Elecciones generales 2023

Aragonès y Junts chocan por la lista única al Congreso para el 23J

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Pere Aragonès

Pere Aragonès / MANU MITRU

Sara González
Xabi Barrena
Fidel Masreal
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Usar los mismo términos y mostrar un principio de entente cuando en verdad se está a las antípodas. Ese es el resumen de la sesión de control del Parlament y del diálogo entre el 'president' Pere Aragonès y el líder de Junts en la Cámara, Albert Batet. Los resultados del domingo han empujado a ambos partidos a hacer grandes cantos a la unidad, pero quedó claro en el hemiciclo que cada uno le da un significado distinto a ese término. Y es que, en el fondo, las diferencias entre ambos, a pesar del batacazo independentista (especialmente de ERC) el 28-M, están en el punto que forzó la ruptura del Govern en octubre.

No hay, en verdad, ningún lío conceptual. Aragonès aboga por una unidad estratégica, de fondo, y amplia, abierta a más actores, además de los posconvergentes; y Junts por una de táctica: una lista común al Congreso para las elecciones del 23 de julio. Todo nace de un error del propio Aragonès. Su reacción al desastre de las municipales fue apelar a la unidad este martes. Hasta ahí, bien. Pero entonces y, sin solución de continuidad, sin ni tan solo una cortinilla de publicidad, en la misma comparecencia abogó por crear "un frente democrático" cara a a las elecciones. Uno más uno, dos. ¿Qué mejor frente común que una lista al alimón?, pensaron en Junts.

Es decir, fue el propio Aragonès el que hizo asomar una de las tres demandas de Junts que , a la postre, motivaron su salida del Executiu. La nula concreción del 'president' sobre cómo debía ser ese frente hizo, además, que la idea de la lista común, que el espacio posconvergente ambiciona, casualmente, desde que dejaron de ser el primer grupo nacionalista/independentista catalán en el Congreso, se abriera paso. Hasta tal punto, que ha tenido que ser el presidente de ERC, Oriol Junqueras, quien salga a clarificar la situación y zanjar que, de candidatura conjunta, que ha considerado una "propuesta del pasado" diseñada para ir "contra el 'president'", ni hablar.

El frente, ha concretado, debe traducirse en un "acuerdo programático" entre las formaciones que defienden la amnistía y la autodeterminación -ERC, Junts, CUP y Comuns-, así como para blindar la escuela, la lengua y la cultura catalana. También "reforzar las instituciones", tanto el Govern como el Parlament. No se trata, ha precisado, de invitarlos a entrar en el ejecutivo, sino de tejer acuerdos y cerrar filas con el 'president'. A cambio, ha dejado caer que el relevo de Laura Borràs al frente de la presidencia de la Cámara catalana tiene que ser un dirigente de Junts.

También que hay que priorizar los acuerdos con sello independentista en los municipios y entes supramuniciales, es decir, en las diputaciones. Junqueras ha dicho sin ambages que "es mejor" que el alcalde de Barcelona sea Xavier Trias, que está vinculado a un partido independentista, y no un Jaume Collboni que en 2019 "pactó con la extrema derecha de Manuel Valls" para arrebatarle la vara a Ernest Maragall. Junqueras puso así, tras reunirse con Aragonès en el Parlament, las condiciones para "rehacer confianzas".

El desdén de Comuns y PSC

También Junts y la CUP pasaron por el despacho del 'president' este miércoles. Junts ha optado por no tirar la toalla, formalmente, aunque Junqueras haya zanjado la candidatura conjunta. Según la presidenta de Junts, Laura Borràs, seh a hablado de "muchas fórmulas" de acuerdo. Pero ha admitido, también, con crudeza, que todo pasa por superar la "desconfianza", la "desmoralización" y la falta de "credibilidad" en el independentismo. Junts formalmente no tira la toalla -quizás por aquello de que no se le atribuya la culpa- pero marca el territorio: nada de acuerdos con los 'comuns'. Y nada de priorizar la lucha contra el PP y Vox porque, en palabras de Borràs, se trata de que la campaña electoral del 23-J va de "defender a Catalunya y a sus intereses" sin "colonizaciones" españolas.

Valoración "positiva" de Aragonès

También Aragonès ha evitado romper la baraja y ha trasladado, según fuentes de presidencia, una "valoración positiva" de esta primera ronda de contactos "muy iniciales" que requieren "seguir trabajando", según estas fuentes. Pero el 'president' sigue en su marco mental: fortalecer el país ante la oleada de la derecha y la extrema derecha. Sin más, sin concreciones independentistas como exigen los de Puigdemont.

Por su parte, los 'cupaires' han trasladado que las municipales han supuesto un "correctivo" para el independentismo y que hace falta un "giro" para frenar a la extrema derecha, pero que "no se resuelve en mes y medio lo que no se ha resuelto en dos años". Ante ese escenario, los Comuns, que también hablaron con Aragonès, se desmarcaron de toda la propuesta y criticaron el derrotismo que supone que se dé por inevitable una victoria de la derecha en julio con qué impregnó su intervención del martes, y por usar ese miedo como cortina de humo para tapar unos pésimos resultados. Lo mismo hizo Illa.

El socialista, además, aseveró que Catalunya "no precisa de frentes" y afeó al 'president' que se dedique más a preparar las sucesivas elecciones que se van convocando que en gestionar y gobernar. Fue ahí cuando Aragonès se sacó un as que tenía preparado en la manga. Recordó que ERC siempre ha votado en contra de la investidura de un presidente de Gobierno del PP, mientras que el PSOE, en el último ungimiento de Mariano Rajoy, se abstuvo. "Ustedes no son ninguna garantía", le espetó el republicano al socialista. Un gancho al que se aferró también Junqueras para empezar a enfocar el discurso de la campaña y dejar caer que el partido de Pedro Sánchez no es garantía de impedir un gobierno de Feijóo.

Porque al desastre de la abstención del domingo le puede suceder uno de peor para ERC, que la polarización de la campaña, el miedo a que gane la derecha, que el propio Aragonès alimenta, se convierta en un tsunami de votos para el PSC. La lucha por el voto útil anti-PP está abierta, y por ello los republicanos sostienen que el 23 de julio se libra "una batalla entre Catalunya y una España reaccionaria" a la que se puede ganar si el independentismo se moviliza.