El 'caso Borràs'

ERC intentará rehacer puentes con Junts si una condena a Borràs fuerza el relevo en el Parlament

MULTIMEDIA | Laura Borràs, vista para sentencia

Los republicanos, dispuestos a recomponer el espacio de consenso estratégico del independentismo

Pere Aragonès y Laura Borràs

Pere Aragonès y Laura Borràs / AFP

Xabi Barrena

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El cuidado formal de ERC para no levantar ampollas en Junts cuando la justicia ha acorralado y, en el caso de Quim Torra, suspendido a altos cargos posconvergentes acostumbra a ser extremo. Ni en el caso de Pere Aragonès, cuando la JEC apartó a Torra de la presidencia de la Generalitat, ni en el de Alba Vergés, cuando la Mesa del Parlament suspendió a la presidenta de la Cámara, Laura Borràs, los republicanos se permitieron definir ni una sola vez como “‘president’ o presidenta en funciones” a sus cargos. Nada de ocupar despachos ajenos, tampoco.

La cautela obedecía a la creencia, casi temor reverencial, de que cualquier movimiento de ese tipo pudiera ser entendido o empleado por Junts como armamento con qué atacar a ERC so pretexto de presunto oportunismo.

Ese temor fue tal que, hasta que no declararon los empleados de la Institució de les Lletres Catalanes y se escucharon en sede judicial los audios de Laura Borràs aludiendo a sus tejemanejes presupuestarios, Esquerra meditaba muy seriamente no favorecer en la Mesa del Parlament la suspensión de la presidenta.

Las etapas del duelo

El próximo 7 de abril se cumple medio año de la fractura final del Govern de ERC y Junts. Según consideran los republicanos, tiempo suficiente en política para que los posconvergentes hayan ya transitado por casi la totalidad de las fases del duelo, entre ellas el enfado. Y justo por aquellas fechas, semana arriba o abajo, llegará la sentencia del juicio a Laura Borràs.

Todos los escenarios están obviamente abiertos, empezando por los judiciales, pero las mentes que diseñan la estrategia republicana consideran que, en el caso de que se condene a Borràs y haya que buscarse un nuevo presidente del Parlament, se abre una oportunidad para reconstruir un acuerdo con Junts.

“Con su salida del Govern, el acuerdo de marzo de 2021, rubricado después con el pacto de gobierno, por el que Junts se quedaba la presidencia del Parlament y ERC la de la Generalitat ha quedado como papel mojado”, señala un republicano que, además de enfatizar lo dicho por el propio Aragonès el viernes ("el acuerdo está superado") da a entender que si los posconvergentes pretenden mantener el cargo precisan de un acuerdo o bien con ERC o bien con el PSC. Los republicanos se abren, cabe entender, a facilitar la elección de un presidente posconvergente.

No está clara la contrapartida, siquiera que pueda haberla. Puede tratarse, sin duda, de un gesto de buena voluntad para limar asperezas tras unos meses de enervada crítica mutua. Desde la exigencia de los posconvergentes para que Aragonès comparezca para dar cuenta de los resultados de la mesa de diálogo y negociación, que Junts cree “nulos”, hasta la acusación de “falta de responsabilidad más propia de alguien que nunca ha gobernado” con que los republicanos despacharon las enmiendas de Junts a los presupuestos de la Generalitat.

Hoja estratégica

Pero más allá de la buena voluntad, la intención republicana también puede ser de ofrecer algo que Junts desea y anhela a cambio de algún apoyo puntual, pero clave para Pere Aragonès. Por ejemplo, sentándose a negociar, sin querer tutelas de Carles Puigdemont sobre el actual 'president', los siguientes pasos a realizar por parte del independentismo, es decir, el famoso espacio de consenso estratégico. Y es que la soledad de ERC, visible por ejemplo en la votación en el Parlament de la propuesta de construir un Acuerdo de Claridad, aconseja volver a unir fuerzas con el resto de fuerzas secesionistas.Las fuentes republicanas, con todo, se niegan a concretar escenarios futuros con tantos condicionantes de por medio, empezando por el de la propia sentencia.

Cabe recordar que en la arquitectura aragonesista, la mesa de diálogo cumple las funciones de pilar que sustenta al electorado más independentista de su fuerza. y que, en ausencia de ella, por el año electoral en que se ha convertido 2023, el acuerdo de claridad que Aragonès lanzó en el debate de política general de septiembre actúa como sustitutivo o sucedáneo para no dejar ese flanco huérfano en el peor de los momentos, justo a las puertas del primer de los procesos electorales, las municipales del 28 de mayo.

En todo esta predisposición republicana hay, también, una parte de hacer de la necesidad virtud. Precisamente esa cercanía temporal con las elecciones es la que, asimismo, en caso de que alguien quisiera, cierra la puerta de un eventual pacto por la presidencia del Parlament de Junts y ERC con el PSC, y viceversa. Lo último que se desea en las tres sedes de los partidos es una foto con socialistas o independentistas, según el caso, y para repartirse sillas.

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