Testimonios en primera persona

Familias vulnerables de Sabadell sufren sin luz la ola de calor: "Malvivimos sin ventilador ni nevera"

EL PERIÓDICO visita algunas de las 150 personas, entre ellas 30 menores, que padecen cortes eléctricos en pisos ocupados por "riesgo de incendio"

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La hija de Fouzia abriendo la nevera vacía con una vela

La hija de Fouzia abriendo la nevera vacía con una vela / Manu Mitru

Clàudia Mas

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Doha llega del 'casal' de verano con mucha hambre y sed. Quiere agua fría. Abre la nevera y la cierra sin encontrar apenas nada. Repite el movimiento de forma sistemática durante un minuto de reloj. Se rinde y, sin lograr su objetivo, se dirige hacia el baño para ducharse. El interruptor lo apaga y lo enciende, como mínimo, unas 20 veces. Al final desiste: la luz está cortada "por alto riesgo de incendio de los contadores", según fuentes de Endesa. Se enfurece y da golpes a las paredes mientras, con una mirada perdida pero a su vez valiente, busca a su madre, Sara Badani.

La niña de nueve años tiene diagnosticado un tercer grado de autismo y una discapacidad del 73%. Vive con su madre en uno de los 27 pisos ocupados en el número 47 de la C/Puig i Cadafalch por la Plataforma de Afectadas por la Hipoteca de Sabadell (PAHC) desde marzo del 2020, aunque la PAHC empezó a ocupar el inmueble en 2015. Allí se concentran ahora unas 150 personas (28 familias), entre las que hay 30 menores y tres personas dependientes.

El edificio de estas familias es en el que Endesa, junto con los Mossos d’Esquadra, cortaron la luz el pasado miércoles 12 de julio, debido al mencionado riesgo para la seguridad de las familias. Estas luchan por volver a su ‘normalidad’ después de seis días sin luz y reclaman los contadores sociales a los que, confirman desde la Aliança contra la Pobresa Energètica (APE), tienen derecho desde el histórico acuerdo Generalitat-Endesa al servicio de electricidad aunque no puedan pagarla si justifican su vulnerabilidad. Según explican los activistas de la PAHC, la actual situación se puede alargar entre dos y seis meses más.

Desde la Plataforma aseguran que para acceder a los pisos ocupados es requisito imprescindible justificar el certificado de vulnerabilidad de Servicios Sociales. El Ayuntamiento de Sabadell confirma que está haciendo seguimiento de las familias, aunque desde la concejalía de Acció Social no pueden concretar de cuántas.

EL PERIÓDICO ha pasado un día con cuatro de esas familias vulnerables -con informes constrastados por este diario- para conocer de primera mano cómo se sobrevive sin electricidad a una ola de calor.

Una rutina que tranquiliza a la hija con autismo de Sani Badani es la ducha

Una rutina que tranquiliza a la hija con autismo de Sani Badani es la ducha / Manu Mitru

"Prescindir de la electricidad en plena ola de calor nos ha sumergido en una realidad que nos ahoga. La situación es insostenible. Ahora vivimos con miedo por si nos cortan el agua. La ducha es la única rutina que conserva mi hija”, afirma Badani, madre de Doha. Atemorizada, con la boca pequeña y los ojos húmedos, Badani, de 31 años, nacida en Nador (Marruecos), abre las puertas de su piso del edificio gestionado por la PAHC con el objetivo de “dar respuesta a la emergencia habitacional de las 28 familias en situación de vulnerabilidad”.

Sara Badani seca a su hija Doha recién salida de la ducha 

Sara Badani seca a su hija Doha recién salida de la ducha  / Manu Mitru

"Mi hija tiene miedo de ir al baño sin luz"

No es fácil la convivencia de Doha dentro de esta situación. Pues “cuando se le rompe la rutina a u­na persona con autismo es como si le desestabilizara la vida y lo paga desordenando la casa, dándole golpes a los muebles, a las paredes y hasta a ella misma”, explica Badani. "Si la gestión emocional de Doha ya era complicada, con esta nueva realidad los sentimientos de la niña operan "como una montaña rusa", apuntala la madre.

Reportaje de un bloque de pisos donde viven familias vulnerables que Endesa se los cortó la luz lo el pasado viernes y hasta ahora no tienen. Sara Badani y su hija autista de tercer grado, Doha, sentadas en el sofá de su casa.

Reportaje de un bloque de pisos donde viven familias vulnerables que Endesa se los cortó la luz lo el pasado viernes y hasta ahora no tienen. Sara Badani y su hija autista de tercer grado, Doha, sentadas en el sofá de su casa. / Manu Mitru

Y lo ejemplifica con una acción cotidiana: “Mi hija no entiende por qué tiene que ir al baño a oscuras y tiene miedo. Se altera. ¿Cómo no irá sola al baño?”, apunta su madre, quien asegura que "antes de pedir ayuda se hace todas las necesidades encima". De hecho, Badani explica que el Ayuntamiento está al corriente de la situación. Les están haciendo un seguimiento desde hace años. Sin embargo, cuenta que conoció a la PAHC porque los propios Servicios Sociales "me sugirieron recurrir a esta plataforma".

