Delta del Ebro, la Costa Brava y los Pirineos serán los destinos favoritos de los catalanes este año

Las largas semanas de confinamiento han cambiado las prioridades de la población, y este verano optará por grandes espacios abiertos para sentirse libres. Es la conclusión a la que llega un sondeo elaborado por el Laboratorio de Patrimonio y Turismo Cultural de la Universidad de Barcelona entre medio millar de agentes turísticos catalanes este pasado mes de abril. Preguntados acerca de los destinos y las preferencias culturales a realizar en Cataluña cuando se reactive el turismo de proximidad, lo tienen claro: Delta del Ebro, Costa Brava y Pirineos.

“La gente lo primero que va a hacer es ver a los amigos y familiares, pero conforme avance el verano, si pueden querrán ir a espacios amplios para sentirse libre después de semanas encerrados”, explica el profesor Jordi Tresserras, coordinador del sondeo, y que resalta que se daba la opción de quedarse en casa, pero no fue seleccionada por los agentes turísticos. El Delta del Ebro se perfila así como destino favorito de los catalanes este verano (30% de los encuestados), pese a que es una de las zonas con menor desarrollo turístico y, por tanto, con más limitaciones de alojamiento y restauración, apunta el responsable del estudio. La Costa Brava (28%) y los Pirineos (20%) son los otros dos destinos que, en opinión de los operadores turísticos atraerán más turistas este atípico verano. Casualmente, los puntos de la región con menor incidencia del virus.

Sin embargo, pocos agentes turísticos apuntan como posible destino de vacaciones la ciudad de Barcelona o la Costa Dorada, que en años anteriores eran el referente turístico. “La gente lo asocia con Salou, Lloret y Port Aventura, pero no con Reus, por ejemplo”, apunta en alusión a esos espacios identificados en el imaginario colectivo con un turismo más multitudinario.

En opinión de Tresserras, y a falta de conocer la segunda parte del sondeo, que se realizará entre esos posibles turistas o destinatarios finales, la opción mayoritaria será el alquiler de apartamentos o casas completas, lo que permite tener un control de las personas con las que tendrán relación. “Tenemos constancia además de que se pregunta si habrá uso privativo del recinto, del jardín o la piscina, o del servicio delivery de los restaurantes del entorno”, añade el coordinador del estudio, lo que indica que el viajero muestra aún un poco de recelo y prefiere aún evitar el contacto con desconocidos en busca del menor riesgo de contagio.

Comidas al aire libre, la actividad estrella

Llama además la atención que, entre las actividades a realizar en el destino, “más que destinos culturales o museos, que antes del covid-19 eran siempre el motor de atracción, la gente señala que quiere ir a comer al aire libre, a las terrazas de los restaurantes”, añade Tresserras, “el sondeo traslada cierto temor por los espacios cerrados”. De hecho, la opción de gastronomía en las terrazas es señalada por el 24% de los encuestados. Ese afán por el aire libre se traduce además en el interés por los paseos a través de las ciudades y los centros históricos (16%) y pueblos con encanto (10%), o incluso la asistencia a fiestas y celebraciones tradicionales (13%). Por el contrario, decae el interés por museos (5%), conciertos y festivales (7%), perderse en librerías (3%) o por castillos (2%).

Las restricciones de viajes internacionales, e incluso la incertidumbre económica, hará que todo el sector turístico español ponga sus ojos en el turista nacional. “Todos ofertarán su destino, pero el mercado se ha reducido, porque hay gente que está preocupada por su futuro económico o por cómo acaba todo esto”, añade el coordinador. Esa guerra por el turista se traducirá pues en un aluvión de promociones y batalla de precios. “Si la gente rehúye los lugares con mucha gente, y el lujo será un espacio amplio y sin gente, los grandes destinos jugarán con el tema del precio”, vaticina.