Psicología

Siete pasos para pasar del control a la gestión de las emociones

Reprimir lo que sentimos lo multiplica y nos bloquea

persona meditando

persona meditando / 123RF

Ángel Rull

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La autoestima es un constructo psicológico que refleja la valoración general que cada persona tiene sobre sí misma. A menudo, se concibe como una entidad estática, sin embargo, en realidad, es dinámica y susceptible a los cambios que experimentamos en nuestra vida diaria, especialmente durante los periodos de crisis. Estos momentos difíciles pueden hacer que nuestra autovaloración fluctúe, por lo que es crucial disponer de herramientas que nos permitan mantener o mejorar nuestra percepción personal, fortaleciendo así nuestra salud mental y bienestar emocional.

En este sentido, la gestión emocional juega un papel clave. A diferencia de la mera supresión o control de las emociones, que puede tener efectos contraproducentes, aprender a manejarlas de manera efectiva nos proporciona una base sólida para el desarrollo de una autoestima saludable.

¿Cuál es la diferencia entre controlar o gestionar las emociones?

Controlar las emociones implica un esfuerzo consciente por reprimir o evitar la experiencia emocional, un enfoque que a menudo resulta en una tensión interna y un desgaste emocional. Esta estrategia puede parecer efectiva a corto plazo, pero a largo plazo, puede llevar a problemas de salud mental, como ansiedad o depresión, debido a la acumulación de emociones no procesadas. El control estricto de las emociones también nos priva de la oportunidad de aprender de ellas y de usarlas como guías para nuestra conducta y decisiones.

Gestionar las emociones, por otro lado, significa reconocer y aceptar nuestras emociones como respuestas naturales a nuestras experiencias. Implica entender que cada emoción tiene un propósito y puede ofrecernos valiosa información sobre nosotros mismos y nuestras necesidades. La gestión emocional involucra técnicas para regular nuestras emociones de manera que puedan ser expresadas de forma saludable y constructiva, permitiéndonos actuar de manera alineada con nuestros valores y objetivos personales.

La diferencia esencial entre ambos enfoques radica en la aceptación versus la resistencia. Mientras que controlar las emociones se basa en la resistencia y a menudo resulta en un ciclo de represión y eventual explosión emocional, gestionarlas implica una aceptación y comprensión que conduce a una mayor paz interior y estabilidad emocional. Este enfoque facilita una autoestima más sólida, ya que permite a las personas sentirse seguras y competentes al manejar sus emociones de manera efectiva.

¿Por qué el control de las emociones nos perjudica?

El intento constante de controlar nuestras emociones puede tener un efecto significativamente negativo en nuestra salud mental. Esta práctica puede conducir a un aumento de la ansiedad, el estrés y la susceptibilidad a la depresión. Al reprimir nuestras emociones, no les permitimos procesarse de manera adecuada, lo que puede resultar en una acumulación de tensión emocional y psicológica. Este estado de represión continua puede deteriorar nuestra autoestima, ya que nos encontramos constantemente luchando contra nosotros mismos, negando nuestra experiencia emocional interna.

Además, el control excesivo de las emociones puede perjudicar nuestras relaciones. Al no expresar cómo nos sentimos realmente, construimos barreras entre nosotros y las personas cercanas, lo que puede llevar a malentendidos, conflictos no resueltos y una sensación de aislamiento. Las relaciones sanas se basan en la vulnerabilidad, la honestidad y la comunicación abierta; sin embargo, estas cualidades se ven comprometidas cuando no somos capaces de compartir nuestras emociones auténticas con los demás.

La supresión emocional también puede estancar nuestro crecimiento personal. Las emociones, incluso las desagradables o difíciles, ofrecen oportunidades para el aprendizaje y el desarrollo. Al enfrentarnos a nuestras emociones, podemos ganar claridad sobre lo que verdaderamente valoramos, nuestras necesidades y cómo podemos mejorar como personas. El control emocional limita esta exploración y autoconocimiento, dejándonos en un estado de estancamiento donde es difícil avanzar o cambiar.

¿Qué beneficios tiene la gestión de las emociones?

Uno de los beneficios más significativos de gestionar adecuadamente nuestras emociones es el desarrollo de la resiliencia emocional. Esta capacidad nos permite enfrentar problemas y recuperarnos de contratiempos con mayor facilidad. A través de la gestión emocional, aprendemos no solo a sobrevivir sino a prosperar en medio de la adversidad, utilizando nuestras experiencias difíciles como trampolines para el crecimiento personal y el fortalecimiento de nuestra autoestima.

La gestión eficaz de las emociones también tiene un impacto positivo en nuestras relaciones. Al comunicarnos de manera abierta y honesta sobre cómo nos sentimos, fomentamos la confianza y la intimidad con los demás. Esto nos permite construir relaciones más profundas y significativas, donde hay espacio para la vulnerabilidad y el apoyo mutuo. Además, al entender y gestionar nuestras emociones, estamos mejor equipados para comprender y empatizar con los sentimientos de los demás, mejorando así la calidad de nuestras interacciones sociales.

