Psicología

Vivir con culpa: ¿por qué aparece frecuentemente en el colectivo LGTBIQ+?

Las heridas emocionales generan vergüenza y culpabilidad

Persona triste en casa

Persona triste en casa / 123RF

Ángel Rull

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La culpa es una emoción compleja y multifacética que se enreda en las fibras más íntimas de nuestra psique, influenciando de manera significativa nuestra autoestima, nuestras relaciones y nuestra percepción del mundo. Cuando se trata del colectivo LGTBIQ+, esta emoción adquiere capas adicionales de complejidad, teñidas por el contexto social, cultural y personal en el que se desarrolla la vida de sus integrantes.

¿Qué es la culpa?

La culpa es una emoción que surge cuando reconocemos que hemos cometido una acción que contradice nuestros valores o expectativas, ya sea hacia nosotros mismos o hacia los demás. Esta sensación de remordimiento no solo nos señala que hemos errado de alguna manera, sino que también activa en nosotros el deseo de enmendar el error, de buscar el perdón y de mejorar como personas. Sin embargo, cuando la culpa se instala de manera permanente, puede convertirse en un lastre emocional que merma nuestra capacidad para vivir plenamente.

En el contexto psicológico, diferenciamos entre la culpa saludable, que funciona como un mecanismo de autorregulación social y moral, y la culpa patológica, que se desvincula de las acciones reales del individuo y se alimenta de percepciones internas distorsionadas sobre uno mismo y sus acciones. Esta última forma de culpa es especialmente peligrosa porque puede desencadenar ciclos de pensamiento negativo, autocastigo y, en casos extremos, trastornos psicológicos como la depresión o la ansiedad.

La gestión de la culpa requiere un delicado equilibrio entre el reconocimiento de nuestros fallos y la compasión hacia nosotros mismos. Aceptar que errar es parte de la condición humana y que cada error es una oportunidad para aprender y crecer es fundamental para transformar la culpa en un motor de cambio positivo en nuestras vidas.

La culpa social y la culpa propia de heridas emocionales

La culpa social se origina en el incumplimiento de las expectativas y normas establecidas por la sociedad o la comunidad a la que pertenecemos. Esta forma de culpa se manifiesta cuando nuestras acciones son percibidas como desviaciones de lo que se considera aceptable o deseable, lo que puede llevar a sentirnos juzgados, rechazados o aislados socialmente. La culpa social actúa como un recordatorio de nuestra necesidad de pertenencia y aceptación dentro de un grupo.

Por otro lado, la culpa originada en heridas emocionales personales profundiza en nuestras inseguridades y traumas internos. Esta culpa surge de conflictos intrapersonales, de la lucha interna entre lo que somos y lo que creemos que deberíamos ser, según los estándares que hemos internalizado a lo largo de nuestra vida. Este tipo de culpa es más íntima y destructiva porque ataca la base de nuestra identidad y autoestima, haciéndonos sentir inadecuados y no merecedores de amor o felicidad.

Entender la diferencia entre estos dos tipos de culpa es crucial para abordarlos adecuadamente. Mientras que la culpa social puede mitigarse a través de la reconexión y el trabajo en nuestras relaciones con los demás, la culpa por heridas emocionales requiere un enfoque introspectivo y, a menudo, un trabajo terapéutico profundo para sanar las heridas subyacentes que la alimentan.

¿Por qué es tan recurrente la culpa en el colectivo LGTBIQ+?

La prevalencia de la culpa en el colectivo LGTBIQ+ se debe en gran parte a la estigmatización y discriminación histórica que como grupo ha enfrentado. Desde una edad temprana, muchas personas LGTBIQ+ son sometidas a mensajes que invalidan su identidad y desean, lo que puede llevar a internalizar una sensación de estar fundamentalmente equivocados o fuera de lugar. Esta internalización se convierte en una fuente constante de culpa, alimentada por la percepción de no cumplir con las expectativas familiares, sociales o culturales.

Además, la lucha por la autenticidad y la visibilidad en un mundo que a menudo niega o castiga la diversidad de orientaciones sexuales e identidades de género agrega una capa adicional de complejidad a la experiencia de la culpa. El miedo al rechazo, la pérdida de relaciones significativas y las consecuencias de vivir abiertamente son factores que pueden intensificar los sentimientos de culpa, especialmente cuando se enfrentan a la necesidad de ocultar o suprimir aspectos fundamentales de la propia identidad para evitar conflictos o discriminación.

Esta recurrente experiencia de culpa no solo es el resultado de enfrentarse a un entorno externo hostil, sino también de la confrontación interna entre el deseo de autenticidad y el temor a las consecuencias de vivir esa autenticidad plenamente. La necesidad de navegar estos problemas, a menudo sin el apoyo adecuado, puede hacer que la culpa se sienta como un compañero constante para muchas personas dentro del colectivo LGTBIQ+.

¿Cómo afecta la culpa al colectivo LGTBIQ+?

La culpa tiene un impacto profundo y multifacético en la vida de las personas LGTBIQ+. A nivel individual, puede conducir a una disminución de la autoestima y al desarrollo de problemas de salud mental, como la ansiedad y la depresión. La lucha interna generada por la culpa puede también obstaculizar el desarrollo de una identidad sólida y coherente, impidiendo que las personas se acepten y se amen a sí mismas plenamente.

En el ámbito de las relaciones personales, la culpa puede actuar como una barrera para la intimidad y la vulnerabilidad. El temor a ser juzgados o rechazados puede llevar a las personas a ocultar su verdadero yo, dificultando la creación de vínculos auténticos y significativos. Esta dinámica no solo afecta las relaciones románticas, sino también las amistades y las relaciones familiares, donde el miedo a la no aceptación puede ser particularmente doloroso.

A nivel comunitario, la culpa puede contribuir a la fragmentación y al aislamiento dentro del colectivo LGTBIQ+. La internalización de la estigmatización y la discriminación puede llevar a conflictos internos sobre cómo vivir y expresar la identidad de género y la orientación sexual. Esto puede resultar en una menor participación en espacios de apoyo comunitario, limitando el acceso a recursos y redes de apoyo que son cruciales para el bienestar y la resistencia.

La culpa en el colectivo LGTBIQ+ es un reflejo de las tensiones entre la autenticidad personal y las presiones externas de conformidad. Abordar esta culpa requiere un esfuerzo colectivo para cambiar las narrativas sociales y culturales que la sustentan, así como un compromiso individual para trabajar hacia la autoaceptación y la sanación de las heridas emocionales.

* Ángel Rull, psicólogo.