Análisis

Estructuras y listas de espera

RAMON ESPASA

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De lo que no puede dudarse es de la profesionalidad y solvencia científica de los profesionales encargados de la gestión clínica de las listas de espera. Las necesidades y distintas prioridades de los pacientes en función de su respectiva enfermedad están contempladas con todo rigor. Salvando algún (detestable) listillo o la consabida prevaricación, las listas de espera no esconden privilegios ni abusos. Pero no por eso dejan de ser excesivas y perjudiciales para cada uno de los pacientes y afectar negativamente a los niveles de salud de la población.

Se mire por donde se mire, el volumen de las listas de espera depende tanto del nivel del gasto sanitario global como de las políticas sanitarias específicas de cobertura de necesidades. Es indudable que manteniendo aparentemente la misma oferta sanitaria (en realidad, disminuida en los últimos dos años, como saben bien todos los profesionales de centros sanitarios) resulta imposible mantener el nivel de calidad, satisfacción y resolución del sistema. Además, debido a la crisis han crecido la precarización, la pobreza y la desigualdad. Y esta realidad afecta intensamente a uno de los valores esenciales del sistema público sanitario, esto es, la equidad. En efecto, los dos valores más preciados de un sistema público de salud son: la eficiencia (curar/cuidar el máximo posible) y la equidad (tratar a todos igual, es decir, incluso más a los más desvalidos). Pues bien, la equidad ha saltado por los aires y el sistema, aun cuando no nos cura o cuida peor, sí nos atiende mucho menos.

El recorte del gasto sanitario viene de Bruselas y Madrid, ya lo sabemos. Pero también se cuece en la ideología liberal del Govern del señor Mas. ¿O es que no recordamos que fuimos los campeones del copago, de intentar introducir el cobro de la manutención de los pacientes en los hospitales, de fomentar la introducción de la medicina privada parasitando los costes de los centros hospitalarios públicos, de potenciar los centros concertados en detrimento de los públicos, de dinamitar mediante una voladura controlada el ICS, el mayor proveedor de asistencia pública de Catalunya? La crisis y las políticas liberales nos asfixian, ciertamente, pero nuestro Govern va en la misma dirección. ¿Cómo se explica si no esta continuada voluntad de empequeñecer lo público? Oímos hablar al president Mas de las futuras y necesarias «estructuras de Estado». No puedo estar más de acuerdo, pero entonces ¿por qué desguaza una de las mayores estructuras de Estado que tenemos, que funciona muy bien y que es muy querida por la población (el ICS)? Si hemos de atenernos a las intenciones del Govern, vamos hacia una vaporosa estructura público-privada de entidades prestadoras de servicios sanitarios. Estructuras de Estado, claro que sí, pero estructuras públicas que garanticen la cohesión social en la Catalunya del futuro. Una sanidad pública y gratuita, una enseñanza pública y gratuita, una seguridad social pública y de reparto: eso sí son estructuras de Estado por las que merece luchar y movilizarse. Si de lo que se trata es de estructuras light, posmodernas y de diseño privado, entonces es que hablamos de futuros distintos.