, y les pierdes. Allí empezamos a hablar de qué relaciones buscaba o por qué estaba con él", explica.

Cuatro niños jugando en la 'cancha' del barrio de La Florida, en el proyecto educativo de entrada libre y gratuita en l'Hospitalet de Llobregat, el pasado viernes.

Cuatro niños jugando en la 'cancha' del barrio de La Florida, en el proyecto educativo de entrada libre y gratuita en l'Hospitalet de Llobregat, el pasado viernes. / JORDI OTIX

Los conflictos que surgen son de todo tipo. Las realidades de estos menores, las primeras víctimas de la exclusión social y la falta de referentes, son constantes. En la pista de fútbol en La Florida a las siete de la tarde ya se empieza a oler a marihuana. "Es que estamos haciendo caso a los niños que les expulsan de todos lados. Son los más invisibles, parece que deberían ser los más reticentes pero cuando ven que alguien les escucha, que alguien les deja participar en algo, es allí donde se abren", cuenta Lidia González, directora de Ítaca. Calvo es mucho más literal hablando del trabajo que está haciendo este verano. "Yo solo espero que la gente vea que esta labor que estamos haciendo es muy bestia y necesaria, que este proyecto solo puede crecer y expandirse".

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