Las cuentas de 2024

Illa reclama más inversión en educación y deja en el aire el decreto de pisos turísticos

Govern y oposición pactan una comisión que diseñe las mejoras educativas para revertir PISA

Sánchez prevé mantener "varias reuniones" con foto con Puigdemont y Junqueras a lo largo de la legislatura

Los Comuns se alejan de los presupuestos de 2024 por los "recortes" en sanidad y transporte

Gobierno y Generalitat ultiman la firma del convenio de la B-40 para antes de final de año

El líder del PSC, Salvador Illa, durante la entrevista en TV3

El líder del PSC, Salvador Illa, durante la entrevista en TV3 / 3cat

Sara González

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El líder del PSC, Salvador Illa, se reafirma en su estrategia de palo y zanahoria con el Govern. Es decir, la de señalar que el equipo que está al volante en el Palau de la Generalitat con Pere Aragonès flaquea y "no está a la altura" y, a la vez, tender la mano para ayudarlo a salir a flote con el traje de partido "responsable". Lo ha hecho de nuevo en la entrevista institucional en TV3 como jefe de la oposición, en la que se ha centrado en la gestión y tratado de dejar en segundo plano la ley de amnistía o la relación de Pedro Sánchez con los independentistas. Por un lado, ha mantenido su oferta para reeditar el pacto para los presupuestos, pero con la condición de que se aumente el presupuesto en educación tras el varapalo del informe PISA y que se encaucen los proyectos pactados en las cuentas aún vigentes. Por el otro, ha dejado en el aire su voto al decreto para limitar los pisos turísticos que este miércoles necesita convalidar el president. Que caiga o no depende de lo que decidan los socialistas.

Tras una cumbre sobre cómo afrontar un plan de choque en las escuelas que ha acabado con un acuerdo entre Govern y oposición para crear una comisión que determine las medidas, Illa ha defendido que las próximas cuentas deben "acercarse de forma progresiva" a la inversión del 6% del PIB en educación que fija el Estatut. Ha explicitado que no se ensañaría con esta cuestión para centrar el mensaje en que "hay que escuchar a las direcciones" de los centros para salir de este atolladero. La misma receta que ha aplicado a la gestión de la sequía en un contexto en el que considera que habría que echar mano de mecanismos que permitan acelerar las inversiones para regeneración y desalinización de agua.

Más peliagudo son cuestiones como el cumplimiento de las infraestructuras pactadas. Si bien ha dado por descontado que se firme el convenio de la B-40 antes de las doce campanadas, ha vuelto a insistir en que esta vía debe ser de "alta capacidad", es decir, tener cuatro carriles -dos por sentido-, pese a que el Govern ha mantenido hasta ahora que esto no sería así. También ha reivindicado de nuevo la ampliación del aeropuerto del Prat y que se bendiga de forma definitiva el Hard Rock, pero rebajando que se trate de líneas rojas para una nueva entente y mostrándose flexible en el calendario de cumplimiento. El foco, ha hecho hincapié, lo pondrá en las políticas educativas, en las de vivienda y en las de seguridad. A sabiendas de que la estabilidad de Pedro Sánchez depende de tener atado el apoyo de ERC en el Congreso, Illa puede apretar pero no ahogar.

Una limitación voluntaria

Eso sí, su objetivo es que el Govern sude cualquier apoyo. Sin ir más lejos, este miércoles en el Parlament con el decreto de pisos turísticos. "En algunos sitios hay que regularlos y en otros no", ha sostenido. Defiende que los municipios, como Barcelona, puedan acogerse a instrumentos que restrinjan las licencias cuando la cantidad supongan "un problema", pero respetando su "margen de autonomía". Es decir, que sea de carácter voluntario. "No hay que obligar a todos", ha subrayado. El voto definitivo se decidirá justo antes de la votación y el Govern sabe que no puede contar con Junts, que votará en contra.

Illa cultiva el rol de oposición que no da tregua al ejecutivo y, al mismo tiempo, se presenta como garante de la estabilidad. Hasta ahora, a juzgar por los pronósticos que hacen las encuestas cuando falta un año para las elecciones, le da réditos, aunque ha asegurado que no tiene prisa porque haya "elecciones" - ha pedido a Aragonès que cuando las convoque lo haga "pensando en el país"- y que ni tan solo tiene en mente con quién querría gobernar si gana. Rotos los bloques, tiene abiertos los pactos tanto con ERC como con Junts, pero ha evitado manifestar ninguna preferencia.

Las fotos con Puigdemont y Junqueras

Una vez pasado el parón navideño, el PSC pondrá una marcha más para engrasar su engranaje electoral con el congreso que el partido tiene ya calendarizado en el mes de marzo, un conclave diseñado para ser una puesta a punto que dé el último espaldarazo a Illa con un programa que los socialistas reivindican que está centrado en "las cosas del comer". Es decir, que "pase página" del todo al litigio territorial que Aragonès trata de mantener vivo con su apuesta por un referéndum que en la reunión de este jueves volverá a reclamar a Sánchez junto a más inversiones y una mejora de la financiación.

Illa ha esquivado meterse en camisa de once varas a la hora de referirse a la amnistía o las reuniones que Sánchez ha anunciado que mantendrá tanto con Carles Puigdemont como con Oriol Junqueras. "Me parece muy bien ese interés por reunirse con el presidente", ha dejado caer con ironía, además de asegurar que él mismo no tendría "inconveniente" con hablar con el expresidente de la Generalitat pese a que nunca han mantenido interlocución. Su relación con Junts en el Parlament la ha definido como "fluida".

El líder del PSC ha reiterado su convicción en que el "esfuerzo de generosidad" que supone la amnistía, como los indultos, "dará frutos" para la "normalización" de las relaciones entre Catalunya y el Estado. Su apuesta es la de "mejorar el autogobierno" -ha eludido cualquier mención a una reforma del Estatut- y una financiación en la que el principio de ordinalidad -que no se pierdan posiciones en función de lo que se aporte- sería "una buena aproximación", pese a que tampoco se ha casado con este principio.