PULSO AL CÁNCER DE MAMA

La Angelina Jolie catalana habló claro

La mujer de Brad Pitt confesó su mastectomía preventiva y otras mujeres explicaron su experiencia

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PATRICIA CASTÁN

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A mitad del mes de mayo conocí a una mujer de aquellas que por muchos reportajes e historias que uno cuente como periodista nunca olvidará. Era Ana Estévez. Abrió la puerta de su piso de la Bonanova con una sonrisa y las manos abiertas. Estaba a punto de salir de su tranquila y anónima vida por obra y gracia, nada más y nada menos, que de Angelina Jolie. La actriz acababa de confesar al mundo que se había sometido a una mastectomía preventiva doble para erradicar en la medida de lo posible el riesgo de desarrollar un cáncer de mama, ya que era portadora de una mutación genética que dispara la amenaza. Lo mismo había hecho Ana hace poco, desde que el cáncer se coló en su entorno familiar y activó todas las alertas, hasta conducirla a afrontar una amputación tan drástica e íntima, en la que veía un salvoconducto vital.

Quien escribía esa historia no es redactora de Gente, a cuyas páginas Jolie se asoma con frecuencia, ni de Sanidad, donde el cáncer es materia común. Pero la red de vínculos se extendía y en este caso el nexo era la vivencia de ese maratón de pruebas, de esa espera, esos miedos, esos antecedentes y ese equipo de especialistas del Hospital de Vall d'Hebron. Empatía aparte, era difícil no entender a esta mujer de 34 años y cinco niños pequeños, aferrada a la vida para ayudarles a crecer a toda costa.

Ana desplegó su biografía generosamente para+ Periódico, sin pretender justificarse. Sin defenderse ante los que consideran que se trata de una mutilación excesiva. No quería pasar la vida sometida a controles férreos y esperando la mala noticia y asumió la decisión, junto con su hermana y una prima, también portadoras del BRCA2, «sin dudarlo», confesaba a este diario.

Un rosario de operaciones de extirpación y sustitución con prótesis le ha devuelto un perfil tan normal como cualquier mujer, y sin cicatrices en un carácter optimista donde los haya. Pero sobre todo, le ha repuesto la confianza en su salud.

La misma liga juegan infinidad de mujeres, muchas asomadas al combativo ejército de Princesas Valientes que se cita en Facebook, donde algunas eligen vivir felices pero con la lupa puesta periódicamente en su riesgo, y otras escogen la cirugía. Ayer mismo, lo confesaban: «Me quité los dos pechos, ovarios y trompas y estoy convencida de que fue la mejor decisión», decía Helena tras pasar por un tumor. «Para mí fue liberador quitarme la mama sana y los ovarios. Era un tejido que no quería conmigo. Me lo tomo como ir un paso por delante del maldito cangrejo cabrón», sentenció Esther.