La gestión emocional promueve un profundo autoconocimiento. Al observar nuestras emociones sin juicio y buscar comprender sus orígenes y mensajes, ganamos una mayor comprensión de nosotros mismos. Este proceso de introspección puede revelar nuestros deseos más profundos, miedos, y áreas de nuestra vida que requieren atención o cambio. Por lo tanto, la gestión emocional se convierte en una herramienta poderosa para el crecimiento personal, permitiéndonos vivir de manera más alineada con nuestros valores y objetivos.

Pasos para pasar del control a la gestión de las emociones

La autoestima es un reflejo de cómo nos vemos y nos valoramos a nosotros mismos, y su fortalecimiento es un proceso continuo que se nutre de nuestra capacidad para gestionar nuestras emociones de manera saludable. Al adoptar una actitud de curiosidad y apertura hacia nuestras emociones, nos permitimos experimentar la vida de manera más plena y rica, superando los obstáculos con una sensación de competencia y confianza en nosotros mismos.

Pero ¿qué pasos podemos dar para una mejor gestión de nuestras emociones que puedan impactar en nuestra autoestima?

1. Reconocimiento y aceptación

El primer paso hacia una gestión emocional efectiva es reconocer y aceptar nuestras emociones tal como son. Esto implica dar espacio a nuestras emociones, permitiéndonos sentir sin juzgar si son buenas o malas. Reconocer que nuestras emociones son respuestas naturales a nuestras experiencias nos ayuda a verlas como información valiosa, no como enemigos a combatir.

2. Identificación y expresión

Aprender a identificar nuestras emociones y expresarlas de manera adecuada es crucial. Esto puede implicar ponerle nombre a lo que sentimos y compartir nuestras emociones con alguien de confianza o a través de una salida creativa. La expresión emocional saludable facilita la liberación de la tensión emocional acumulada y promueve una mayor claridad mental.

3. Exploración y comprensión

Es importante dedicar tiempo a explorar y comprender el origen de nuestras emociones. ¿Qué situación o pensamiento las desencadenó? ¿Hay patrones recurrentes que podemos identificar? Esta comprensión puede proporcionarnos descubrimientos valiosos sobre nuestras necesidades emocionales y cómo satisfacerlas de manera saludable.

4. Desarrollo de estrategias de afrontamiento

Basándonos en nuestra comprensión de las emociones, podemos desarrollar estrategias de afrontamiento efectivas. Esto podría incluir técnicas de relajación, como la meditación o la respiración profunda, establecer límites saludables en nuestras relaciones y buscar actividades que nos proporcionen una sensación de satisfacción y propósito.

5. Acción y ajuste

Tomar acciones basadas en nuestra comprensión emocional y ajustar nuestras estrategias según sea necesario es esencial. Esto puede significar cambiar la forma en que respondemos a ciertas situaciones, trabajar para cambiar creencias limitantes o buscar nuevas formas de satisfacer nuestras necesidades emocionales y personales.

6. Reflexión y crecimiento

La reflexión continua sobre nuestras experiencias emocionales y cómo las gestionamos es clave para el crecimiento personal. A través de la reflexión, podemos celebrar nuestros progresos, aprender de nuestros errores y ajustar nuestro enfoque para continuar desarrollando una autoestima fuerte y saludable.

La gestión de las emociones, lejos de ser un destino al que se llega, es un viaje continuo de autoexploración y aprendizaje. Al integrar estos pasos en nuestra vida diaria, podemos mejorar no solo nuestra autoestima, sino también nuestra calidad de vida en general. Recordemos que el objetivo no es eliminar las emociones difíciles, sino aprender a navegarlas con gracia, entendiendo que forman parte integral de nuestra experiencia humana.

7. Mantenimiento de la práctica

La gestión emocional es una habilidad que requiere práctica constante y dedicación. Al igual que cualquier otra habilidad, cuanto más la practiquemos, mejor nos volveremos en ella. Esto implica comprometernos a aplicar estos pasos regularmente, incluso cuando parezca complejo. Con el tiempo, la gestión emocional se volverá más natural y menos forzada, permitiéndonos enfrentar las situaciones con una mayor calma y claridad.

Como vemos, la gestión emocional no es solo una herramienta para mejorar nuestra autoestima; es una vía hacia una vida más auténtica y satisfactoria. Al aprender a acoger nuestras emociones, a entenderlas y a actuar de acuerdo con lo que nos dicen, no solo construimos una base sólida para una autoestima resiliente, sino que también mejoramos nuestra relación con nosotros mismos y con los demás. La clave está en el compromiso con el proceso, la paciencia y la práctica continua. La transformación no ocurre de la noche a la mañana, pero cada paso que damos hacia una mejor gestión de nuestras emociones es un paso hacia una versión más fuerte y saludable de nosotros mismos.

* Ángel Rull, psicólogo.