SOS del ocio nocturno

La increíble noche menguante de Barcelona: 125 discotecas y pubs cerrados

Planes urbanísticos, crisis y alquileres inasumibles estrangulan la oferta

Los próximos cierres del Front Marítim, con 1,7 millones de usuarios anuales, ponen en jaque otras zonas

Noctámbulos hacen colas para entrar en los locales de ocio del Front Marítim de Barcelona.

Noctámbulos hacen colas para entrar en los locales de ocio del Front Marítim de Barcelona. / ZOWY VOETEN

Patricia Castán

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Los más jóvenes, los que solo conocen la actual oferta de ocio nocturno de Barcelona o los tuvieron que hacer sus primeras salidas nocturnas en formato botellón a causa de la pandemia, ignoran que hubo un tiempo no muy lejano en que la noche de la capital catalana se repartía en muchas más zonas de fiesta y de copas. Estaba en la primera línea mundial y ofrecía un itinerario sin fin y con horario XXL. Pero las dos últimas décadas han sido devastadoras para los bares musicales, discotecas y salas de fiesta de la ciudad.

Las patronales calculan -listado en mano- que en la capital catalana han cerrado al menos 125 establecimientos de todo tamaño, que en el conjunto de la provincia sumarían más de 200 en las últimas décadas. Suman un aforo perdido de más de 90.000 personas. A su juicio, dejan a las nuevas generaciones sin los suficientes espacios de diversión, lo que favorece el botellón y las fiestas no regladas.

El listado de defunciones acumuladas durante largos años incluye nombre muy conocidos, que marcaron varias generaciones de barceloneses. Por ejemplo, en orden alfabético: Apocalypse –luego Matinée–, Barçalles, Bocaccio, el Bóveda de la calle Pallars, Café del Mar, Centro Ciudad, Fashion Café, Jimmyz, El Cel, Fibra Óptica, La Paloma, Monumental, Oliver y Hardy, Palacio de la Salsa, República, Ribelino’s, Sala Garatge Club, Sala Marabú, Sala Martins, Sala Metro, Studio 54 y Scenic, Tango, Torres de Ávila, Trauma, Trocadero, Universal, Up&Down y Velvet. Entre muchísimos más.

Hoy la ruta nocturna se focaliza en unos pocos epicentros alrededor de la plaza Reial, el Poblenou, la zona alta entre Tuset y la sala Luz de Gas en Muntaner; y un Front Marítim en plena cuenta atrás. El cierre previsto de las ‘discos’ del Front Marítim, que atraen a 1,7 millones de usuarios al año, puede generar el colapso de las demás rutas noctámbulas que sobreviven en la capital catalana. En otras palabras, se apaciguarán las críticas vecinales a primera línea de mar por el incivismo recurrente, pero crecerá el malestar en los barrios que recojan la demanda huérfana.

Pista de baile de la discoteca Opium.

Pista de baile de la discoteca Opium. / ZOWY VOETEN

Los motivos de tantos cierres

Las causas de la noche menguante barcelonesa son múltiples. Por un lado, se ha dado una caída del consumo ante la crisis y la precariedad laboral de las nuevas generaciones. También han surgido nuevas necesidades y hoy cuidar la oferta lúdica ya no basta: desde las medidas covid a las de protección contra agresiones sexuales, como los tapavasos o el refuerzo de seguridad. Además los locales han tenido que cubrir con seguridad privada el evidente déficit de policía en los grandes ejes de ocio: “El problema en muchos casos no está dentro de los locales sino fuera, en la vía pública, y eso depende de la gestión de la Administración”, evalúa Fernando Martínez, de la patronal Fecalon. En definitiva, las empresas del sector que han sobrevivido han tenido que hacer un esfuerzo muy notable los últimos años. Muchas han quedado por el camino.

La pandemia, los cierres, ertes y restricciones no han sido más que vinagre para la herida de un sector que se ve sitiado en muchos municipios, pero que en el caso de Barcelona ha sufrido un cóctel letal de situaciones que han conducido a la extinción de buena parte de la oferta. Una muy visible es la sensibilidad vecinal hacia los ruidos en los barrios de Barcelona. El umbral de tolerancia ha ido bajando en las últimas décadas, aunque permanece la preferencia por un ocio de proximidad. “Muchos padres no quieren que sus hijos tengan que coger el coche o salir de Barcelona para ir de fiesta, pero por otro lado no aguantan tener un local al lado de sus casas”, reflexiona un empresario del sector, que tuvo que cerrar uno de sus negocios ante la cruzada abierta por una nueva vecina en el edificio.

Rutas recortadas

Fruto de este desencuentro de usos, con el tiempo han ido cayendo no solo locales sino zonas míticas del ocio barcelonés, como la carpas de la zona alta que triunfaron en los años 90, la oferta del Moll de la Fusta, posteriormente el eje de Marià Cubí en la zona alta, el ocio de Balmes, una parte del de Ciutat Vella y Gràcia… Por no hablar de los espacios del litoral que estaban alejados de viviendas pero han desaparecido por problemas de seguridad y consiguiente pérdida de calidad: del Maremàgnum al Port Olímpic.

