las consecuencias

El precio del humo

Los especuladores aprovechan la crisis para subir el coste del agua embotellada y las mascarillas Muchos moscovitas dejan la ciudad y se van al extranjero o a la 'dacha'

Una chófer de un autobús con mascarilla.

Una chófer de un autobús con mascarilla.

DMITRI POLIKÁRPOV
MOSCÚ

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El humo de los incendios forestales cambió la vida de los moscovitas de la noche a la mañana. Las calles se quedaron medio vacías, los tradicionales atascos se desvanecieron, y en las entradas de algunas estaciones del metro aparecieron los especuladores que venden mascarillas y pequeñas botellas de agua.

Hace unos días, lo normal era comprar un periódico o una revista a un vendedor ambulante antes de bajar al subterráneo. Ahora es mucho más importante protegerse de la asfixiante niebla que ha llenado los andenes y los túneles. Una mascarilla cuesta 50 rublos (1,3 euros) lo que es varias veces más que su precio habitual en una farmacia. Pero en la mayoría de las farmacias no las hay.

10 mascarillas

Para controlar la situación, las autoridades sanitarias prohibieron a las farmacias vender más de 10 mascarillas por persona.«Nos hemos enterado de que algunos clientes compraban hasta 1.000 mascarillas a la vez. Está claro que se trata de especuladores y no podemos permitirlo», explicó una portavoz del Departamento de Sanidad del Gobierno de Moscú.

Ponerse la mascarilla, cerrar las ventanas y quedarse en casa. Muchos moscovitas repiten esos consejos de las autoridades como una oración. Pero los que se lo pueden permitir prefieren métodos más radicales para protegerse del humo. Algunos intentan huir al extranjero, otros a sus casas de campo lejos del humo y del fuego.

Los bancos, que conceden estos días dos veces más créditos para vacaciones, y las agencias de viajes ya se han dado cuenta de ese éxodo desesperado. Pero tener dinero no garantiza poder salir de Moscú. Varios días de baja visibilidad han provocado el caos en los aeropuertos donde unas 2.000 personas aguantan esperando sus vuelos. Otro obstáculo es el visado. Algunos consulados ya avisaron de posibles retrasos en concesión de visados a causa de pésimas condiciones de trabajo causadas por el calor.

Los que decidieron quedarse ya han elaborado una nueva línea de conducta. Intentan pasar el mayor tiempo posible en el trabajo o en centros comerciales que tengan aire acondicionado. Y para moverse por la ciudad se buscan coches climatizados. Los precios del taxi se han duplicado y para ir al sureste, donde el humo es más intenso, el cliente debe persuadir el taxista.

Los precios del agua embotellada y de los refrescos también se han disparado. Las botellas de agua se agotan diariamente en los centros comerciales porque los moscovitas quieren tener reserva en casa. Además, subieron un 30% los precios de los productos de alimentación básicos, incluidos el pan y la sal.

Pero el producto que más ha encarecido por el calor y el humo son, sin duda, ventiladores y equipos de climatización. Según las estadísticas oficiales, un ventilador cuesta ahora siete veces más que en junio y es lo más solicitado en los departamentos de electrodomésticos.«Ya hemos vendido todo lo capaz de mover el aire. Incluso traemos a Moscú ventiladores de zonas del Lejano Oriente», dijo a este diario un dependiente de un centro comercial. Equipos de aire climatizado valen ahora tres veces más de su precio habitual y hay que esperar al menos dos semanas para que te las instalen en casa, todo por la enorme cola que formada por la anomalía climática.