Migración por el coronavirus

El covid-19 y el teletrabajo empujan a los barceloneses a emigrar al Pirineo y la playa

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Óscar Hernández / Carme Escales

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La búsqueda de un lugar idílico en el que vivir, frente al mar o con vistas a la montaña, empuja a centenares de urbanitas, residentes en el área metropolitana de Barcelona, a buscar un nuevo hogar en un entorno más natural y menos masificado. El confinamiento por el covid-19, que ha llevado a muchos a cuestionarse su actual forma de vida,  y la exitosa adaptación al confinamiento por el covid-19teletrabajo, que demuestra que ya no hay que vivir siempre cerca de la empresa, son las principales causas de una nueva migración. 

Los municipios turísticos de las costas Brava y Daurada y también del Pirineo ya han notado ese incremento de residentes procedentes del área de Barcelona. Aunque los empadronamientos todavía no lo reflejan, salvo algunas excepciones,  sí que se han multiplicado las ventas de pisos.  El perfil de los compradores son personas sin hijos pequeños (al tener colegio es más difícil cambiarlos de residencia) y con trabajos liberales que les permiten hacer teletrabajo o están jubiladas. Muchos manifiestan haber sufrido el confinamiento en pisos urbanos y tienen ahora la necesidad de disfrutar de espacios abiertos, mar y montaña, y grandes terrazas. Además esas viviendas cuestan la mitad que en Barcelona.

Mejor lugar y con más tiempo

"Desde el 13 de marzo, cuando empezó el confinamiento, hemos tenido 178 nuevos empadronados, un 2% de los casi 10.000 habitantes de Puigcerdà. Aunque es una cifra significativa es prematuro sacar conclusiones. Pero sí que hay un cambio de tendencia y paradigma, una búsqueda del territorio menos urbano, del que antes se iba la gente. Es un regreso desde la gran ciudad", explica Albert Piñeira, alcalde de Puigcerdà. "La gente valora más la calidad de vida, en un entorno como el de la Cerdanya, y una mejor gestión del tiempo, como da el hecho de tener que desplazarte solo 10 minutos para ir al hospital, a comprar o al cine en una capital comarcal como Puigcerdà".

Lluís Casanovas, comercial de Finques Puigcerdà, ha detectado este fenómeno "desde finales de mayo o junio", aunque entonces los que alquilaban apartamentos en la Cerdanya parecían ser parte de ese turismo interior que este año no ha podido viajar. "Pero ahora en septiembre los alquileres y sobre todo las ventas no paran. Nunca habíamos vendido tanto como estos días. Sin duda por el efecto del covid. La gente parece asustada. Ya no quieren vivir en la ciudad y se vienen aquí", añade el vendedor entre las varias visitas que tiene cada día.

"Lejos del mundanal ruido"

Josep Maria Sans, economista de 63 años, es uno de sus clientes. Ya vive y trabaja en Puigcerdà. "Yo puedo hacer teletrabajo y disfruto de la tranquilidad -explica-. Me ha cambiado la forma de vivir y estoy encantado. Y si tengo que hacer alguna visita de trabajo, como a Begur o a Sant Vicenç de Montalt, la hago y regreso a la Cerdanya a dormir". Sans vivía en Granollers antes de que el covid-19 le hiciera plantearse residir en Puigcerdà. "Aquí se vive mejor y lejos del mundanal ruido", insiste antes de aclarar que tener hijos mayores le ha facilitado el cambio de residencia.

"El cambio de tendencia es clarísimo después del covid. Hay un antes y un después. La gente quiere vivir tranquila. Hace poco atendí una llamada de un cliente que me pidió 'Quiero salir de Barcelona, ya'. Y es que aquí, en Blanes, por 200.000 euros, la mitad de lo que vale un piso en Barcelona, puedes vivir delante del mar", indica Álex Martínez, de Comas Inmobiliaria. "Hace unos días una vendedora de Habitaclia, a la que le expliqué el muchísimo trabajo que tenemo estos días, me confirmó que ellos también tienen record de visitas", añade.

Más al norte, en Palafrugell, sí han notado un aumento de empadronamientos este año, tras el covid-19. En concreto 288 altas desde el 15 de mazo al 27 de agosto, frente a las 256 del mismio periodio del año pasado. "No es un boom, pero han aumentado, aunque no sabemos si es gente de Barcelona o del extranjero. Estamos encantados de que elijan Palafrugell para vivir", subraya Pau Lladó, segundo teniente de alcalde de este municipio turístico.

Llamamiento a empadronarse

Perder el médico asignado y los servicios de salud, así como el derecho de aparcar en la zona verde de Barcelona era uno de los motivos por los que muchas personas ya vivían buena parte del año en sus segundas residencias pero manteniéndose empadronados en Barcelona. Pero durante el confinamiento, los controles policiales provocaron que muchos decidieran empadronarse en el pueblo ante un posible nuevo confinamiento. Eso es algo que en municipios como L’Ametlla de Mar se ha notado. En los últimos meses ha empadronado a 250 personas.

“Es bueno que vengan nuevas familias y nuevos alumnos –han tenido una veintena de nuevos inscritos en sus centros de enseñanza obligatoria, alguno empadronado en poblaciones vecinas-. No hemos hecho una investigación exhaustiva de cada caso pero sabemos que hay parejas mayores que han venido a jubilarse y parejas jóvenes que teletrabajan, además de algunos extranjeros”, explica el alcalde de L’Ametlla de Mar, Jordi Gaseni. Su consistorio hizo una llamada para animar a la gente a empadronarse en el municipio.

Cambio de vida o inversión

En Riner (Solsonès) también venían trabajando para ampliar la población, desde el 2017, “pero este año ha sido el colofón, en los dos últimos meses, cinco familias más”, declara el alcalde, Joan Solà. “Estamos encantadísimos pero necesitamos unos buenos servicios de comunicaciones, telefonía móvil y fibra. El equilibrio territorial es esto, servicios dignos para vivir. Hay que poder vivir en el territorio y del territorio”, añade Solà.

Desde la Alta Ribagorça, el responsable de la inmobiliaria Immovall, Rubén Bardají, confirma que su actividad con casas y locales comerciales ha aumentado más del doble que antes de la pandemia. “Por un lado, vemos a quien ya quería hacer un cambio de vida y se ha arriesgado ahora a hacerlo -añade Bardají-. Otros están invirtiendo porque ven en el turismo de montaña un futuro y hay también quien siempre iba a la playa y ahora ha descubierto la montaña y busca su rincón en ella para escapar siempre que pueda”.