Tras el 23-J

ERC se hace valer para no quedar eclipsado por Junts en la negociación de la investidura de Sánchez

ERC confía en "mover" a Sánchez hacia el referéndum: "Decía que eran imposibles los indultos y eliminar la sedición"

Aragonès exige a Sánchez una votación sobre la independencia para su apoyo a la investidura

Así negocia Puigdemont: duro pero no inflexible

Qué une y qué separa a ERC y a Junts para negociar de forma conjunta la investidura de Sánchez

Oriol Junqueras, Pere Aragonès y Gabriel Rufián con Arnaldo Otegi y dirigentes de ERC en el acto central de la campaña del 23-J

Oriol Junqueras, Pere Aragonès y Gabriel Rufián con Arnaldo Otegi y dirigentes de ERC en el acto central de la campaña del 23-J / RICARD CUGAT

Sara González

Sara González

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La noche del 23-J, Gabriel Rufián hacía esfuerzos por sacar punta a unos resultados electorales adversos para ERC. Por el camino se habían dejado 400.000 votos y seis escaños respecto 2019, pero el republicano lucía el hito de haber mantenido la delantera sobre Junts. Una ventaja que, sin embargo, era amarga porque los posconvergentes, que también habían sufrido una caída de 140.000 votos y un escaño menos, sacaban pecho de tener en sus manos la llave de la investidura. De ser tachado de "anécdota" por Pedro Sánchez durante la campaña, Carles Puigdemont pasaba de un plumazo a ser el interlocutor más cotizado para el PSOE. Y eso supone un riesgo para el partido de Oriol Junqueras: el de quedar eclipsados en una negociación en la que se dé por hecho de partida los votos a favor del actual presidente en funciones.

En este contexto se explica que esta semana la cúpula de ERC haya intensificado sus intervenciones públicas para que a los negociadores socialistas les quede claro que no les sitúen directamente en el bloque del 'sí' a Sánchez porque sus condiciones no serán baratas. De hecho, hace cuatro años permitieron la investidura con una abstención y no con un voto afirmativo. "Nadie puede dar por descontados los votos de ERC", ha advertido la secretaria general del partido, Marta Rovira, este miércoles en una entrevista en Catalunya Ràdio. Que el 'president' de la Generalitat, Pere Aragonès, hiciera hincapié el martes en que el referéndum sobre la independencia continúa estando en su agenda y no solo en la de Junts da cuenta de la necesidad que tienen los republicanos de hacerse valer.

Los riesgos del 'chicken game'

Sobre todo porque uno de los principales incentivos que tiene Junts para permitir la investidura es el hecho de poder exhibir que ha arrancado a Sánchez más conquistas que los de Junqueras; que ellos, a diferencia de los republicanos, no negocian "a cambio de nada". Al PSOE le tocará lidiar con las rencillas y la pugna por liderar el independentismo de dos partidos que se miran permanentemente de reojo en una suerte de 'chicken game' que si Sánchez no desactiva puede dar al traste con sus aspiraciones de seguir en la Moncloa. De ahí el empeño de los mandamases de la calle Calàbria por poner en valor los logros de su estrategia pactista en los últimos cuatro años, que ahora lamentan haber reivindicado solo con la boca pequeña por temor ante los que les señalan por pactar con los socialistas, y por plantear que el precio de la investidura se afronte de forma conjunta.

También en el PSOE están interesados en que se compacte un frente común entre ambos partidos para que no se imponga una lógica competitiva entre ellos que se traduzca en una inflación de las exigencias. No es baladí que repartan juego a partes iguales permitiendo, por ejemplo, que ambos cuenten con grupo parlamentario en el Congreso pese a no reunir las condiciones. O que incluyan a los unos y a los otros en sus llamadas a entenderse.

Sánchez decía que eran imposibles los indultos y eliminar la sedición

Marta Rovira

— Secretaria general de ERC

Los republicanos emplazan a sus exsocios a exprimir la "oportunidad" de que Sánchez "se mueva" de la misma manera que, reivindican, lo ha hecho en la pasada legislatura azuzado por los 13 diputados de ERC. Una manera de ensalzar que su apuesta no ha sido en vano y de señalar que el hecho de que Junts se sitúe en una posición dialogante es ya un cambio de rasante que les acerca a su estrategia tras haber dicho en campaña que no investirían al líder del PSOE. El 'no' tajante y reiterado a la autodeterminación y la amnistía del presidente en funciones, sostienen, no se puede considerar inquebrantable a juzgar por los antecedentes. "Decía que eran imposibles los indultos y eliminar la sedición", ha presumido Rovira como principales credenciales para que republicanos y posconvergentes vayan de bracete para ejercer palanca en esta dirección.

Cobros inmediatos para evitar el naufragio

En campaña, Aragonès concretó que sus condiciones para la investidura serían la continuidad de la mesa de diálogo, abordar el déficit fiscal y traspasar Rodalies. Pero desde que Junts se ha situado en el centro del tablero ha endurecido sus reclamaciones. La mesa la vinculan al objetivo final del referéndum con la estación intermedia de un pacto de claridad en el que el 'president' busca que se implique el PSC. Sobre la financiación, exigen bilateralidad entre el Govern y la Moncloa. Y a la gestión de la red ferroviaria suman otras cuestiones como el impulso a la lengua catalana en el Congreso y en el Parlamento Europeo, concesiones que fuentes republicanas aseguran que pedirán que se ejecuten de forma "inmediata".

Las comunicaciones están en marcha en todas direcciones. Las del PSOE con los independentistas y también las de ERC con Junts, aunque la intervención al máximo nivel, reconocen, se hará pasado el parón estival. ¿Llegarán las negociaciones a buen puerto? En el partido de Junqueras creen que "hay algunas posibilidades" de que sí, pero son conscientes de las tentaciones de sus exoscios de forzar una repetición electoral que, en palabras de Rovira, tendría "consecuencias nefastas". Primero porque prevé que se refuerce la llamada al voto útil a los partidos estatales y se "dé alas" a la derecha, pero también porque se alimentará un abstencionismo que achaca a la falta de "acuerdo estratégico" del independentismo, aunque haya quien pueda llegar a la conclusión de que el mayor premio, incluso de consolación, sea quedar por delante del rival.

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