La convivencia de usos es compleja, como han dado fe los vecinos del llamado Triángulo Golfo del Poblenou este verano, entre otros, amplificando el debate sobre el encaje del ocio en la ciudad.

Ambiente de fiesta en el restaurante y club Carpe Diem, hace unos días.

Ambiente de fiesta en el restaurante y club Carpe Diem, hace unos días. / ZOWY VOETEN

Las licencias de discoteca

Por otra parte, late un tema clave de planificación urbanística que en la práctica implica recortar anualmente la cuota de ocio nocturno. “Los nuevos planes prohíben la actividad”, lamenta Joaquim Boadas, secretario de la patronal Fecasarm, aludiendo a diferentes ordenaciones de usos de barrios de Barcelona, así como a los casos de Badalona o Sant Cugat, entre otros. Lograr una licencia nueva de discoteca es difícil, mientras que los permisos vigentes pueden perderse con mayor facilidad.

Cuando una sala de fiestas o discoteca cierra, puede perder la licencia por dos vías. Por vía activa: el ayuntamiento puede revocar licencia si el local acumula un expediente de denuncias. Y por la vía pasiva: si en dos años no se produce un relevo de actividad, la licencia simplemente se extingue y habría que tramitar una nueva en caso de querer instalarse en el mismo punto un negocio del mismo tipo. Esta segunda situación se produjo por ejemplo durante la crisis de 2008, y también luego por fuertes incrementos de alquileres que hacían inviable el negocio arrendado.

Relación difícil con el consistorio

Son múltiples, pues, los factores que laminan a la actividad en la ciudad. Y todos los empresarios consultados coinciden en que el mandato de Ada Colau ha sido especialmente complicado para el sector. “No hay apoyo, nos tratan como un ‘lobby’, cuando es un motor económico de Barcelona”, critica otro empresario. Boadas subraya que “el ocio nocturno de calidad constituye un atractivo turístico de primer orden”. Y argumenta que “según la Asociación Internacional de Ocio Nocturno, uno de cada tres turistas tienen en cuenta la oferta de ocio antes de decidir un destino, por lo que hay que proteger una actividad que revierte en beneficio de Barcelona y su prestigio”. Los 'comunes' y el movimiento vecinal, como han expresado en varias ocasiones, no comparten un modelo turístico que visibilice Barcelona como destino de fiesta.

En este marco, el cierre discotequero del Front Marítim programado por los ‘comuns’ culmina el ahogamiento progresivo de la noche barcelonesa. La primera clausura prevista es la de Opium: el ayuntamiento ya anunció hace unos meses que será relevado por una ampliación exprés de la sede que tiene a pocos metros de la arena el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Le seguirán locales como Shôko y Carpe Diem, en los siguientes años pero sin fecha. Actualmente tienen prórrogas de actividad y ocupan espacios gestionados por el Ministerio de Hacienda. El desmantelamiento de las tres a medio plazo puede sacudir al ocio nocturno de Barcelona. ¿Qué será de los 1,7 millones de noctámbulos que hoy acogen o de su millar de trabajadores?

El cofundador del grupo Costa Este (propietario de Opium) Javier Bordas explica que acaba de conseguir una prórroga de un año, que finaliza el próximo agosto. Rememora que cuando el local se inauguró en su primera etapa como Baja Beach ya fue considerado como un espacio sin parangón en ninguna ciudad marinera. No entiende que Barcelona pueda perder un espacio de “ocio de calidad” para encajar un uso científico de un organismo del Estado que "podría tener otra ubicación", opina.

¿Dónde encajar la fiesta?

El debate sobre la mejor ubicación para la fiesta nocturna en Barcelona sigue abierto. La concejala de Ciutat Vella, Itziar González, tomó partido y amplió precisamente la cuota de licencias de 'discos' en el corazón de la ciudad para concentrarla frente al mar y lo más alejada posible de núcleos vecinales. Sin embargo, los años siguientes la desatención municipal de la vía pública en estos espacios apartados ha tenido efectos colaterales para el descanso vecinal en la Barceloneta y la Vila Olímpica, en especial cuando los noctámbulos salen de los locales y cruzar los barrios para volver a casa.

Jóvenes de fiesta en Sutton, en la calle de Tuset.

Jóvenes de fiesta en Sutton, en la calle de Tuset. / ZOWY VOETEN

La cuenta atrás del Front Marítim reabre este debate irresuelto. Y le añade una paradoja, además: los tres locales sentenciados forman parte de los nominados barceloneses a entrar en la lista de 'The World's 100 Best Clubs 2022', ranquin en el que ya han figurado en puestos destacados. Parte del turismo de más alto poder adquisitivo acude a este polo de fiesta. Al consistorio se le indigesta la vida nocturna actual, pero de momento no ha presentado ningún plan B para que la ciudad combine su derecho al descanso y a la diversión.

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