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Juan Manuel Freire
Periodista
Periodista y crítico cultural.
Incluso antes de que casi nadie la hubiera leído, 'Ciudad en llamas' fue una novela de la que habló todo el mundo. Cuestión de números: casi dos millones de dólares pagó la editorial Knopf en noviembre de 2013 para imponerse en la subasta por sus derechos. ¿Qué tenía esa primera novela larga, larguísima (900 páginas), del por entonces no tan conocido Garth Risk Hallberg?
Para la exigente crítica literaria Michiko Kakutani, antiguo mito del 'New York Times', lo tenía todo. En su reseña habló de ella como una "increíble máquina de realidad virtual" y sacó a colación a Charles Dickens o Martin Amis, antes de, en el mejor cumplido posible, señalar que la obra de Hallberg era solo suya. Realmente es complicado pensar en otras novelas como esta, a la vez conmemoración de una ciudad y un tiempo, retrato coral de personajes fascinantes, misterio de suspense y descarga de electricidad constante a pesar de su extensión.
Incluso antes de la venta a Knopf, el productor Scott Rudin ya se había hecho con sus derechos para cine y televisión, pero misteriosamente no llegó a hacer nada con ellos. Han sido unos hábiles Josh Schwartz ('O.C.') y Stephanie Savage (cocreadora de 'Gossip girl' con el anterior) quienes han terminado traduciendo el libro en una notable serie, la que Apple TV+ estrena el viernes, día 12, con triple episodio.
Constelación de personajes
La acción ya no se desarrolla en los setenta, sino a mediados de 2003, en una Nueva York donde sigue fresca la herida del 11-S. Nuestro protagonista, o uno de ellos, un tímido joven de Long Island llamado Charlie (Wyatt Oleff, el joven Stanley de 'It'), perdió a su padre en los atentados. Solo ha logrado distraerse del duelo explorando Nueva York con Samantha (Chase Sui Wonders, revelación de 'Genera+ion'), criatura libre y salvaje, creativa y rockera, que le convirtió en su siguiente 'proyecto', que no su siguiente amor, como Charlie habría querido. Una vez más, Schwartz & Savage se toman en serio las desventuras juveniles, la pureza agónica de los dolores sentidos por primera vez.
Alrededor de ellos y, sobre todo, Sam gira una constelación de personajes que provienen de los más diversos estratos sociales y puntos geográficos de la ciudad. Cuando nuestra heroína deja a Charlie tirado en un club, lo hace para encontrarse con Keith (Ashley Zukerman, Nate en 'Succession'), agente de Wall Street en lógico proceso de separación de su mujer, Regan (Jemima Kirke, Jessa en 'Girls'), presunta heredera de la fortuna de los Hamilton-Sweeney y hermana de William (Nico Tortorella), el antiguo líder del grupo, Ex Post Facto, cuya resurrección como Ex Nihilo iban a presenciar Sam y Charlie en el citado club. El exrocker es también exadicto, o eso quiere hacer creer a su novio negro Mercer (Xavier Clyde), aspirante a escritor arrestado injustamente como sospechoso del disparo fatal que Sam acaba sufriendo en Central Park. Con este incidente arranca una investigación que recorre desde el submundo anarquista hasta los ambientes de la jet de Manhattan, donde en cualquier momento podría aparecer Blair Waldorf.
Equivalencias necesarias
La mugrienta y peligrosa pero gloriosa Nueva York de los setenta estaba en el centro de series más o menos recientes como 'Vinyl' o 'The Deuce (Las crónicas de Times Square)', pero la de hace veinte años era un territorio menos explorado. Con la aprobación de Hallberg, los creadores pasaron a transitar por esa ciudad en un estado no menos turbulento, sacudida no solo por el duelo, sino también por el polémico programa de rezonificación urbanística del alcalde Bloomberg. O por un apagón que provocó menos el caos (como el de 1977) que el más lógico de los miedos: en un principio no se descartó la hipótesis de un nuevo atentado terrorista.
Donde antes estaba la explosión del punk, ahora está el revival guitarrero de la Nueva York de los primeros dosmiles. Si en las páginas de Hallberg sonaban Television o Patti Smith, aquí se cita a The Walkmen, The White Stripes y The Rapture, entre muchos otros. Temas reales conviven con otros creados para los ficticios Ex Nihilo: el supervisor musical Jonathan Leahy reunió a compositores para crear maquetas que, después, los productores Abe Seiferth (Nation Of Language) y Jason Hill (excantante de Louis XIV y compositor de 'Mindhunter', aquí también firmante de la banda sonora) convirtieron en canciones hechas y derechas.
'Ciudad en llamas', versión serializada, se convierte detalle a detalle en nueva máquina del tiempo. Todo lo de hace veinte años sirve para el juego de la nostalgia, y Schwartz y Savage se divierten citando viejas aplicaciones de descarga P2P tipo LimeWire, vistiendo a alguno de sus personajes (la anarquista Sewer, encarnada por Alexandra Doke) como una modelo de American Apparel o usando un CD de Belle and Sebastian ('The boy with the arab strap', para más señas) como almacén de preservativos.
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