Bloque de pisos donde viven familias vulnerables que Endesa se los cortó la luz lo el pasado miércoles y hasta ahora no tienen

Bloque de pisos donde viven familias vulnerables que Endesa se los cortó la luz lo el pasado miércoles y hasta ahora no tienen / Manu Mitru

"Me he quedado sin medicamentos"

Rafi Llamas, de 51 años, concentra su malestar generalizado en su voz entrecortada. Padece de diabetes y el hecho de no poder disponer de refrigerador le agrava la situación: “Las insulinas las guardo en la nevera de mi suegra. En mi casa ya no puedo”, dice Llamas.

También vive en el bloque bautizado por la PAHC -y popularmente conocido- como ‘Guillem Agulló’, si bien no con todo lo indispensable para gestionar su diabetes. Si Llamas tiene una subida de azúcar, tendrá que esperar al menos 30 minutos para ponerle remedio.

Rafi Llamas junto a su pareja Carlos Suárez haciéndose un seguimiento de su diabetes

Rafi Llamas junto a su pareja Carlos Suárez haciéndose un seguimiento de su diabetes / Manu Mitru

¿El día a día de Llamas? “Calores, mareos, sofocos y un cansancio acumulado. También sufre constantemente por no poder cargar el móvil: "Si tengo una emergencia, ¿qué hago?", se pregunta.

Vive con su pareja, Carlos Suárez, de origen uruguayo, quien todavía no ha conseguido la nacionalidad española ni, por extensión, trabajo. Por eso, siempre que puede sale con su carrito a buscar "tesoros" en las basuras del centro de la ciudad. “Todo lo que tenemos en casa es de los contenedores, menos la mesa", detalla.

Carlos Suárez junto a todos los objetos que ha encontrado en las basuras

Carlos Suárez junto a todos los objetos que ha encontrado en las basuras / Manu Mitru

Llamas y Suárez viven junto a sus dos perros gracias a la pensión de ella. Ingresa un total de 395 euros al mes. El Servei d'Urgències i Emergències (SUE) y el Ayuntamiento de Sabadell ya los conoce. Desde 2013, de forma rutinaria, Llamas va cada 15 días a buscar la comida, pero "ahora hay menos cantidad, ya que más gente que recurre al servicio", exclama la vecina.

Doha abre y cierra la nevera de su piso para buscar agua fría, pero la nevera está vacía

La hija de Fouzia abriendo la nevera vacía con una vela / Manu Mitru

"Quiero pagar, pero es la comida o la vivienda"

“¿Ver la policía en mi casa? A mí ya no me asusta nada. Solo un poco las serpientes”. Lo comenta Roman (nombre ficticio), uno de los menores que viven en el bloque (12 años), dos días después de que le dieran el alta de una pulmonía. Un día, explica, se levantó con más de dos furgonetas de antidisturbios en el portal de su casa. Desde entonces, su vida dio un giro de 180 grados.  

El médico le ha recomendado reposo y estar en casa para recuperarse de la enfermedad. “¿Cómo se tiene que quedar en casa con el calor que hace y sin prácticamente distracciones? Tanto su padre como yo pasamos el día fuera”, se pregunta Fouzia (44 años), su madre.

Familia de Fouzia i Hicham, pareja con tres niños que viven en el piso ocupado por la PACH

Familia de Fouzia i Hicham, pareja con tres niños que viven en el piso ocupado por la PACH / Manu Mitru

Su mando de la 'PlayStation' se ha convertido en una vela que sujeta para lavarse los dientes. “Al principio se pensaban que era una fiesta, sobre todo a la noche, cuando nos quedamos completamente a oscuras. El primer día les hace gracia, pero el sexto ya es desesperante”, explica su madre, quien vive con sus tres hijos -de 12, 9 y 7 años- y su marido, que está haciendo cursos para entender el catalán y para trabajar con placas solares en el Vapor Llonch de Sabadell. 

Los tres hijos de Fouzia y Hicham mostrando con una luz de gas dos objetos inutilizables: el ventilador y la PlayStation

Los tres hijos de Fouzia y Hicham mostrando con una luz de gas dos objetos inutilizables: el ventilador y la PlayStation / Manu Mitru

Fouzia consiguió su nacionalidad el pasado 8 de marzo. “Desde que tengo el NIE la vida me ha cambiado, aunque aún nos queda mucho por hacer”, explica la madre, quien trabaja cuidando a una persona mayor. Con los ojos entelados y una sonrisa semidibujada anhela encontrar un alquiler social. “No se merecen esto mis hijos. No tienen que ir a dormir con una luz que funciona con gas. Algo muy peligroso”, lamenta.

Andrés Uceno se lava los dientes a oscuras en el baño, que no tiene ventana

Andrés Uceno se lava los dientes a oscuras en el baño, que no tiene ventana / Manu Mitru

En esta línea se expresa Andrés Uceno: “Yo quiero pagar, pero encontrar un alquiler asequible se convierte en una odisea. Es la comida o la vivienda”. Uceno vive con su mujer y denuncia que la pobreza sea un problema estructural.

“Los pocos ahorros los tenemos que destinar a comprar una cocina de gas, luces -también de gas-, neveras portátiles, pilas, entre otros objetos que no utilizaremos jamás al recuperar el suministro eléctrico”. Él, certificado de vulnerabilidad en mano, alaba la tarea de la PAHC mientras pone el foco en la necesidad de vivir “unas vidas dignas”.

Andrés Uceno enseñando su certificado de vulnerabilidad 

Andrés Uceno enseñando su certificado de vulnerabilidad  / Manu Mitru

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