Reunión del Consell Executiu

El Govern prorroga los presupuestos mientras busca apoyos para los de 2024

¿Qué implicaciones tiene una prórroga de los presupuestos de la Generalitat?

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El president Aragonès y la consellera Vilagrà dirigiéndose a la reunión del Govern.

El president Aragonès y la consellera Vilagrà dirigiéndose a la reunión del Govern. / Andreu Dalmau / Efe

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Catalunya empezará el año 2024 sin nuevos presupuestos. Ya hace algunas semanas que se daba por hecho y este martes se ha confirmado en la reunión del Govern, donde se ha aprobado la prórroga de las cuentas actuales. Es un formalismo técnico que, sin embargo, no tapa el gran reto más inmediato del gabinete de Pere Aragonès: encontrar apoyos para tener unos nuevos presupuestos. Si lo logra, será el billete directo para agotar la legislatura hasta febrero de 2025. Si no, la amenaza de las unas elecciones anticipadas empezará a retumbar con fuerza.

Una prórroga presupuestaria significa que, al menos en los primeros meses del año entrante, se aplicarán las cuentas de 2023. Es la forma de dar estabilidad a las finanzas de la Generalitat -y de cualquier administración- cuando el Govern de turno no logra tener las cuentas a punto el 1 de enero. Y en tiempos de fragmentación política en el Parlament, esa impuntualidad es más una constante que una excepción.

La prórroga, pese a garantizar el funcionamiento de la administración, no es algo óptimo para ningún Govern, ya que impide a la Generalitat reconfigurar las principales partidas de gasto que tiene asignadas a los departamentos. Por poner dos ejemplos: Aragonès quiere concentrar ahora sus esfuerzos en la lucha contra la sequía y en la mejora de la educación, y sin cuentas nuevas no puede volver a priorizar los departamentos de Acció Climàtica y Educació, como querría.

La encargada de explicar la prórroga ha sido la portavoz del Govern, Patrícia Plaja, que ha confiado en poder aprobar unas nuevas cifras en cuestión de "semanas". La intención, explican fuentes del Palau de la Generalitat, es no presentar los presupuestos hasta que estén atados los apoyos necesarios para que prosperen. "Esta es una prórroga técnica que esperamos que no se alargue más de unas semanas", ha calculado la portavoz.

Para conseguir seducir a la oposición, Plaja ha asegurado que priorizarán la conselleria de Educació para hacer frente a los malos resultados del informe PISA. Así, la portavoz ha asegurado que será el departamento que "más crecerá de media", aunque seguirá siendo el segundo ámbito en volumen de gasto tras Salut.

La búsqueda de socios

Para encontrar socios, el Govern tiene conversaciones abiertas con Junts, el PSC, la CUP y los Comuns. Para llegar a los 68 diputados necesarios, Aragonès deberá convencer al menos a dos grupos y que uno de los dos sea o los socialistas o los posconvergentes. Ya ha habido los primeros contactos iniciales y, pese a que nadie se autodescarta, el escenario más probable es el de un pacto con el grupo de Salvador Illa y del de Jéssica Albiach.

Es una cuestión de incentivos. Si ERC obtiene los votos del PSC y los Comuns a los presupuestos catalanes, dará sus votos en el Congreso para que también salgan adelante los del Gobierno de Pedro Sánchez. Si no, no. También funciona a la inversa. Socialistas y morados no darán ningún paso sin garantizarse antes que el Ejecutivo central también tendrá sus cuentas avaladas. Un intercambio de estabilidades, aunque los implicados descarten en público un "intercambio de cromos": Aragonès gana tiempo Barcelona y Sánchez, en Madrid. Aunque nadie quiera admitirlo en público, esta es ahora la principal expectativa para que acabe funcionando la negociación.

El problema del Govern será alinear los intereses de Illa y Albiach, que ahora mismo son contrapuestos. Si los socialistas exigen priorizar proyectos como la carretera B-40, el complejo de ocio Hard Rock y la ampliación del Aeropuerto de Barcelona-El Prat, los Comuns reniegan de los tres. De hecho, fijan como línea roja para apoyar las cuentas que desde la Generalitat que se frene para siempre el proyecto del Hard Rock, aunque este depende ahora del intercambio entre privados y de un plan urbanístico.