Emergencia

Josep Maria García, el hombre que da de beber a ocho pueblos

El dueño de un pozo de agua en Vilaverd (Conca de Barberà), uno de los pocos que aún no se ha secado, abastece a ocho municipios de la provincia y garantiza el suministro de agua a más de 5.000 vecinos

La sequía asfixia la Catalunya rural

La sequía asfixia la Catalunya rural / ELISENDA PONS

Elisenda Colell

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"Como yo, hay muy pocos en toda Catalunya", advierte Josep Maria García, propietario de un pozo de agua en el municipio de Vilaverd (Conca de Barberà). Como él pocos, o ninguno. Gracias al pozo hallado hace 40 años en su finca, ocho municipios de la Conca de Barberà, Baix Camp, Baix Penedès y Alt Camp afectados por la grave sequía en Catalunya consiguen abrir el grifo del agua. Hace meses que, día a día, abre compuertas a los camiones de los hermanos Esteve, responsables de la empresa que dispensa agua potable en cubas a los pueblos que más afectados por la sequía en Tarragona. "Sin él, no sé cómo lo haríamos", reconoce el conductor, Robert Esteve.

Hace días que a Josep María García, secretario municipal de Vilaverd ya jubilado, le ven poco por casa. Su pozo está en uno de los municipios más al sur de la Conca de Barberá, cercano a las montañas de Prades. Su teléfono no para de sonar, ya sean alcaldes desesperados que le piden trasvases de agua, o su familia que le pregunta si vendrá a comer. "No lo sé", le responde a su nieto. Josep María García tiene una misión no poco importante que bien exige un sacrificio. Da agua potable a más de 5.000 vecinos cuyos pozos se han secado.

Josep María García dueño del pozo de Vilavert donde cargan las cubas de agua

Josep María García dueño del pozo de Vilavert donde cargan las cubas de agua / ELISENDA PONS

Cuatro millones de litros en un mes

A García le toca pasar el día en su finca, refugiado bajo la sombra de los pinos. Detrás de una escalera se ven tres grandes depósitos de agua, una caseta llena de tuberías, grifos y cañerías, y un circuito de tubos que llegan hasta pie de carretera. "Tengo que estar aquí para abrir y cerrar el grifo del agua. Este año es un continuo, vienen cinco o seis camiones cisterna cada día", exclama. Son los vehículos de la empresa Madel, propiedad de los hermanos Carles y Robert Esteve. El segundo, que es quien conduce una de las tres cubas de agua de la empresa, le ve a diario antes y después de ir a los pueblos que se han quedado desabastecidos de agua. "Él es nuestro salvador, sino, no se donde iríamos a recoger el agua para llevarla a los vecinos", suelta el conductor de la cisterna.

El pozo de García tiene incluso nombre, se llama Paret Nova. Lo descubrió su padre, en 1982, cuando trataba de quitar un árbol que había muerto en la finca. "Cuando cortamos el árbol vimos que la tierra alrededor estaba muy húmeda, fuimos rascando, rascando y llegamos hasta muchísima agua", explica el hombre. El árbol que dio la alerta había muerto ahogado. Ahora, es de los pocos pozos acreditados en Catalunya que sirve de alternativa para abastecer municipios y piscinas de todo el que lo desee, previo pago de dos euros y medio el metro cúbico. Para tener esta certificación pública su dueño tiene de construir una infraestructura de depósitos de agua, un control de potabilización medida constantemente, y las bombas que logran extraer el agua. Un gasto al que se le tienen que sumar también los impuestos. "Ya me gustaría cobrar el agua a precio cero, pero mantener todo esto es un dineral", cuenta. García vende el agua a dos euros y medio el metro cúbico pero el Ayuntamiento de Botarell dice que lo paga a 26 euros a la empresa que lo transporta.

Solamente durante el pasado mes de julio, este pozo perdió cuatro millones de litros. De estos, 3,6 millones se usaron para abastecer los pozos que han quedado secos en varios municipios de Tarragona, más el suyo, Vilaverd. No solo provee el agua de los vecinos de su pueblo, también está varias horas llenando la piscina municipal. El resto de pueblos a los que suministra el agua son municipios que están afrontando el verano con severas restricciones de agua, y que si no fuera por García no podrían abrir el grifo. Son los de Bonastre (Baix Penedès), Botarell (Baix Camp), Forès (Conca de Barberà), Passanant i Belltall (Conca de Barberà), Pira (Conca de Barberà), Pontils (Conca de Barberà), Sarral (Conca de Barberà). También se usó durante tres semanas en Rodonyà (Alt Camp), porque el agua estaba en mal estado. En total da de beber a 5.173 vecinos.

Menos caudal

"Es una enorme responsabilidad y un honor", responde el hombre. "Si puedo ayudar a mis convecinos, hago lo que pueda", sigue. ¿No siente una seguridad muy grande al tener uno de los pocos pozos con agua de la comarca? "El pozo te da seguridad económica por ahora. Pero lo que no sabemos es hasta cuándo. Cruzamos los dedos para seguir teniendo agua, pero yo no sé si un día se acabará", reza. Aunque no lo parezca, su pozo también nota la sequía. Normalmente fluyen 35.000 litros la hora de agua. "Ahora se encuentra a 20.000, y ha bajado de nivel unos 65 centímetros, tardamos bastante más en llenar el depósito", cuenta. Pero de momento está lleno. "Mientras pueda, aquí les brindo mi agua", se despide.

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