Unidad especializada de Vall d'Hebron

La mitad de los abusos a niños se cometen en la familia: el padre es el principal agresor

Uno de cada tres agresores sexuales de niños también es menor de edad

Vall d'Hebron forma a médicos de cabecera para afinar aún más la detección de violencias en la infancia

La mitad de las agresiones sexuales infantiles se cometen en el ámbito de la familia.

La mitad de las agresiones sexuales infantiles se cometen en el ámbito de la familia. / EFE/MASSIMO PERCOSSI

Beatriz Pérez

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La mitad de las violencias sexuales contra niños y adolescentes se producen en el ámbito familiar, lo que rompe el mito de que se trata de un entorno de protección. "En la familia también se vulneran los derechos de los niños y hay que poner el foco en ello", advierte Giuliana Ríos, trabajadora social sanitaria del Equipo Emma, la Unidad de Atención a las Violencias hacia la Infancia y la Adolescencia del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona. El Equipo EMMA, creado hace tres años y que atiende a menores de 16 años, ha presentado este jueves el balance anual de su actividad. A lo largo de este año, ha atendido a 314 nuevas víctimas, de las cuales el 79% eran niñas de entre 13 y 16 años.

Aunque la unidad está especializada en violencias (en general) contra la infancia, la "gran mayoría" de las víctimas atendidas han sufrido violencia sexual. "Es un problema muy grave de salud pública, así como un problema social. Esto provoca enfermedad en niños y jóvenes. La manera en que responda la sociedad afectará de una manera u otra al niño o adolescente", ha advertido Anna Fàbregas, adjunta del Servicio de Pediatría de Vall d'Hebron y coordinadora del Equipo EMMA. Y los sanitarios de esta unidad, advierte la pediatra, solo ven "la punta del iceberg", pues los estudios apuntan a que una de cada cinco personas (un 20% de la población) ha sufrido violencia sexual en su niñez o adolescencia.

Los expertos llaman a romper con el mito de que la familia es un entorno de protección 'per se': en ella también se vulneran los derechos de los menores

Los datos llaman a mirar lo que ocurre dentro de las familias porque, según el Equipo EMMA, el 85% de estas violencias se producen en el entorno conocido de las víctimas. Dentro de este porcentaje, la gran mayoría (el 49%) ocurren dentro de la familia. "El agresor es una persona conocida, incluso una persona integrada en nuestro entorno", advierte Ríos.

"Figuras masculinas"

Cuando el agresor pertenece a la familia de la víctima, es el padre quien con más frecuencia inflige la violencia sexual (en un 30% de los casos), seguido de la pareja de la madre (un 19%), el primo (un 17%), el abuelo (un 11%) y el hermano (un 6%). Según EMMA, el 97% de estas violencias las ejercen los hombres.

Como explica la psicóloga especializada en victimología Alba Alfageme, en la familia estas "figuras masculinas" que cometen estos abusos simbolizan una "autoridad". "Hay siempre una desigualdad muy clara entre víctima y agresor", reflexiona Alfageme. Según ella, los abusos se producen siempre bajo un "paraguas de silencio" a través de la "manipulación", la cual sitúa al niño en una "situación de vulnerabilidad".

Además, estos abusos, advierte la psicóloga, llegan a través de "juegos muy próximos", que pasan a ser "caricias" y luego "tocamientos". Jamás empiezan con violencia física, sino que es un juego gradual. "Los abusadores van probando la estrategia que les funciona más. Hacen creer a la víctima que es alguien especial, que él o ella también recibe placer", explica la psicóloga. Así, se hace creer a la víctima que lo ocurrido es también su responsabilidad y por eso le cuesta estender lo que está pasando. "Los sentimientos son ambivalentes: hay un vínculo, pero también rechazo y odio. Hasta que no son adultos no les ponen nombres a las cosas", apunta Alfageme.

El mito de la denuncia falsa

Según el Equipo EMMA, la madre es la principal figura de confianza a quien la víctima hace la revelación (en el 50,5% de los casos). "Los niños no verbalizan algo así cuando quieren, sino cuando pueden. Una revelación de este tipo es un acto de valentía y una demanda de ayuda sin precedentes", afirma la trabajadora social Ríos. Sin embargo, en ocasiones la víctima no es creída, sobre todo por la madre, cuando el abusador es el padrastro. "Las violencias sexuales siempre se han construido bajo el relato de la denuncia falsa: los niños de pequeños mienten. Y no es así", señala Alfageme, quien además añade que decir no creer a la víctima es "más fácil de sostener psicológicamente". Y no solo eso: en la familia los abusos son "más difíciles de gestionar y detectar". "Es una bomba con una onda expansiva que rompe muchos vínculos familiares. Es mucho más fácil señalar a alguien de fuera de la tribu".

Según ella, hay familias que han preferido no hacer frente a una situación de este tipo para no romperse, lo cual en su opinión es "una barbaridad", porque no solo se vuelve impune el abusador, sino que la víctima no ve dignificados su dolor ni su experiencia. Suele ser más fácil de gestionar, advierten los psicólogos, los abusos que se producen por un miembro ajeno a la familia.

Impacto en la salud mental

Aproximadamente un 60% de los niños que llegan a la unidad de Vall d'Hebron presentan una psicopatología. El estrés postraumático (recuerdos intrusivos, la pérdida de confianza, un estado de hiperalarta o dificultades para conciliar el sueño) es el más frecuente en esta población: aparece en el 36% de los niños abusados. Pero, además, los abusos también provocan adicciones, como consumo de alcohol o sustancias, y conductas antisociales y violentas.

"[Esta realidad] Es un riesgo para la salud mental y salud pública", señala la psicóloga Noemí Pereda, profesora titular en la Universitat de Barcelona (UB). "Los niños están con su familia y su entorno: por eso se producen ahí los abusos", advierte Pereda, que además es miembro de la comisión asesora del informe sobre abusos sexuales en la Iglesia católica del Defensor del Pueblo.

Por eso recomienda a las familias tener una "comunicación abierta" con los niños, así como incidir en la "educación afectivo sexual". "Tienen que saber que no todo el mundo puede tocar su cuerpo y que tienen derecho a decir que 'no' si hay algo que no les gusta", dice Pereda. "Cuando la familia es muy cerrada, cuando hay mucho secretismo y autoritarismo, estás creando un entorno difícil para detectar estas violencias", añade.

Pese a todo, la recuperación es posible, según la psicóloga clínica del Equipo EMMA, Mireia Forner, quien llama a "romper con algunos mitos". Las víctimas no necesariamente tienen que quedarse "marcadas para siempre". "La violencia sexual es algo muy complejo. Pero si un niño que revela lo que ha pasado tiene un entorno que acompaña y recibe el tratamiento necesario, se puede recuperar de la violencia sin efectos a largo plazo. De ahí la importancia de la detección y la prevención", dice Forner.

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