"Papá, estás sufriendo un infarto"

El profesor Lluis Tarín, antiguo ciudadano sedentario, no podría prescindir ahora de sus dos horas diarias de ejercicio físico

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icoy37941054 lluis tarin170405185826 / JULIO CARBÓ

ÀNGELS GALLARDO / BARCELONA

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Acababa de aterrizar en el aeropuerto barcelonés de El Prat, de regreso de la fiesta que sus amigos le habían organizado en Florencia (Italia) para celebrar su jubilación -recién cumplidos los 65-, cuando Lluis Tarín, que ahora tiene 70 años, sintió una debilidad intensa e inmensa, rara y angustiante pero en absoluto dolorosa. "No me dolía el pecho, ni nada. Solo sentía un inesperado bajo tono vital, muy profundo", relata Tarín, vecino del Eixample barcelonés, que antes de jubilarse ejerció como profesor de Psicología de la Educación en la Universitat Autònoma de Barcelona. Sin moverse del aeropuerto, porque apenas tenía fuerzas, telefoneó a su hja, que es médico, y le describió, tal y como recuerda perfectamente aún, cómo se sentía.

"Papá, estás sufriendo un infarto", le respondió su hija, urgiéndole a que avisara a los servcios sanitarios del aeropuerto. Se puede decir que Lluis Tarín estuvo, en cierta forma, de suerte. Mientras él se las apañaba para dar con el personal sanitario de El Prat, cosa que consiguió, su hija activó que desde el Hospital del Bellvitge enviaran de inmediato al aeropuerto una ambulancia medicalizada en su busca. Ya estaba en el vehículo sanitario, cuando a Lluis le sobrevino el infarto de miocardio en toda su extensión. "Me dieron el tratamiento que tocaba y llegué al hospital".

SUBÍA ANDANDO LAS ESCALERAS DEL METRO

No estaba grueso, antes del infatro. Se describe como una persona muy delgada, sin ser un palillo, que eso sí, acumulaba un cierto cinturón graso en la zona del abdomen. "Nunca jamás había hecho ningún tipo de deporte ni ejercicio físico", explica. "Leía, estudiaba, preparaba las clases, veía la televisión", así enumera su vida cotidiana previa al infarto. "Recuerdo que cada día subía a pie las escaleras de casa y las del metro". Ese era todo su ejercicio físico regular.

En Bellvitge, aquel día del 2011, le abrieron las arterias coronarias taponadas con dos 'stents', unas mallas metálicas expansivas que, poco después, resultaron insuficientes. Un año más tarde, Lluis Tarín entró en el quirófano. Le recondujeron el paso sanguíneo de dos arterias coronarias, con dos 'by passes', y necesitó una válvula cardiaca nueva.

Fue derivado al Hospital de Sant Pau, de Barcelona, al que sigue vinculado, donde le habituaron a practicar la bicicleta estática. Ahora tiene una en su domicilio, donde pedalea durante como mínimo una hora diaria. Además, camina a paso rápido, todos los días, otros 50 minutos. "Me siendo satisfecho de haberlo conseguido -dice, contento-. El ejercicio me da agilidad y optimismo. Tengo ganas de vivir. No podría dejarlo".

Su cardiólogo le advirtió de que ese ejercicio, cuya intensidad debe mantener o incrementar a ser posible -sin superar nunca las 120 pulsaciones- es insustituible. "Para mí, la bicicleta y las caminatas son tan importantes como las pastillas que me todo todos los días", certifica Lluis.