Publicado en 'The Lancet'

Una ecografía al final del embarazo puede reducir complicaciones, según un estudio

Un estudio del Hospital Marañón devela los cambios del cerebro de la madre durante el embarazo

Identifican la hormona que causa náuseas y vómitos durante el embarazo

Una ecografía a una embarazada.

Una ecografía a una embarazada. / Alexander Raths / Europa Press

El Periódico

El Periódico

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Un ensayo clínico llevado a cabo con 11.500 embarazadas de bajo riesgo ha corroborado que añadir un estudio Doppler de la circulación fetal en la última ecografía puede reducir a la mitad las complicaciones que requieren el ingreso en la uci de bebés.

El estudio, publicado en la revista 'The Lancet', ha demostrado que determinar el flujo de los vasos del cerebro del feto y de la placenta en la ecografía de rutina del tercer trimestre permite detectar a bebés en riesgo de presentar complicaciones posparto que requieran ingreso en la uci.

En estos casos, inducir el parto al término de la gestación podría reducir a la mitad la tasa de ingreso en la UCI neonatal, según apoya el estudio multicéntrico denominado RATIO37.

El estudio, en el que han participado varios centros internacionales, ha sido concebido y dirigido por Francesc Figueras, jefe del servicio de Medicina Fetal del Hospital Clínic de Barcelona (Idibaps), y Eduard Gratacós, director de BCNatal (del Hospital Clínic y el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, Idibaps e IRSJD).

La primera firmante del estudio es Marta Rial Crestelo, del grupo de Medicina Fetal y Perinatal (IDIBAPS y CIBERER), según han informado los impulsores de este ensayo clínico este viernes en un comunicado.

Menos de un 1% de los bebés en gestaciones de bajo riesgo presentan en las últimas 2-3 semanas de embarazo o al nacer alguna complicación que requiere su ingreso en la uci.

Las complicaciones graves en bebés en embarazos normales son muy raras, pero cuando suceden son muy traumáticas para las familias.

Una causa muy frecuente dentro de ese 1% es que la placenta ya no funcione tan bien al final del embarazo, situación que se conoce como insuficiencia placentaria y puede derivar en problemas de falta de oxígeno en el bebé cuando aparecen contracciones del útero al final del embarazo y durante el parto.

La detección de este riesgo se ha basado hasta ahora en efectuar una ecografía al final del tercer trimestre para identificar a los bebés con bajo peso, circunstancia que muchas veces está producida por la insuficiencia placentaria, aunque este método no permite detectar la totalidad de los casos.

Los bebés con peso normal también pueden sufrir insuficiencia placentaria, que al manifestarse tarde no ha llegado a producir un crecimiento fetal reducido.

Una prueba con ecografía Doppler que mide la circulación de la sangre por el cordón umbilical y el cerebro, denominada ratio cerebro-placentario (o RCP), puede detectar la insuficiencia placentaria.

Hasta ahora, esta prueba solo se realizaba en embarazos con problemas, en casos muy indicados.

Desde hace más de 10 años ha existido un debate en el mundo científico sobre si había que medir el RCP en todas las embarazadas o era un gasto de recursos innecesario.

En el estudio RATIO37 han participado durante 6 años más de 11.500 mujeres con embarazos de bajo riesgo, y en la ecografía de las 36 semanas se midió el RCP en todas las mujeres, pero las participantes fueron divididas al azar en dos grupos.

En unas, la prueba se utilizaba para cambiar el manejo de la gestación y, en caso de salir alterada, se proponía a la mujer una inducción precoz del parto al llegar al término.

En las otras, el resultado de la prueba no se comunicaba y se manejaba el embarazo según los protocolos vigentes.

El estudio comparó los números de casos de muerte del bebé y de complicaciones neonatales graves (que incluían, entre otros, problemas neurológicos, intestinales, cardíacos, renales o respiratorios, con una estancia en la UCI de 10 días o más) que se producían en cada grupo.

Los resultados demostraron que hubo complicaciones neonatales graves en un 0,38% de los embarazos en los que se había utilizado el RCP y en un 0,73% de aquellos en los que no se utilizó.

Ha sido necesario un estudio tan grande como este para poder demostrar una diferencia que en apariencia es pequeña, pero que representa reducir 3,5 casos de complicaciones graves por cada 1.000 embarazos clasificados como de "bajo riesgo".

Si estas cifras se extrapolan al total de partos en España en 2022 (330.000), se podrían evitar 1.150 complicaciones neonatales graves.